viernes, 23 de octubre de 2009

EL LIBRO ROJO (ROTE BUCH–LIBER NOVUS ) DE JUNG, POR FIN PUBLICADO


Aunque con más de una semana de retraso, quería reseñar la importancia de la noticia de la publicación en lengua inglesa y alemana de la Magna Obra de Carl Gustav Jung, EL LIBRO ROJO.

En su autobiografía, Recuerdos, sueños, pensamientos, justo antes de los Siete Sermones a los muertos, aparece un fragmento que, según se nos cuenta, está entresacado de las últimas aportaciones de Jung a su Libro Rojo, realizadas tardíamente en 1959, y que consistieron mayormente en una ampliación de las conversaciones originales con Elías, Salomé y la serpiente. El texto dice así:

"1959. He trabajado en este libro durante 16 años. El conocimiento de la alquimia en 1930 me sacó de este trabajo. El comienzo del fin llegó en 1928 cuando Wilhelm me envió el texto de las Goldenen Blüte, de este tratado de alquimia. Entonces el contenido del libro halló el camino a la realidad. No podía ya trabajar en ello. Al observador superficial le parecerá una locura. Así hubiera sido si no hubiera podido captar la imponente fuerza de los acontecimientos originales. Supe siempre que todo acontecimiento encierra algo valioso y por ello no encontré nada mejor que exponerlos en un libro «valioso», es decir, caro y en las imágenes revividas al pintarlas. Sé lo inadecuado que era esta empresa, pero pese al mucho trabajo y distracción me siento fiel a ello..."

No puedo dejar de mencionar la serie de fenómenos de sincronicidad que tuvieron lugar poco antes de conocer la noticia, el mismo día en que mi querido amigo Raúl Ortega lo publicó en su blog, el 13 de octubre; yo andaba dilucidando el significado del mandala masculino, un mandala DUPLEX, manifestado en las figuras de la Rubia y la Morena, la Virgen y la Ramera, y la posibilidad de Unificar ambos contrarios. Al mismo tiempo, fui rememorando mi experiencia de iniciación, con toda una serie de imágenes, poesías, textos de tipo alquímico y gnóstico, etc. (y que en parte reproduje en mi libro El Retorno al paraiso perdido) , al hilo de la constelación de varios arquetipos en el seno de mi Universo Interior; y, en ese estado de cosas, me entero de la edición del libro Rojo de Jung. En fin, no pude menos que pedir a mi novia, fíjense en este dato, que me encargara un ejemplar en lengua inglesa a través de Amazon.com

miércoles, 21 de octubre de 2009

IMPRESIONES SOBRE LAS VII JORNADAS INTEGRALES EN BARCELONA


El pasado fin de semana, del 17 al 18 de octubre, asistí a las VII Jornadas Integrales que giraban en torno a la carismática figura del pensador y escritor mundialmente conocido Ken Wilber. Mi asistencia a las Jornadas tenía dos objetivos principales:

1. Conocer la perspectiva wilberiana y su abordaje de la psique humana. Había leído algún libro de Wilber y varios ensayos y artículos, pero, hasta la fecha, realmente no me había suscitado demasiado interés.
2. Comprobar in situ que mi teoría, planteada en un post anterior en este mismo blog con el título de "Experiencia Mística y Religión Colectiva", se ajustaba bien a los hechos.

Lo que finalmente surgió al presenciar, preguntar directamente a algunos ponentes ciertas preguntas que me habían suscitado sus intervenciones y experimentar la "buena onda" del grupo que se formó, fue un íntimo interés en conocer mejor el modelo de Ken Wilber. Asimismo, no puedo dejar de mencionar que, para mí, fue un auténtico privilegio conocer a los ponentes personalmente. Esto fue algo fundamental para comprender el interés que les movía a divulgar las ideas de Wilber. Todos ellos habían experimentado en sus propias vidas los efectos de lo numinoso, de lo místico, y Ken Wilber les ayudaba a poner nombre a dichas experiencias. Es natural que, como dijo Raquel Torrent en su intervención, esto les produjera un cierto "enamoramiento" por la figura de Wilber. Algo parecido me sucedió a mí con Carl Gustav Jung, y eso fue lo que me llevó a estudiar la obra de este genial psiquiatra suizo.

En verdad, aquí lo más importante es la propia experiencia. Todo lo demás acaba convirtiéndose en fuego fatuo. No obstante, he comprobado también, y esto es algo que debo reseñar, especialmente en ciertos ponentes, que demostraban un exceso de admiración por Ken Wilber. Esta experiencia la conozco muy bien, porque yo mismo la he padecido durante un período más o menos dilatado con la figura de Carl Jung. He desarrollado en un ensayo anterior los factores inconscientes que operan en estos casos (Véase Sabiduría y Endiosamiento para un mayor abundamiento). Algo de esto ya apuntó una de las ponentes, Maribel Rodríguez, en su ponencia sobre la evolución colectiva y las vivencias religiosas.

Raquel Torrent, en su intervención, en la que presentaba el libro "Evolución Integral", decía que el modelo wilberiano era el más completo que hay hasta ahora, pero que pueden utilizarse otros modelos y, además, que puede superarse éste con el tiempo, como consecuencia de un mayor ahondamiento. Y, además, hizo un símil muy oportuno entre el modelo wilberiano y unas gafas. Uno puede ponerse las gafas wilberianas o no ponérselas. Sin embargo, a este símil habría que añadirle que uno ya trae unas lentes y unas retículas de fábrica. Las personas no eligen por casualidad un modelo u otro, como tampoco les parece un modelo más comprehensivo que otro por casualidad. Hay una disposición previa que hace que unos elijan un modelo, y otros, otro. Lo que no significa que no se puedan conocer o estudiar varios de ellos. Pero, al final, uno se decanta por el modelo que mejor se adecua a su propia disposición. Que yo haya elegido el modelo jungiano y no el wilberiano, no se debe a que uno de los modelos sea mejor que el otro. Sino al tipo de experiencias que he tenido, así como a mi propia ecuación personal. Esta es una reflexión que, se me ocurre, debería hacerse más de un wilberiano.

Por otro lado, quise haber formulado algunas preguntas a los ponentes, pero no tuve ocasión por falta de tiempo. Esas preguntas, al final, me las formulé a mí mismo. Y el resultado de la dialéctica con mi inconsciente fue el siguiente:

1. Al hilo de una pregunta que un asistente formuló a una de las ponentes, Rosario Sánchez, sobre si la bisexualidad era muestra de una evolución en la sexualidad, y tras haber mantenido una conversación con Rosario sobre este tema, al final he llegado a la siguiente reflexión: La bisexualidad es, según me parece a mí, un síntoma de una indiferenciación y, por consiguiente, de una falta de autoconocimiento del Ser que le habita a uno. Una cosa es saber, o sea, ser consciente de la "androginia" del Ser, del Sí-Mismo como arquetipo de la personalidad superior, e ir diferenciando los diferentes componentes masculinos y femeninos que hay en Uno Mismo, y otra, bien distinta, es manifestar una bisexualidad, precisamente por ser inconsciente de esa androginia psicológica (correlato de la androginia física que también se observa en todo ser humano). De ese modo, en lugar de una unión de opuestos, se produce una confusión de los mismos. En mi libro "El Retorno al paraíso perdido" profundizo en este mismo tema, ilustrándolo con algunos ejemplos.

2. Una asistente a las Jornadas formuló una pregunta a los participantes sobre cómo era posible que existieran ciertos símbolos que, con independencia de los fenómenos de migración, sean comunes a toda la humanidad (por ejemplo, la Gran Madre, los Mándalas, etc.). Los ponentes no supieron responder con claridad y empezaron a divagar sobre si esos "arquetipos", o modelos primordiales, pertenecían al ámbito de la metafísica y no eran objeto de un conocimiento científico. Únicamente Marco Antonio Robledo supo explicarlo, a través de sus experiencias, mediante los campos morfogenéticos de la hipótesis de Rupert Sheldrake y la resonancia mórfica. Me resultó sorprendente comprobar el desconocimiento de las investigaciones de Carl Jung y sus seguidores, sobre los arquetipos. Según a mí me parece, allí se produjo una confusión entre lo que es un "arquetipo" como tal, y su manifestación simbólica. El "arquetipo" es una especie de nódulo energético, como el lecho por el cual circulan las aguas de un río, pero, en este caso, lo que circula es la energía psíquica. Como tal, el arquetipo no es cognoscible directamente sino sólo a través de su manifestación simbólica. Esto es algo fundamental para comprender lo que allí se trataba de dilucidar. Por eso, cuando un arquetipo emerge en una cultura, adquiere los ropajes que son propios de esa cultura y no los de otra. Así que, el arquetipo no es co-creado, sino es dado a priori en la psique humana. El arquetipo es el tipo arcaico, lo que en mitología se denomina motivo primordial. Ejemplos de ello lo constituyen tanto los mitos, los símbolos religiosos, los cuentos y las "grupos" esotéricos.

3. Esta última reflexión me condujo a preguntarme, al hilo de una cuestión formulada a Maribel Rodríguez sobre el aparente problema del sincretismo, si un sincretismo consciente, como el que se daba en los movimientos gnósticos de los primeros siglos del cristianismo, es posible y hasta necesario. Y con esto no se pretende decir que uno debe realizar los diferentes rituales de las distintas religiones. Esto sería un contrasentido, y uno se perdería en una maraña de ritos que, en el fondo, no comprende y, además, le son anímicamente ajenos. Lo que la psicología profunda ha descubierto, precisamente, es la existencia de una función espiritual en lo inconsciente, una función que es generadora de símbolos. Y, a través de lo que se denomina amplificación de símbolos, o sea, de un sincretismo consciente, hacer perceptible y asible a la consciencia el significado de dichos símbolos para la consciencia. Para quien desee ahondar en el significado del "proceso de individuación", le remito a mi "Crítica a Ken Wilber en su interpretación de la psicología analítica".

En fin, que mi asistencia a las VII Jornadas Integrales en Barcelona ha sido para mí una experiencia inolvidable.

miércoles, 14 de octubre de 2009

SINCRONICIDAD COMO PUENTE ENTRE MATERIA Y ESPIRITU


Hoy voy a hablar del término psicoideo, acuñado por el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, padre de la psicología analítica o profunda, en su libro La interpretación de la Naturaleza y de la Psique. Un trabajo que hizo junto al físico Wolfrang Pauli, quien, durante un tiempo, fue paciente suyo, y que es conocido por haber obtenido el premio Nobel por su principio de exclusión, según el cual, no puede haber dos electrones con sus cuatro números cuánticos iguales. Pauli propuso la existencia de un cuarto número cuántico (números que caracterizan los estados propios estacionarios de un electrón y que, por tanto, describen los orbitales atómicos) llamado de Spin, y que define el sentido de giro del electrón sobre su eje de rotación, generando un campo magnético a su alrededor.

Jung parece evidenciar que los conceptos de espacio y tiempo son irrelevantes para lo inconsciente colectivo. Es decir, que lo inconsciente colectivo está más allá del espacio y del tiempo. Dado que nuestra psique está compuesta por la consciencia, con su centro o foco de luz, a través del cual iluminamos los objetos externos y los internos, que es el Ego o complejo del Yo, y por un inconsciente, que en sus estratos más profuntos y sutiles es universal, de ello parece concluirse que, en esas regiones más sutiles, en lo inconsciente colectivo, precisamente, la psique trasciende el espacio y el tiempo. Ahora bien, "nuestro cerebro nos engaña", en el sentido de que pone numerosos filtros a la tremenda multitud de estímulos provenientes del mundo material, de un lado, así como de lo inconsciente colectivo, del otro, para que no "enloquezcamos".

Soy consciente de que hablar de psicoideo, de inconsciente colectivo y de arquetipos no es, en modo alguno, un asunto sencillo. Y que, aquí, la experiencia se hace ineluctable para comprender a qué se refería Jung al acuñar esos términos. Y, dicho sea de paso, quizás así se entienda mejor nuestra crítica a Ken Wilber, quien explicaba el término arquetipo sólo desde el aspecto más grosero, más colectivo, más obvio, o sea, como pauta de conducta común a la especie humana.

Para Jung, el campo psicoideo es el lugar de origen de lo psíquico y lo físico. De modo que, al hablar de lo inconsciente colectivo psicoideo hace referencia a esa banda del espectro psíquico que está allende lo psíquico y lo físico, pues los engloba a ambos. Así, cuando se constela un arquetipo, o sea, cuando se activa y se prepara para su emergencia plena en la consciencia, tienden a producirse fenómenos de sincronicidad. Precisamente, porque la acción del arquetipo se manifiesta dualmente: en el ámbito físico y en el psíquico. Al percatarse de esta doble manifestación del arquetipo, de esta "coincidencia significativa" de un acontecimiento interior y uno exterior, pleno de significado para el sujeto que lo experimenta, Jung postula la existencia de un ámbito o realidad unificada, en la que Espíritu y Materia no son sino una y la misma cosa. A esta realidad la denominó Unus Mundus, Mundo Unificado, sirviéndose del término escolástico utilizado por los filósofos medievales.

En este sentido, en su libro Arquetipos e Inconsciente colectivo, Jung escribe lo siguiente:

"Como la psique y la materia está contenidas en uno y el mismo mundo y además están en contacto permanente y descansan, en última instancia, sobre factores trascendentales, no sólo existe la posibilidad, sino también cierta probabilidad de que materia y psique sean aspectos distintos de una y la misma cosa. Los fenómenos de sincronidad apuntan, según me parece, en esa dirección ya que tales fenómenos muestran que lo no psíquico puede comportarse como psíquico y viceversa, sin que exista entre ambas un vínculo causal."

Marie Louise von Franz, en El Hombre y sus símbolos, utiliza el símil de un túnel, en el que la física está excavando por uno de sus extremos y la psicología profunda por el otro. De modo que, en útima instancia, ambas disciplinas están llegando al mismo punto (el unus mundus) y, por consiguiente, los resultados de la Física y de la Psicología son como las dos caras de una misma moneda.

En próximas entradas continuaremos profundizando en estas apasionantes ideas.

sábado, 10 de octubre de 2009

EXPERIENCIA MÍSTICA Y RELIGIÓN COLECTIVA


Como debiera ser consabido, existen ciertos principios, que son absolutos, y que tan sólo son los ropajes con los que se envisten los que van cambiando de época en época. Esos principios universales son los equivalentes al concepto de "eidos" platónico y, en el ámbito psíquico, son los arquetipos de lo inconsciente colectivo, nombre que la psicología analítica ha tomado de Dioniso Aeropagita. No obstante, los arquetipos jungianos y las ideas platónicas no son exactamente equivalentes. Más bien, podríamos decir que los primeros serían un reflejo en la psique de las segundas.

De entre esos "eidos" o ideas, la idea de Dios es la Verdad, lo Absoluto por antonomasia. Los creadores de todas las religiones, Jesús, Moisés, Mahoma, Buda, etc., todos ellos, han tenido el privilegio de escuchar la Voz Interior, de tener un contacto directo con la Fuente, con el Ser, con la chispa divina que yace en su interior. La ciencia sólo puede hablar de la Idea de Dios, de la experiencia vital de la divinidad en el ser humano, mas no de Dios en sí mismo, de su esencia. Ahora bien, lo que nos enseña la experiencia es que, una vez que esas vivencias son transmitidas por los progenitores espirituales a una élite, ésta, a su vez, va transmitiéndola al resto de la comunidad. El mensaje original, fruto de la experiencia vital íntima, de la experiencia mística o religiosa (entendida ésta en la acepción original de la palabra, es decir, como religare que significa volverse a unir o re-ligarse a la esencia divina) ; como digo, la experiencia prístina comienza a institucionalizarse, se enrigidece y pierde su vínculo con la vivencia original. En ese momento, las personas hablan y defienden valores, que, aún siendo absolutos en sus inicios (representan la Voz interior que habla a través del vehículo humano que es el fundador de una religión), no dejan de ser una expresión individual de ese absoluto vivido. Y, por consiguiente, representan un modo de expresión del Absoluto, mas no el único. Y, siendo esto así, cuanto más alejados están los valores que se defienden de la experiencia original, mística, tanto más rígida se torna la actitud consciente de quienes los defienden. Así, por la ley de compensación que rige en psicología, a una actitud dogmática o, llevada al extremo, fundamentalista, se le opone, en lo inconsciente, una tormentosa duda, precisamente por falta de experiencia.


Aunque en mis últimas entradas me haya referido a iluminar las oscuridades, es evidente que también debe expandirse la luz, o mejor, uno debe abrise a ella, en el sentido de experimentar la Luz Interior, la Chispa divina, el lumen naturae. Pues, cuando hablo sobre la iluminación de la oscuridad, me refiero al conocimiento de Uno mismo. Y ese conocimiento, que no hace demasiado disfrutaba de buena salud, en tanto que existía, proporcionalmente, una introspección mayor (la etapa en la que, por ejemplo, floreció el Románico o el Gótico, una época en la que los Templarios eran custodios de un conocimiento trascendente, etc...), resulta que hoy, a unos avances científicos y tecnológicos vertiginosos, le han correspondido un embotamiento del alma cada vez más acusado. Parece como si existiera una proporción inversa: a más conocimientos científicos y tecnológicos, mayor embotamiento anímico. Gracias a Dios, comienzan a verse indicios, cada vez más importantes, de una unificación entre ambos. Pues, al fin y a la postre, lo que tratamos, quienes defendemos el nuevo paradigma emergente, es de unificar Ciencia y Espiritualidad, conocimiento y sabiduría, consciencia e inconsciente (en una entidad que hoy llaman Conciencia, con mayúsculas). Dado que, en palabras de la tabla de esmeralda:

" Lo que está más abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. Actúan para cumplir los prodigios del Uno."

KARMA Y RELACIONES DE PAREJA


Resulta muy importante iluminar la sombra de nuestros familiares, porque, lo queramos o no, forma parte de nuestro destino... su sombra es nuestra sombra y, cuanto más iluminamos las oscuridades en nosotros mismos, tanto más se transforman ellos.

En mi ensayo ¿Fue jung un egregio necrófilo?, reflexiono sobre esto mismo, tras iluminar las oscuridades individuales y ver lo conectadas que están con las de los familares. Portamos una especie de Karma impersonal. Jung, también, se dio cuenta de que tenemos una especie de karma, como si tuviesemos que enfrentarnos y cuestinarnos todo aquello que nuestros familiares no han podido o no han sabido confrontar. Pero, tras este karma familiar, hay otro karma impersonal, del que he sido consciente y al que me he tenido que enfrentar; en el que me he visto ante la necesidad de dar respuestas a cuestiones que mis antepasados no han podido o sabido responder; y enfrentarme a conflictos que no han sabido o podido superar; responder a interrogantes que necesitaban de una apremiante respuesta, que resultara satisfactoria desde todo punto de vista, es decir, respuestas que movilizaran todo mi ser y lo transformaran. Este es el trabajo de limpieza, al que los alquimistas llaman albedo, un período de blanqueado (cuyo símbolo se corresponde con el baustismo de agua cristiano) previo al de la rubedo, o sea, a aquel en que es el Sol interior el que irradia a través del pequeño sol que es nuestra consciencia (el símbolo del bautismo de fuego del evangelio de Juan). Uno de los trabajos de hércules, en su periplo de héroe, es precisamente la limpieza de los sucios establos. Esto parece simbolizar una primera etapa, en la que se limpian las inmundicias, en las que lo reprimido o no admitido por la consciencia se ha podrido en lo inconsciente.

Más allá de los temas concretos, allende la manifestación concreta de la barbarie, están esos conflictos familiares, esa herencia familiar inconsciente que albergamos y que nos vemos obligados a transformar, tanto para nuestro bien, para nuestra propia salud y bienestar, para nuestra propia realización personal, cuanto por el bien de nuestros familiares, de nuestros coetáneos y, según me parece, para el bien de los que nos sigan, de las generaciones venideras.

Cuando cursaba estudios en Ciencias Ambientales había un argumento ético que decía que había que cuidar el medio ambiente, había que modificar nuestras actitudes, no sólo por nuestro bien, por nuestra superviviencia en el planeta, sino, asimismo, por lo que legamos a las generaciones venideras. Son como los correlatos externo e interno del mismo meollo que a todos nos afecta; de la transformación de nuestras consciencias depende, no ya nuestro bienestar, sino, y esta es una responsabilidad de orden superior, el bienestar de las siguientes generaciones y, por consiguiente, la continuación de nuestra especie en este maravilloso mundo al que llamamos Tierra.

Es necesario trabajarse la des-identificación con los miembros familiares, con la línea de sangre, o sea, que la libido de parentesco ha de dirigirse hacia el centro que es, al tiempo, la Unidad con todo y con todos.

Jesús, como Shidarta seis siglos antes, abandonó todas sus comodidades y bienes materiales, sus querencias, así como a sus familiares, padres, hermanos, tíos, etc., para buscarse a Sí-Mismo, para llegar a ser Buda. Y, en la Biblia cristiana, leemos en Mateo X, 34-39 lo siguiente:

"No penséis que he venido para traer paz a la tierra. No he venido para traer paz, sino espada. Porque yo he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa. "El que ama a padre o a madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí. El que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí. El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará."


Y, en Marcos III, 31-35 leemos:


"Entonces fueron su madre y sus hermanos, y quedándose fuera enviaron a llamarle. Mucha gente estaba sentada alrededor de él, y le dijeron:
-Mira, tu madre, tus hermanos y tus hermanas te buscan afuera.
El respondiendo les dijo:
-¿Quién es mi madre y mis hermanos?
Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo:
-He aquí mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre."

Lo que aquí se nos muestra es una des-identificación con los familiares. Los familiares, al final, son como cualquier otro miembro más de la familia humana. Con ello, logramos tomar consciencia del binomio Madre-Padre en nuestro propio interior, es decir, de los Padres espirituales o arquetípicos.

Por otro lado, el destino de cada cual es diferente. No es que desde un cierto nivel se piense que hay que romper con la familia, es que hay que romper con ella, en el sentido de des-identificarse con ellos. Uno no sabe lo que le depara el Destino, a priori, para con su familia. Lo que sí se sabe es que, como dice Jesús, quien escuche antes a sus familiares que a su Voz interior, ese no es digno de El. Y, la Voz interior, puede que sea contraria a las opiniones, a las espectativas y a los esquemas que la familia quiere que uno cumpla. Por eso digo que, ante todo, uno ha de permanecer libre y des-identificado. Así, al igual que sucede en no pocas ocasiones, algunas personas nos acompañan durante un cierto trayecto del camino, que es nuestra Vida, y, llegado a un punto de bifurcación, cada uno sigue senderos distintos. Uno no debe aferrarse a esa persona, sino dejar que cada uno continúe su propio destino. Y esto, por más que les cueste a algunos y a algunas, y por más que se nieguen a que les entre en sus molleras, también sucede en las relaciones de pareja. Como dice Jesús, aquel que hace la Voluntad de Dios, es familiar suyo. Por eso, aquellos que siguen el camino del descubrimiento de Si-Mismos, aquellos que hacen suya la máxima délfica "cónocete a tí mismo", esos son familiares míos. Si aquellos por cuyas venas corre la misma sangre siguen la voluntad divina, de un modo consciente, entonces serán mis hermanos.

VII JORNADAS INTEGRALES EN BARCELONA


El próximo día 17 de octubre dan comienzo las VII Jornadas Integrales, en Barcelona, en el Colegio Mayor Sant Jordi. En ellas se tratarán temas como: “Amor y sexualidad en el cuerpo cultural”, “Construyendo la cultura de la empresa integral”, “Evolución colectiva y vivencias religiosas” y la presentación del libro “Evolución Integral”, escrito por varios autores integrales entre los que destacan Raquel Torrent (psicóloga y coordinadora del libro), Maribel Rodríguez (psiquiatra), José María Poveda (psiquiatra) y Luis Paniagua (músico), entre otros. Además, de la participación mediante teleconferencia, del mundialmente conocido escritor y pensador Ken Wilber.

Me resulta interesante, más allá de los temas tratados, que el evento tenga lugar en el Colegio Mayor de nada menos que el Santo Jorge, el matador de dragones. Y ya conocemos la simbología que envuelve semejante santo. O sea, la lucha con las bajas pasiones (el dragón) y el dominio de uno mismo.

Asimismo, habrá un stand de libros de diversos autores, como las obras de Ken Wilber, el libro “Evolución Integral”, escrito por los autores mencionados y mi libro “El retorno al paraíso perdido. La renovación de una cultura.”

Recomiendo la asistencia a estas jornadas por su interés en la construcción de un nuevo paradigma integrador.

viernes, 9 de octubre de 2009

RELACIONES DE PAREJA Y SU SENTIDO. 1ª PARTE



Vivimos en una sociedad que ensalza lo placentero, lo bueno, lo bonito, lo fácil, etc. Es decir, sólo uno de los aspectos, el luminoso o, para utilizar el lenguaje oriental, el lado Yang de la Vida. Y, esta actitud, que se ha venido extendiendo durante siglos, es la que domina, también, en el ámbito de las relaciones de pareja. Sin embargo, precisamente las relaciones de pareja se han convertido, a día de hoy, en uno de los campos de batalla en los que, con mayor enjundia, se manifiesta el lado oscuro y siniestro de la vida. Sí, ese aspecto, esa faz que el colectivo tanto denosta, aquel tan repudiado por todos y, pese a todo, ese que tanto afecta a las vidas íntimas y personales de cada cual.

Puede resultar divertido, a simple vista, observar cómo la gente, cada vez que se enfrenta a los aspectos más sombríos de su personalidad, habla de trascender o controlar los instintos más primarios, pertenecientes a lo inconsciente colectivo. Pero, en realidad, de divertido no tiene nada, puesto que los dramáticos y, en demasiadas ocasiones, trágicos finales, a los que están abocadas buena parte de las relaciones sustentadas en la ignorancia mutua de ambos conyuges, lo evidencian los medios de comunicación a diario. Escenas de brutalidad, violencia, sufrimiento, luchas de poder, guerras internas, asesinatos, violaciones... están a la orden del día.

Los romanos llamaban Plutón a la deidad que gobernaba el inframundo. Pero, antes que estos, los egipcios atribuían a la diosa solar Sekhmeth la guerra, siendo la señora de la masacre y de la venganza. Incluso la gentil y sensual Afrodita/Venus, convertida en amante del dios de la guerra Ares-Marte, fue venerada por los espartanos como un numen de las batallas sangrientas. Hoy, los psicólogos utilizan un nombre más científico, más aséptico, para referirse a ese ámbito de la experiencia humana: lo inconsciente.

Todo esto debería hacernos reconsiderar la imagen del mundo con la que el colectivo se identifica. Saber que en las capas más profundas de nosotros mismos, en lo inconsciente, precisamente, reside una entidad que se asemeja más a un primitivo "hombre de las nieves", a un "hombre-lobo" o a un primitivo arcaico, tomar consciencia de ello, nos ayudará a comprender lo que a continuación exponga.

Ciertos acontecimientos recientes, de los que he sido testigo directo, me han hecho preguntarme sobre el sentido último de las tan frecuentes dificultades que se presentan en la mayor parte de las rupturas de pareja. Los psicoanalistas dirán que se produce una ruptura de las proyecciones, que mantenían la relación en un estado de ceguera mutua, y que ese es el motivo principal de las separaciones. Claro, el "príncipe azul" y la "inmaculada virgen", cuando desaparece el velo proyectivo que empañaba, resulta que ni es príncipe, ni azul, y, por supuesto, ni es virgen, ni inmaculada (al menos, en el sentido moderno de los términos).

Pero, y ahora comienzan las preguntas sobre el sentido y el significado profundo de la relación ¿quién es responsable de dicha situación? Si la persona, mujer u hombre, ha proyectado una imagen "irreal" sobre su pareja ¿quién es el responsable de dicha proyección? ¿Es responsable la persona que proyecta o aquella que recibe la proyección? ¿Quién es el "causante" último de semejante "hechizo"? Y, lo que es más importante ¿hay algún sentido oculto, profundo, detrás de esas imágenes con las que se reviste al cónyuge?

Realizarse este tipo de preguntas, cuando se presentan problemas en una relación de pareja, considero que es mucho más enriquecedor (y, recordemos que Plutón significa "rico") que inculpar al otro por no ajustarse a la imagen que habíamos proyectado sobre él. Claro que, para eso, hay que atravesar un largo camino de penurias. En este sentido, me viene a la memoria el caso de un amigo.

Mi amigo (en adelante, Pedro) estaba inmerso en un proceso de separación con su ex-pareja. Tras un dilatado período de ruptura, la relación se había tornado en mera amistad. Sin embargo, un análisis más cercano reveló la existencia de un "enganche", a nivel inconsciente, que se manifestaba en que aún mantenían la vivienda, en la que habían convivido durante su relación, a nombre de los dos.

El verdadero conflicto tomó cuerpo cuando Pedro conoció a una mujer, entablando una relación de pareja con ella. Al comunicarle la nueva situación a su ex-pareja, ésta cambió por completo su actitud. Se convirtió en una harpía, intentando hacerle la vida imposible. Las amenazas, los violentos enfrentamientos, el victimismo, el acoso personal, se convirtieron, durante un tiempo, en moneda común.

Casos como este, lamentablemente, no son sino demasiado frecuentes. Tan frecuentes, como la incapacidad de afrontarlos convenientemente. Y es que, detrás de estos conflictos, nos encontramos con factores inconscientes que pertenecen, ni más, ni menos, que a nuestro propio y esencial destino.

Continuará...

miércoles, 7 de octubre de 2009

¿ES POSIBLE UN PARADIGMA SISTÉMICO O INTEGRAL EN CIENCIA?


...
Mientras me hallaba investigando el cambio de paradigma en la ciencia moderna, en la intención de escribir un artículo que estoy preparando para su eventual publicación, mi estimado amigo Moisés Garrido ha publicado un excelente trabajo titulado "La irresistible fascinación por lo irracional". Trabajo cuya lectura recomiendo encarecidamente a todos aquellos interesados en desprenderse del velo de Maya, para enfocar la realidad, libre de prejuicios, en torno a los fenómenos paranormales, a las investigaciones científicas y, como no, a las creencias religiosas.

Al mismo tiempo, y en sincronicidad con esta "oportuna casualidad", llevaba unos días pensando y dialogando con mi interior, como consecuencia de un intercambio de "opiniones" e ideas que rondaban el concreto tema de los pre-juicios existentes en los científicos. En ese conjunto de presupuestos que adoptan al investigar y al transmitir su conocimiento en las universidades, sin siquiera pararse a revisar o cuestionar si dicho sistema de creencias es válido o no, si se ajusta al nuevo paradigma, o si es una perpetuación del antiguo. Al transmitir sus conocimientos, lamentablemente, estos científicos impregnan sus exposiciones con una suerte de pre-juicios que acaban siendo adoptados, al menos provisionalmente, por aquellos estudiantes a quienes están enseñando y, en gran medida, educando.

Todas estas sincronicidades me han movido a escribir este ensayo, con la finalidad de dar al lector una serie de ideas que le permitan poner en cuarentena toda una caterva de pre-supuestos, que solemos tomar como válidos y verdaderos, sólo porque la tradición, el consensus gentium, el stablisment científico, o sus representantes, lo aseguran con lapidario convencimiento.

Como muy bien apunta Moisés Garrido en su mencionado ensayo, "La irresistible fascinación por lo irracional", los buscadores de la Verdad (la Fuente de la que todo surge) están abiertos, o deberían estarlo, tanto a replantearse muchos de los pre-supuestos/pre-juicios con los que encaran la realidad (sea en el campo de la religión, de la parapsicología o de la ciencia), cuanto a dudar de los estudios e investigaciones, aparentemente novedosas, pero que, en el fondo de los fondos, continúan manteniendo el paradigma newtoniano-cartesiano, para utilizar el término acuñado por Thomas Kuhn en su libro La estructura de las revoluciones científicas (1962).

He podido comprobar, en trabajos de científicos modernos, que buena parte de éstos continúan encarando sus investigaciones dentro del marco del paradigma científico de los últimos tres siglos. Cuando, parece mentira que a estas alturas todavía tengamos que decirlo, la Física moderna, por ejemplo, ha dado al traste con la imagen del mundo que se tenía no hace sino unos pocos decenios. La materia ya no es tan sólida como se creía, y la Teoría del Caos explica algo que la segunda ley de la termodinámica era incapaz de explicar: cómo un sistema complejo, tras entrar en un estado caótico, es capaz de ordenarse. Resulta sorprendente! Y, sin embargo, así parece ser.

De igual modo, la psicología (analítica, transpersonal, etc.) también ha dado al traste con una buena cantidad de ideas, que se mantenían impertérritas dentro del paradigma cartesiano. El reduccionismo es uno de los presupuestos que se resiste al cambio, perpetuándose pese a lo lastrante que resulta. El estudio del cerebro desde una perspectiva holográfica, tal como nos ha mostrado Karl Pribram, también nos hace cuestionarnos buena parte de las ideas que se tenían antes sobre el funcionamiento del cerebro. El alma no es un subproducto del cerebro. Como la idea inversa, que el cerebro sea un subproducto del espíritu, es también un contrasentido. Ni lo uno, ni lo otro. Neti, Neti, que dirían los budistas.

Y es comprensible, por otro lado, que eminentes personalidades de la ciencia, que llevan décadas investigando bajo los presupuestos del paradigma cartesiano, se mantengan dentro de esas "coordenadas", pese a que hace ya unas décadas que se ha puesto en evidencia, cuanto menos, lo cuestionable de las mismas. Dichos científicos, dependen tanto del paradigma, están tan identificados con él, y el propio funcionamiento del Sistema está tan asentado en sus presupuestos, que es lógica esta actitud de resistencia al nuevo paradigma. Por más que resulte contraproducente para el avance de la Ciencia, tal como afirmo en mi ensayo El Paradigma Sistémico. También es recomendable, en este sentido, la lectura del ensayo El alma y el mundo, del terapeuta de orientación jungiana Raúl Ortega.

El mismo T. Kuhn, en  "La estructura de las revoluciones científicas", señala que, durante un período de tiempo relativamente largo, "la ciencia normal" continúa realizando sus investigaciones bajo el prisma del paradigma prevaleciente. Se precisa hacer una "ciencia extraordinaria", que, entre otras cosas, se cuestione los planteamientos del paradigma vigente. Y el cambio de paradigma no se produce por la acumulación de datos y más datos a su favor. No (o al menos, eso se desprende de las investigaciones de T. Kuhn y, posteriormente, de otros científicos vanguardistas). Se produce de un modo rápido, puesto que lo que cambian son las reglas básicas, los supuestos fundamentales de la teoría anterior y ello implica una reevaluación de los hechos y de las observaciones.

Uno se pregunta, entonces, ¿está equivocado todo lo anterior? Y la respuesta es un ¡no! Rotundo. No se trata de que lo anterior sea erróneo y haya de desecharse todo como tal. Se trata de efectuar un esfuerzo por replantearse todo de un modo diferente, y reestructurar lo anterior. Lo antiguo, por supuesto, tiene su validez. Siempre que su aplicación no pretenda sino mantenerse dentro de los límites de los fenómenos que es capaz de explicar adecuadamente. Lo incorrecto es su generalización y su aplicación a otros ámbitos de la realidad que son inconmensurables, desde los presupuestos en los que se asienta el antiguo paradigma.

O sea, no se puede considerar a una investigación como "científica", si se basa en el paradigma antiguo y pretende explicar un área nueva. Al aplicar el nuevo paradigma, los casos del antiguo vienen a constituir casos particulares de la nueva teoría, más abarcadora. Por ejemplo, la mecánica newtoniana puede ser reinterpretada como un caso particular de la teoría de la relatividad de Einstein. La teoría de Newton tiene su validez, por tanto, siempre que no se aplique a cuerpos que se mueven a altas velocidades, o se pretenda una precisión ilimitada de sus predicciones.

La aceptación de un nuevo paradigma, como lo estamos viendo en estos tiempos antiparadigmáticos, no es fácil. Todo lo contrario. Se producen luchas de poder, como poco, pues lo que toca es la seguridad del investigador (de su status y de su puesto, etc.) y de sus propios postulados. Se están cuestionando las raíces mismas de los presupuestos con los que encara la investigación. Y el cambio afecta a factores que son tanto de orden sentimental, administrativo, político, como arquetípico. Sencillamente, está enclavado en el Sistema mismo. El mismísimo Charles Darwin, en su obra El origen de las especies (1859), llegó a esta conclusión:

"A pesar de que estoy plenamente convencido de la veracidad de los puntos de vista expresados en esta obra... no espero en modo alguno convencer a los naturalistas expertos, cuyas mentes están repletas de multitud de conocimientos enfocados, a lo largo de muchos años, desde un punto de vista diametralmente opuesto al mío... Pero miro con confianza al futuro, a la nueva generación de naturalistas capaces de evaluar ambos aspectos de la cuestión con imparcialidad".

Max Planck afirma, con mayor contundencia si cabe, una idea semejante en su Autobiografía científica (1968):

"... una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus adversarios y logrando que vean la realidad, sino cuando éstos finalmente mueren y les sustituye una nueva generación que ha crecido familiarizada con ella."

Claro, lo que afirman estos dos grandes hombres de Ciencia, es que todo paradigma acaba convirtiéndose en una especie de extensión personal del científico, en una parte de él, y se identifica hasta tal punto con éste que resulta muy improbable la aceptación de las nuevas ideas (del nuevo paradigma). El paradigma convencional es, por lo tanto, un statu quo, un stablisment científico. Son las nuevas generaciones, que viven y crecen en el marco del nuevo paradigma, quienes están más capacitadas para realizar la reconstrucción necesaria. O sea, un planteamiento nuevo de lo antiguo. Dando a lo antiguo el lugar que le corresponde, dentro de ese nuevo planteamiento, más amplio.

En el vídeo que les dejo a continuación, pueden ver cómo el físico y estudioso de la antropología, Nassim Haramein, nos descubre todo esto que estamos diciendo aquí:



Por eso, al igual que está sucediendo ya con otros investigadores, independientes del sistema -y, cuando digo independientes, me refiero a libres de prejuicios, con independencia del cargo o función que ejerzan-, como, por ejemplo, la psiquiatra Maribel Rodríguez, quien en su excelente artículo ¿Es posible una psicología integral?, presenta ideas afines a las aquí expresadas); por ese motivo, decía, cuando encaro una investigación, o estudio los resultados de las investigaciones de científicos, me tomo mi tiempo para ver desde qué paradigma lo están enfocando. O sea, me pregunto: ¿siguen perpetuando el reduccionismo del paradigma antiguo? ¿Dan por supuesto que la materia es un conjunto de piezas inanimadas?, etc.

Como bien dice Moisés Garrido, es muy difícil desprenderse del dualismo cartesiano, por ejemplo, algo que también se manifiesta en el dualismo religioso entre la materia (mala, diabólica, etc.) y el espíritu (el summum bonum), y en la Ciencia, por supuesto, entre lo orgánico y lo psíquico. Pero, como dicen los grandes maestros de todos los tiempos, esto es un espejismo, una ilusión. La realidad es Una, aunque se manifieste ora como espíritu, ora como materia. Eso es lo que pienso. Sin perjuicio de que estamos condenados a percibir la realidad a través de su trasposición en imágenes psíquicas (no vemos longitudes de onda, vemos colores).

Hay otro asunto que resulta de gran importancia. La experiencia. Esta es la base de todo cuanto se diga después, evidentemente. Pero, claro, es un peligro tener ciertas experiencias (llamémoslas como queramos, estados no ordinarios de consciencia, como diría S. Grof, v.gr.), porque en mentalidades estrechas y poco preparadas (o sea, con una consciencia harto angosta, y una carencia de conocimientos previos) puede dar lugar a un auténtico brote psicótico. Algo que ha comprobado, una y otra vez, en su trabajo de campo, Moisés Garrido, por ejemplo en el caso de las visiones marianas, y que ha sabido resumir tan brillantemente en su libro El Negocio de la Virgen.

La psicología analítica nos ha enseñado que lo inconsciente, o sea, lo desconocido, tiende a proyectarse en el mundo. Cuanto más inconsciente sea el individuo, cuanto más mermado su autoconocimiento, tanto más se proyecta lo inconsciente. Y, claro, los arquetipos, los generadores de mitos y leyendas, por así decirlo, tienden a revestirse con el lenguaje de la época. Hoy, como bien sabemos, los dioses ya no pululan por ahí, en los ríos, en los mares, en las fuentes, en la vegetación, etc.; tampoco hay un lugar, llamado Olimpo, en el que residen los dioses, debatiendo, influyendo o condicionando el destino de los seres humanos; sin embargo, dichos dioses no han desaparecido. Vuelven a reproducirse bajo la máscara de extraterrestres, Ovnis, visiones marianas, abduciones, etc...

domingo, 4 de octubre de 2009

SABIDURÍA Y NUEVA ÉTICA




"Quien conoce los hombres es hábil.
Quien se conoce a sí mismo es sabio.
Quien vence a los otros, es fuerte.
Quien se vence a sí mismo, es poderoso."

Tao Te King.



No deja uno de contemplar y de observar anonadado la pretendida creencia general en la absoluta liberación de prejuicios, especialmente en temas religiosos. Pero, pese a esa persistente creencia, la actitud, los ideales, hasta en sus más mínimos pormenores, así como las ideas y las reflexiones, el modo de vivir, la moral y hasta el lenguaje están condicionados por factores arquetípicos, enraizados en la historia del espíritu humano. De ello la consciencia no tiene la menor sospecha, en parte por una falta de autocrítica y, en parte también, por un modelo de educación poco adecuado a las demandas de nuestro tiempo. Quizás sea ese prejuicio que entiende al ser humano como una Tabula Rasa, que viene al mundo vacío de contenido y que sobre él se puede escribir casi cualquier cosa, atribuyendo a la educación prácticamente todos los males del individuo, la rémora más importante a la hora de comprender la complejidad de la psique humana. Hasta tal punto la consciencia no sospecha de la existencia de los arquetipos que los últimos descubrimientos acerca de los orígenes del cristianismo han hecho tambalear las consciencias de un gran número de personas que habían asumido, como verdad incuestionable, el dogma cristiano. Por lo tanto, no será de extrañar que sean muchos aún los individuos que rechacen los resultados de las investigaciones más vanguardistas acerca de María Magdalena, según las cuales ésta no era la “pecadora” que los evangelios canónicos nos hacían creer sino, antes bien, la pareja del Jesús histórico, la Novia de Cristo. Y no sólo eso sino que, además, fue ella quien transformó a Jesús en “el Ungido”, es decir, en Cristo. Tampoco sería de extrañar que ella hubiera continuado la tradición, mucho más antigua, de la Prostitución Sagrada, siendo, por ende, una Hieródula que practicara sexo sagrado con Jesús. Por muy heréticas que parezcan estos resultados, están en consonancia con los productos de lo inconsciente de múltiples personas. Y se asemejan, tal vez demasiado, a la “corriente subterránea” que ha sido repudiada por el cristianismo ortodoxo. Valgan estas consideraciones para poner de manifiesto los condicionamientos, histórico-culturales, que influyen en las percepciones, estilos de vida, actitudes, pensamientos y en la moral de todo ser humano. Cosa que no es exclusiva de nuestro tiempo, pues el alma funciona como siempre ha funcionado.


Según la psicología profunda, los arquetipos son los verdaderos arquitectos de lo que luego se manifiesta en el ámbito de la consciencia. Como tales, éstos sólo son aprehensibles a través de símbolos, de imágenes simbólicas. Son ellos los condicionantes del quehacer humano, que despiertan a la vida sólo a través de un esfuerzo paciente de comprensión de su significado y del modo en que aquellos se manifiestan en el individuo. Adquieren vida y sentido cuando uno se esfuerza en experimentar su numinosidad, es decir, su relación afectiva con uno mismo. Y así el evangelio de Felipe nos dice:

“La verdad no vino al mundo desnuda, sino que vino en símbolos e imágenes; (el mundo), de otra forma, no podría recibirla. Hay un renacimiento y una imagen del renacimiento. Es en verdad necesario renacer mediante la imagen”.


Para adecuarlo a la perspectiva de la psicología analítica, podríamos sustituir la palabra un poco más antigua y quizás más vaga de “mundo” por “consciencia” y expresaría la misma idea anterior. No sólo es que la imagen precede al acto de la manifestación, sino que, además, no es posible renacimiento alguno si no se trabaja en la toma de consciencia del símbolo o imagen emanado de lo inconsciente. El trabajo que supone la diferenciación de la imagen arquetipal resulta ímprobo, tanto más cuanto que todo arquetipo puede ser diferenciado ad infinitum. Pero de lo que aquí tratamos es de la necesidad del desarrollo interior de la imagen, en virtud de la vivencia y de la experiencia resultante, y su manifestación concreta dependerá de las aptitudes individuales.

La labor de traer al ámbito de la consciencia los contenidos de lo inconsciente fue el trabajo al que encomendaban su vida los alquimistas. Y los procesos que les conducían a la pretendida y ansiada piedra filosofal, es decir, el oro non vulgi, eran los mismos que acontecen en la psicología analítica moderna, si bien los primeros proyectaban sus contenidos al ámbito de la materia, mientras que a los segundos le son accesibles a través de los productos de lo inconsciente que emergen en las sesiones de terapia.


De acuerdo con lo dicho hasta ahora, se desprende que el individuo sólo lo es hasta cierto punto, pues en los niveles más profundos de su psique, precisamente en lo inconsciente colectivo, está impregnado, condicionado e influido por los determinantes que se hallan constelados en la época y/o momento en el que vive. De ese modo, ningún español, como tampoco su hermano europeo, podrá sustraerse a la influencia de los arquetipos que se hallan inmersos y activos en su psique.

Hoy parece que los valores que un día florecieron con la era cristiana están siendo arrasados hasta en sus más mínimas manifestaciones. Algunos, muchos, opinan que el cristianismo es una reliquia del pasado y que, con los avances científicos modernos, hace ya tiempo que está superado. Aducen, no sin cierta razón, que en nombre del cristianismo se han cometido verdaderas atrocidades. Por si esto fuera poco, como ya mencionamos en líneas precedentes, los nuevos descubrimientos de textos gnósticos antiguos, han dado pie a investigaciones minuciosas acerca de los orígenes del cristianismo. Asimismo, del estudio comparado de los textos que conforman el llamado Nuevo Testamento se ha colegido que aquellos no son sino un compendio seleccionado, de otros muchos existentes en aquella época y tan válidos como esos para ser incluidos en el Nuevo Testamento, tras la celebración del concilio de Nicea en el año 325 de la era cristiana.

Los resultados de los estudios referentes a los orígenes del cristianismo parecen cuestionar concepciones que se han tenido como verdades incuestionables para la inmensa mayoría de los cristianos. De esta suerte, ideas como que Jesús fue célibe o que fue superior en espiritualidad a Juan el Bautista parece que no son sino aparentes falacias. De igual modo, algunos detalles de su vida parecen estar en tela de juicio, no adecuándose a los contenidos del Nuevo Testamento, tales como la fecha de su nacimiento, sus orígenes humildes, la procedencia de sus conocimientos religiosos o su pertenencia a la religión judía. Todos estos resultados no deben hacernos culpar exclusivamente a los representantes de la Iglesia ortodoxa por toda esta aparente mentira y no debemos pensar que los Padres de la Iglesia han sido los responsables, por una suerte de manipulación y tergiversación de la verdad, del estado actual de incomprensión, rechazo y animosidad con respecto a asuntos de índole religiosa. Eso equivaldría a proyectar la responsabilidad que le es propia al estado psíquico del español y, por ende, del europeo moderno en la figura del “Otro”. Y ese otro sería la institución eclesiástica y sus representantes. Desde luego que la emergencia del indómito salvajismo de los últimos años reside precisamente en ese estado del alma del europeo. De nada sirven propagandas a favor de una mayor integración entre los países que componen la actual Unión Europea, pues son los cimientos anímicos los que han de servir de basamento a toda estructura que se pretenda edificar con una cierta garantía de éxito.


Ciertamente, la emergencia del mal en el mundo occidental es una consecuencia del mantenimiento de la antigua ética judeo-cristiana que, aunque necesaria en sus orígenes -para fortalecer el complejo del yo y dar preeminencia a la consciencia, frente a las tremendas irrupciones de fuerzas y tendencias instintivas- ha generado una escisión psíquica y, con ello, ha sido fuente de enfermedades psicosomáticas y desarrollo defectuoso en muchos individuos. Ha sido especialmente perjudicial para un amplio conjunto del colectivo que, al estar incapacitado para asumir el standard cultural de una élite, ha terminado por conducir a una acumulación y activación del lado oscuro de la colectividad y del individuo. Dado el extraordinario incremento de la población mundial, la divergencia entre una élite de individuos, en los que el aumento de consciencia y una individuación crecientes les ha capacitado para adquirir una responsabilidad individual ante la problemática de la sombra, del lado oscuro de la psique, y una cada vez más numerosa masa de personas cuyo nivel cultural, moral y consciente está por debajo y, en ocasiones, muy por debajo del estandar o normal ha aumentado extraordinariamente. El peligro de esta diferencia de niveles culturales y morales se manifiesta, en el ámbito de una comunidad, en la psicología del chivo expiatorio, que recibe las proyecciones del mal del que no es consciente esa comunidad (como, por ejemplo, en los asociales, marginados, deficientes, extranjeros, inmigrantes o criminales); y, en el ámbito internacional, en el incremento de las guerras, que no son sino epidemias colectivas de irrupciones de los instintos más básicos, de destrucción y aniquilación.


La nueva ética, tal y como apunta el analista jungiano E. Neumann, requiere tomar en consideración la personalidad total, tanto a la consciencia, cuanto a lo inconsciente. Esto supone tomar consciencia tanto de los aspectos positivos cuanto de los negativos de la propia personalidad, para poder, a través de una diferenciación cada vez mayor de las potencialidades inicialmente inconscientes y, por consiguiente, insertas en el ámbito de la Sombra, incorporarlas en la vida individual y, consiguientemente, aportarlas al colectivo social. En palabras de Maite del Moral:

"Mirar hacia el interior, explorar lo desconocido, asumir el propio mal y dejar de colocarlo en los otros, rescatar nuestro bien y buscar la integración de ambos, resulta imprescindible para encontrarnos "centrados". Y sólo desde nuestro centramiento individual, podremos hacer una sana aportación a esta colectividad nuestra, tan necesitada de ello."