martes, 23 de febrero de 2010

AVATAR: ¿UN RETORNO AL PARAÍSO PERDIDO?



A lo largo de las cinco entradas que he dedicado a la interpretación del simbolismo que aparece en la película AVATAR, he ido comentando que, el director, James Cameron, representa en la película una suerte de retorno al Paraíso Perdido, a una especie de Edén o Jardín bíblico, donde el Árbol (símbolo de la Madre Naturaleza, la Gran Diosa en los mitos pre-genésicos) es el Centro, simbolizando al Espíritu de Vida. Ese viaje que Jake Sully, el protagonista de la película, realiza a Pandora representa, precisamente, ese retorno al Paraíso.

Este mismo tema lo he tratado en detalle en mi libro "El retorno al Paraíso Perdido. La renovación de una cultura." Por lo que, a aquellos lectores que les haya interesado, gustado o,
sencillamente, les haya "picado" la curiosidad, al leer mi interpretación de AVATAR, les recomiendo la lectura de mi libro El retorno al Paraíso Perdido. Allí, ampliarán con creces la información sobre el significado psicológico profundo del viaje a Pandora, y comprenderán mejor el motivo por el cuál esta película ha tenido tanto éxito.

Quienes estén interesados en el libro, no tienen más que enviar un correo electrónico a la dirección que aparece bajo su portada, en este mismo blog, (poniendo en el remitente el título del libro en mayúsculas); o bien, pueden enviar un comentario a esta entrada. En cualquiera de los dos casos, deben adjuntar su nombre y apellidos, así como la dirección postal a la que quieren que se les envíe el ejemplar.

lunes, 22 de febrero de 2010

VISITANDO A CARL GUSTAV JUNG

Esta noche pasada, tuve un sueño en el que aparecía la figura de C. G. Jung. Me encontraba, con mi pareja, en su casa de Suiza. Como estaba en su interior no sabía bien en qué lugar estaba. Pero tenía la impresión de que me hallaba en su torreón. El caso es que mi pareja y yo estábamos hablando con él. Primero, estuvo conversando con mi pareja en un tono muy distendido, en inglés por supuesto, y parecía que se encontraban muy agusto. Luego, mi pareja se marchó, y me quedé con el anciano Jung a solas. Estuvimos hablando, al principio, acerca del proceso de individuación, creo recordar. De pronto, levanta la cabeza y clavando su penetrante mirada, empieza a preguntarme varios asuntos relacionados con mis estudios académicos. El diálogo, aunque tuvo lugar en inglés, lo reproduzco en castellano.

-José, ¿qué estudios superiores has cursado hasta ahora?- Me pregunta Jung, muy interesado.

-Pues, me he licenciado en Ciencias Ambientales y, en estos momentos, estoy estudiando la carrera de Psicología.- Le respondo, un poco apurado y titubeante. Sentía que, frente a la multitud de sus títulos de doctor honoris causa, mis titulaciones eran insignificantes.

-Eso está muy bien, José - me dice con cierta satisfacción. Me dio la impresión de que le interesaba que hubiera estudiado Ciencias Ambientales. Entonces, recordé que él mismo se debatió entre estudiar Ciencias Naturales y Psiquiatría, decantándose, al final, por esta última.

-José, ¿no hay ninguna Fundación, en tu país, que imparta psicología analítica?- Me preguntó con interés.

-Sí, Carl, claro. La Fundación C. G. Jung de España- respondí, de inmediato.

-Muy bien, José.- Y, clavando su mirada en mí, afirmó con rotundidad: - Entonces, eso es lo que debes hacer, formarte como analista.

El sueño concluyó ahí.

El sueño es, desde luego, compensatorio. Compensa mi actitud consciente, que manifesté en la entrada de ayer, como fiel representante que soy del puer aeternus. Aquí, el Senex Jung me indica cuál es la siguiente etapa de mi viaje. Marca los límites con precisión. Debo graduarme en Psicología y, posteriormente, prepararme como analista jungiano. Así que, como suele decirse, "donde manda Capitán, no manda marinero".

Apostillo aquí que, aunque soy consciente de que la institución española habilitada para conceder la preparación de analista junguiano es la SEPA, en el sueño se produjo esa confusión. Tiene, desde luego, su razón de ser y su significado, pero, como es natural, y dado que pertenece a mi privacidad, no lo voy a revelar.

domingo, 21 de febrero de 2010

CONOCIMIENTO ACADÉMICO Y AUTORREALIZACIÓN PERSONAL


En esta entrada proseguimos nuestra disquisición acerca del conocimiento académico y el que procede de la vivencia, o "gnosis". Y, dado que hemos estado hablando de Wilber y de Jung, utilizaremos como ejemplo a ambos autores. Así, cuando leo a estos dos autores, por ejemplo, me doy cuenta de que muchos malos entendidos se producen por los diferentes mapas que utilizan. Fijémonos, verbigracia, en el término mágico. ¿Qué entendemos por el término "mágico" o "numinoso", quienes proseguimos el legado jungiano? ¿En qué diferimos de lo que Ken Wilber entiende por ese término?

Dentro del planteamiento de Ken Wilber, el término "mágico" se refiere a una etapa pre-racional o pre-egoica, en la que hay un pensamiento mágico (lo inconsciente se encuentra proyectado en el mundo objetivo). Mas ese término puede utilizarse en otro contexto, para referirse a la experiencia que una persona tiene, cuando es "arrebatado" por una vivencia espiritual, por ejemplo. Es, de ese modo, cómo lo entiende C. G. Jung. Por eso es tan importante definir lo que cada cual entiende, cuando utiliza ciertos términos. Especialmente, cuando se usa terminología nueva, como es la de Ken Wilber.

Personalmente, cuanto más leo a Wilber, tanto más me inclino por los planteamientos de Carl G. Jung. Desde mi punto de vista, éste último es más complejo y, a la vez, más completo en su modo de abordar la psique. Aunque, soy consciente de que aún me queda mucho por conocer de Wilber.

En cualquier caso, lo esencial, desde mi punto de vista, no es lo que dice Wilber, Jung, o cualquier otro autor. Sino la experiencia que cada cual va teniendo en el camino de despliegue de su personalidad total (léase Sí Mismo) y qué mapas le pueden ser más útiles en ese camino. Al final, el camino lo tiene que recorrer uno, o, como dijo el poeta, el camino se hace al andar. Así, que Jung haya designado con el nombre de individuación a ese proceso no es casual. Se refiere a que ese sendero, aunque tenga etapas universales, arquetípicas, los matices, las prelaciones en que se dan esas etapas, los conflictos que se presentan, etc., son, no obstante, únicos e irrepetibles.

Así, la obra de Wilber es la expresión de su propio proceso de individuación, como la obra de Jung es, también, una expresión de su autorrealización. Sin embargo, esa autorrealización puede ser más o menos completa en cada uno de los autores, y uno puede darse cuenta de esa completud estudiando sus biografías. Yo, en este punto, me adhiero a lo que mi buen amigo Raúl Ortega, terapeuta de orientación jungiana, dijo en una oportunidad:

"Yo, por otro lado, soy un hombre de poca fe. Un pobre de espíritu, obligado a ser mordaz crítico tanto de mis especulaciones fantasiosas como de las de los demás. Incapaz de creer en lo que cuenta ningún maestro en una conferencia o libro si no forma parte de mi propio bagaje. No me interesa ninguna canción que no me toque el alma, ni ninguna doctrina que no pueda contrastar con la dura roca de mi limitada pero únicamente efectiva experiencia real. Nadie va a darte nada que tú no tengas. Nunca vas a conocer nada importante sobre la realidad transpersonal a través del pensamiento de otros, de sus anécdotas, de sus libros, ni tampoco a través de ningún ejercicio o meditación a la que no te instigue (siempre sólo temporalmente) el mismo Self. Nadie puede elegir andar el camino. Él te elige a ti."

Yo, con Raúl, digo: No me interesa ningún libro, ni ningún autor, ni obra alguna que no forme parte de mi propio bagaje vital. Entiendo que haya gente que pueda atiborrarse de teorías de autores diversos y que se vanaglorie de haber leído miles de libros, de conocer cientos de caminos distintos. Y, sin embargo, no tiene ni idea de cuál es el suyo propio. Que, al fin y a la postre, es lo verdaderamente importante. De este modo, cuando escribo, cuando investigo, no lo hago para ver cómo otros han escrito tal o cual cosa, qué mapas han realizado, y lo bien delineados que están, etc... No, eso no va conmigo. Lo hago porque estoy haciendo mi propio camino, porque estoy caminando mi propio Destino y, para comprender mejor la etapa en la que me encuentro, para ver lo que han visto otros que han hollado esas mismas praderas (u otras semejantes), consulto a los autores que han estado allí (y no a aquellos que hablan por boca de otros, y/o que ni siquiera han conseguido pasar el Umbral). Desde luego, soy muy consciente de que este modo de proceder no es el común, ni mucho menos, y que resulta harto difícil, duro y, en ocasiones, peligroso. Marie Louise von Franz, en su libro "Alquimia. Introducción al simbolismo", expresa esta misma idea del siguiente modo:

"(...)incluso en la tradición del introvertido que se proclama dueño del espíritu, la verdadera experiencia personal del inconsciente es muy poca. Nunca hay más que unos pocos individuos que tengan experiencias así, probablemente porque son tan
peligrosas y aterradoras que sólo unas pocas personas excepcionalmente valientes siguen este camino, o bien los necios que no saben hasta qué punto aquello es peligroso, y que por eso mismo terminan enloqueciendo."

sábado, 20 de febrero de 2010

El LIBRO ROJO (ROTE BUCH–LIBER NOVUS ) DE JUNG EN CASTELLANO


QUÉ GRAN NOTICIA!!!!!!!!!!!!!!

Para todos los seguidores del legado jungiano, y especialmente para la comunidad castellano parlante, ayer fue un día memorable.

Hoy, gracias a la amabilidad de uno de nuestros lectores, ha llegado a nuestro conocimiento la gran noticia de que el libro rojo de Carl Gustav Jung será, finalmente y tras un largo periplo, no exento de dificultades, publicado en lengua castellana.

Así, tenemos el honor y la alegría de comunicar, con entusiasmo, que ya está en marcha la edición del Libro Rojo en castellano!!!.

El anuncio oficial, encabezado por la presidenta de la Fundación C. G. Jung de España, Silvia Tarragó, que se hizo público ayer mismo, reza como sigue:

"Hoy, día 19 de febrero, y si todos los dioses nos siguen siendo propicios, tenemos el placer de anunciar que por iniciativa de Soledad Costantini, el MALBA - Fundación Costantini de Buenos Aires, publicará en castellano El Libro Rojo de C. G. Jung. El editor del proyecto es el Dr Bernardo Nante, presidente de la Fundación Vocación Humana de Buenos Aires. La publicación tendrá la misma calidad que el original e incluirá el facsímil del bello manuscrito alemán con todas sus ilustraciones, asi como la introducción de Sonu Shamdasani."

En un segundo artículo, titulado "En breve, el Libro Rojo de Jung", encabezado por Enrique García Galán, se nos confirma la notica:

"Confirmado: la versión española de esta obra inédita de Jung será publicada en Buenos Aires, posiblemente en este año 2010, por la Fundación Constantini—MALBA, con traducción dirigida por el Profesor Bernardo Nante, quien ya ha intervenido, junto al Profesor Francisco García Bazán, en la edición de los volúmenes de la Obra completa de Jung relativos a la alquimia y la religión —volúmenes 11, 12, 13 y 14."

Algunos hemos saboreado ya el amargo sabor del NO en el rudo y áspero camino hacia la publicación de una obra. Así que, empatizamos con las palabras que Silvia Tarragó vierte en su anuncio.





viernes, 19 de febrero de 2010

KEN WILBER. RÉPLICA A LA FALACIA PRE/TRANS. 3ª Parte


Proseguimos, en esta nueva entrada, nuestra réplica a la crítica de Ken Wilber a la teoría de los arquetipos de Carl Gustav Jung. En este caso, incidiremos en el malentendido, por otro lado bastante extendido, en el que incurren, tanto Ken Wilber como aquellos que continúan su modelo de Psicología Integral, al interpretar el abordaje de los arquetipos por parte de los analistas jungianos, dentro del marco de la falacia pre/trans.

Uno de los malentendidos más generalizados, en una primera aproximación a la obra de Jung, es el que se deriva de su forma paradójica de expresarse. Por lo general, la dificultad que genera la lectura de Jung parte, esencialmente, del modo en que éste considera a la psique en su totalidad. Dado que, para Jung, ésta está formada por dos grandes sub-sistemas, consciente e inconsciente, al expresarse en sus textos hace un esfuerzo intencional dirigido a amalgamar a ambos subsistemas al mismo tiempo, sin dar una exclusiva atención a la consciencia, frente a lo inconsciente. Por eso, la comprensión de buena parte de sus obras, especialmente aquellas en las que aborda los símbolos alquímicos, resulta tan difícil. Por ese motivo, el enfoque wilberiano, excesivamente racional, diríamos que apolíneo, interpreta esa forma paradójica de expresión como confusa o poco precisa. Así, lo que para Jung es una paradoja, para Wilber es una falacia pre/trans. En realidad, a Jung se lo podría considerar un esoterista, o bien, un alquimista moderno vestido de científico. Y eso es lo que resulta tan chocante, fuente de malentendidos, para buena parte de sus críticos.

Por lo tanto, no resulta de extrañar que, Ken Wilber, y los que continúan su línea de investigación integral, interpreten que Jung no distinguió con la suficiente claridad entre los dominios preegoicos o preracionales y los dominios transegoicos o transracionales. Sin embargo, como he mencionado antes, esta distinción no capta la paradójica esencia de lo Inconsciente Colectivo y, por lo tanto, de sus constituyentes, los arquetipos. Repitámoslo, Jung no hizo esa distinción a propósito. En este mismo sentido, Marie Louise von Franz en su libro Alquimia. Introducción al simbolismo (Ed. Luciérnaga) afirma:

"La tendencia a desviarse y unilateralizarse es inna­ta en la conciencia, está vinculada con su necesidad de claridad y precisión. La gente suele decir, por ejemplo, que el doctor Jung no escribe con mucha claridad, pero es que él lo hace a propósito: escribe con una doble ac­titud, haciendo plena justicia a las paradojas del in­consciente. Describe los fenómenos psíquicos desde un punto de vista empírico.(...) Jung usa un método des­criptivo, que ha sido adoptado ahora también en la fí­sica nuclear, con el que los hechos se describen desde dos ángulos complementarios, que se contradicen en­tre sí, pero que sin embargo son necesarios para que se pueda captar la cosa en su totalidad. Las palabras no son más que instrumentos, no la cosa misma."

Ray Harris, en su mencionado artículo, afirma que una psicología integral de los arquetipos debería hacer una distinción clara entre las traducciones simbólicas "preracionales", "racionales" y "transracionales" del arquetipo. Y que, la forma que adopte el arquetipo, sea "pre", "racional" y "trans" es igualmente numinosa para quienes la experimentan, pues la numinosidad proviene del arquetipo (la forma vacía de contenido) y no de su manifestación concreta. Harris lo expresa del siguiente modo:

"An Integral psychology of archetypes would therefore make a clear distinction between a 'pre', a 'rational' and a 'trans' translation of the archetype – a 'form without content'. It would understand that the translation, be it a mythic form, or a subtle level appearance of a Dhyani Buddha, is not the archetype itself. It would understand that the translation appears equally numinous to the person at the relevant level. A person at the mythic level will have a numinous experience expressed mythically, a person at the subtle level will have a numinous experience expressed in subtle forms. It is the archetype however, that is the source of the numinosity, not the translation – and that is a very common misconception."

Aunque estoy, básicamente, de acuerdo con Harris en que, dependiendo del nivel de consciencia en el que se encuentre el individuo, la experiencia del arquetipo será diferente (que no su numinosidad), difiero en un aspecto fundamental. Desde mi punto de vista, como mencioné en mi artículo anterior, el nivel de consciencia no afecta al modo en que el arquetipo se expresa originariamente, es decir, al modo en que éste se "presente a la consciencia", puesto que para la consciencia, la imagen arquetípica, el símbolo, le es, en un principio, desconocido. En mi opinión, el nivel de consciencia afectaría al símbolo de dos modos:

1. A través de la imaginación activa: el símbolo puede ir transformándose y adquiriendo rasgos más diferenciados, a medida que la consciencia interactúa con los símbolos arquetipales. Esto hace que la imagen primigenia pueda ser sentida, reconocida y parcialmente comprendida por el complejo del yo (ego). Cuanto más cercano le sea a la consciencia, cuanto más comprendido sea por el ego, tanto más diferenciado aparecerá el símbolo. Por ejemplo, a un nivel colectivo, podemos observar este proceso si comparamos las manifestaciones simbólicas de la alquimia y las de la tradición cristiana. Estas últimas se transmiten por mediación de la doctrina, la tradición y las organizaciones colectivas. Aunque originariamente han surgido de lo inconsciente colectivo, sin embargo, sus símbolos están elaborados y trabajados por la tradición y, por lo tanto, se puede decir que están racionalizados y depurados de ciertas vulgaridades, que son propias de la vivencia original, que brota de lo inconsciente de un modo directo y espontáneo. Esto último es, justamente, lo que sucede en el simbolismo alquímico, que proviene de un contacto directo del alquimista con los productos de lo inconsciente y, por ese motivo, sus símbolos difieren de los comunicados por la tradición.

2. Mediante su hermenéutica: Una vez que el símbolo es totalmente interpretado y comprendido por la consciencia, deja de ser símbolo para convertirse en una mera alegoría, en un "signo" o en un unívoco contenido de consciencia. El caso contrario, lo constituiría la completa incomprensión del símbolo, lo que daría lugar a un enfrentamiento hostil para con la consciencia, puede escindirse de ella, provocando una disociación. En este último caso, se siente como un elemento perturbador, al comportarse como un complejo inconsciente autónomo. Para más detalles, véase la explicación de J. Jakobi en mi anterior entrada.


Para aclarar un poco más lo que quiero decir con esto último (agradezco a Marcelo su crítica, muy pertinente, sobre la realidad del símbolo), deseo añadir que, con el transcurso del tiempo, y una vez comprendidos e interpretados los símbolos a nivel consciente, éstos pierden su "maná", su efecto numinoso, por lo que un nuevo símbolo  ha de nacer para que contenga la numinosidad que el anterior dejó de poseer. Por lo tanto, tal y como Marcelo indica en su acertada crítica, la interpretación de un símbolo nunca se agota, pero sí puede agotarse el efecto numinoso que éste tiene sobre la consciencia. 

© José Antonio Delgado González, 2010

domingo, 14 de febrero de 2010

KEN WILBER. CRÍTICA A SU INTERPRETACIÓN DEL ARQUETIPO. 2ª PARTE



En una entrada anterior, introdujimos la polémica crítica que Ken Wilber hacía a la teoría de los arquetipos de C. G. Jung. Raúl Ortega, en su blog, continuó nuestra réplica a Wilber acerca del modo en que interpreta el significado jungiano del término arquetipo. Como consideramos que es de suma importancia aclarar qué entendemos en psicología analítica por arquetipo, a continuación haré una pormenorizada explicación del término arquetipo, de su diferencia con las imágenes primordiales o símbolos, así como del modo en que el arquetipo toma "forma", manifestándose en el ámbito de la consciencia (para mayor información remito al lector a mi libro El retorno al Paraíso Perdido, a la última parte de mi trabajo sobre el puer aeternus, a la primera parte de Psicología y Astrología, a mi artículo Feminismo y Autorrealización y, también, mi Teoría del Sistema Psíquico. La manifestación del arquetipo en varios de mis analizandos puede consultarse en mi artículo Requiem por una muerte anunciada).

Como ya he apuntado en otro lugar, Jung parece evidenciar que los conceptos de espacio y tiempo son irrelevantes para lo
inconsciente colectivo. Es decir, que lo inconsciente colectivo está más allá del espacio y del tiempo. Dado que nuestra psique está compuesta por la consciencia, con su centro o foco de luz, que es el Ego o complejo del Yo, a través del cual iluminamos los objetos externos y los internos, de un lado, y, por un inconsciente, que en sus estratos más profuntos y sutiles es universal, por otro lado, de ello parece concluirse que, en esas regiones más sutiles, en lo inconsciente colectivo, precisamente, la psique trasciende el espacio y el tiempo. Ahora bien, "nuestro cerebro nos engaña", en el sentido de que pone numerosos filtros a la tremenda multitud de estímulos provenientes del mundo material, de un lado, así como de lo inconsciente colectivo, del otro, para que no "enloquezcamos". Jung expresa esta misma idea en el libro "El Vuelo Mágico" publicado por la Editorial Siruela, y que hemos recogido de la revista digital soria y mas:

"Como decía Rudolf Otto, la experiencia religiosa es numinosa, y yo como psicólogo distingo esa experiencia de las otras por el hecho de que trasciende las categorías ordinarias de tiempo, espacio y causalidad. últimamente he estudiado mucho la sincronicidad (brevemente expresado: la «ruptura del tiempo») y he comprobado que está muy cerca de la experiencia numinosa: espacio, tiempo y causalidad están abolidos. No pretendo establecer ningún juicio de valor acerca de la experiencia religiosa. Compruebo que el conflicto interior es siempre fuente de crisis psicológicas profundas y peligrosas; tan peligrosas que pueden destruir la integridad humana. Psicológicamente, ese conflicto interior se manifiesta por medio de las mismas imágenes y por el mismo simbolismo atestiguados en todas las religiones del mundo y utilizados también por los alquimistas. De ese modo he llegado a ocuparme de la religión, de Yahvé, Satanás, Cristo, la Virgen. Comprendo muy bien que un creyente vea en esas imágenes algo diferente de lo que yo, como psicólogo, tengo el derecho de ver. La fe del creyente es una gran fuerza espiritual y es la garantía de su integridad psíquica. Pero yo soy médico: me ocupo de la curación de mis semejantes. Por desgracia, la fe y sólo ella ya no tiene el poder de curar a ciertos seres. El mundo moderno está desacralizado; por eso está en crisis. El hombre tiene que volver a descubrir una fuente más profunda de su propia vida espiritual. Pero para ello tiene la obligación de luchar contra el Mal, de enfrentarse con su «Sombra», de integrar al «Diablo». No hay otra salida. Por eso Yahvé, job, Satanás, representan psicológicamente situaciones ejemplares: son como los paradigmas del eterno drama humano..."


El terapeuta de orientación jungiana Raúl Ortega, refiriéndose al arquetipo del anima, dice lo siguiente:

"Sabemos que el Anima, efectivamente, contiene entre sus cualidades más señeras el ser algo así como la quintaesencia de todas las mujeres del mundo, habidas y por haber. Enumeremos las más inmediatas causas lógicas que se nos ocurren para explicar esta circunstancia:

* Se trata de la introyección condensada de las experiencias de todos los machos humanos con las hembras humanas a lo largo de la Historia. El Anima como depósito sedimental colectivo de las experiencias externas con la mujer. Una especie de archivo akásico, de memoria colectiva, de esta fenomenología que no deja de ser “humana, demasiado humana“.

* Se trata de la personificación de los instintos femeninos; de la etología, del comportamiento femenino esencial. La Feminidad en sí. También seguimos sin lograr trascender el plano “genital”, en terminología freudiana. Seguimos sin traspasar la frontera de lo cotidiano, del ego trivial, que diría Ken.

Ambas hipótesis (no excluyentes) hablan del arquetipo, en este caso el Anima, como no otra cosa que una especie de cristalización abstracta de la mujer promedio, como la representación cognitiva heredada de una mujer estadísticamente muy probable. Un modelo femenino general. Sin más que estas consideraciones, que estoy de acuerdo son bien poco transpersonales, ya estamos sin embargo inmersos en el Mundo de las Ideas de Platón, el mundo de los “Modelos de Todas las Cosas”, que Wilber se empeña en señalar como más místico, transpersonal, que Jung. Pero si a Platón lo entendemos sólo literalmente, estudiándolo con el puro intelecto, sin aplicar intuición, la mayor parte del tiempo veremos que no trascendemos sustancialmente el trivial mundo de las representaciones colectivas. No transpersonales, sino colectivas."

Para Raúl Ortega, Ken Wilber no acaba de penetrar en la esencia última del arquetipo, en su aspecto transpersonal, porque no aplica la función intuitiva que es, precisamente, la que capta los dominios transpersonales de lo inconsciente colectivo. En una conversación privada con Raúl, éste manifestó que Jung, en efecto, en su intento por captar la paradójica esencia de la psique, parece complicar la distinción entre instinto y arquetipo. Mas para Raúl Ortega, y para mí mismo, la mejor manera de explicar las diferencias entre arquetipo e instinto es referirnos al término químico de "enantiómero" o imagen "especular". Es decir, el instinto es la imagen especular del arquetipo en el cuerpo. Y, viceversa, el arquetipo es la imagen especular del instinto en el ámbito de la psique. Uno y otro son como las dos caras de una misma moneda. Imaginemos, por un momento, un lago, un embalse o un pantano en mitad de un bosque de pinos. Si nos fijamos en la superficie del agua, podremos ver reflejadas las imágenes del bosque, con todos las especies minerales, vegetales y animales que aparecen. Pues bien, ese ejemplo nos sirve para ver la relación entre arquetipo e instinto. La "caída" del arquetipo, sería el instinto, por así decirlo, porque éste último "roba" energía de un modo "ilegítimo" al arquetipo. Evidentemente, de esta descripción se desprende que, depende desde dónde enfoquemos el problema, si desde "arriba", o sea, desde lo inconsciente colectivo, o desde abajo, desde el cuerpo, el asunto es distinto. Visto desde el ámbito psíquico, el instinto es demiúrgico. Visto desde el ámbito instintivo, el arquetipo es "místico".

Esto último, nos conduce directamente a la metáfora platónica de la caverna, en la que Platón explica el Mundo de las Ideas. En la misma línea, en mi artículo Análisis de una serie onírica en un proceso de individuación, aludía a la analogía entre la psique y la luz. Así, la luz se comporta de un modo paradójico, ora como partícula o corpúsculo, ora como onda electromagnética, siendo, sin embargo, una sola fuente de energía la que dá lugar a ambas manifestaciones. De igual modo, en el ser humano hallamos dos manifestaciones diferentes: el arquetipo y el instinto, siendo ambas manifestaciones distintas, una más grosera, corporal o física, y la otra, "ondulatoria", sutil o espiritual.

Por su parte, la psicóloga de origen húngaro y renombrada discípula de Carl Gustav Jung, Jolande Jakobi, en su libro
"Complejo, arquetipo y símbolo", editado por Fondo de Cultura Económica, explica el significado jungiano del arquetipo, así como el modo en que éste se manifiesta en la consciencia como sigue:

"En el fundamento arcaico de lo psíquico, como "puntos nodales" y "núcleos de significación" cargados de energía del entramado psíquico infinita e intemporalmente ramificado, están los arquetipos que constituyen lo inconsciente colectivo, el fundamento universal (humano-general), de toda psique individual. Aquí hemos de distinguir entre el arquetipo en sí, que no es perceptible, y que existe tan sólo como condición estructural y posibilidad potencial, perteneciendo a la esfera psicoide de la psique, y el arquetipo que es ya perceptible, que ha sido "presentado" a la consciencia y que ha de ser considerado casi siempre como símbolo. Está igualmente presente en sanos y enfermos, siendo fundamentalmente de la misma naturaleza en ambos. Al igual que sobre unos mismos cimientos se pueden elevar edificios de diversos estilos y tamaños, una misma forma arquetípica fundamental puede constituir el fundamento de las más variadas formaciones. Su "valor posicional" dentro de todo el sistema de referencia psíquico está determinado con arreglo al contenido que llena el arquetipo y la carga que reciba. Con ello se ponen también de manifiesto el sentido, la importancia y el papel que le corresponden en cada caso.

El intento de dividir por etapas el curso de acción podría establecer las siguientes fases:



1. El arquetipo reposa, en cuanto a su condición estructural, en la esfera psicoide (en el inconsciente colectivo), como "elemento nuclear" invisible y "portador potencial de significación".


2. Mediante una constelación adecuada -que puede hallarse determinada tanto individual como colectivamente- recibe un suplemento de energía, aumentando su carga e iniciándose su efectividad energética. La constelación individual resulta de la correspondiente situación de la consciencia del sujeto individual; la colectiva, de la correspondiente a grupos humanos.


3. La carga del arquetipo se manifiesta por una especie de fuerza magnética de atracción sobre la consciencia que no es al principio reconocida. Se hace notar primeramente por una actividad emocional determinada, que puede incrementarse hasta una tempestuosa agitación psíquica.


4. Atraída por la mencionada carga, incide sobre el arquetipo la luz de la consciencia; el arquetipo aparece entonces en el ámbito psíquico proiamente dicho, siendo "percibido".


5. Al entrar el arquetipo "en sí" en contacto con la consciencia, se manifiesta en el plano biológico "inferior" y asume la forma de "expresión pulsional" o bien de dinámica pulsional; o en el plano "superior" espiritual como imagen o idea. En este último caso se asocian a él materia prima imaginaria y configuración de sentido, suegiendo así el símbolo. El revestimiento simbólico con el que resulta visible varía y se transforma con arreglo a las circunstancias exteriores e interiores del sujeto y de la época. A partir del contacto con la consciencia de una colectividad y su problemática, surgen los símbolos colectivos (como, por ejemplo, un mitologema); y del contacto con una consciencia individual y sus problemas, los símbolos individuales (por ejemplo, la imagen de una bruja con los rasgos de la madre personal).


6. El símbolo aparece frente a la consciencia dotado de una cierta autonomía.


7. La "gravidez de significación" de un símbolo obliga en grado mayor o menor a la consciencia a una confrontación con él. Esto puede acontecer de los más diversos modos: por contemplación, descripción, interpretación, etc.; de modo general y espontánea o bien dentro de una labor analítica.


8)

A) El símbolo puede hacerse más consciente mediante comprensión, siendo sentido y reconocido como relativamente perteneciente al yo; mas no es completamente dilucidado y continúa, por tanto "vivo" y efectivo.


B) Puede ser completamente interpretado y explicado, con lo que aparece integrado plenamente por el ego y asimilado por la consciencia, más perdiendo así su "vida" y eficacia, transformándose en una mera alegoría, en un "signo" o en un contenido de conciencia unívocamente concebido.


C) Completamente incomprendido, puede enfrentarse a la consciencia del ego de modo hostil, como expresión de un complejo situado tras la misma (como algo extraño y que se le enfrenta), escindirse de ella y provocar una disociación en la psique. Se convierte así en una psique parcial autónoma que se manifiesta en forma de "espíritus", alucinaciones, etc.; es decir: mediante síntomas neuróticos y psicóticos de toda índole."

De la explicación de J. Jakobi queda claro que arquetipo y símbolo son entidades diferenciables. Algunos estudiosos de Ken Wilber no disciernen con claridad lo que es el arquetipo, como entidad perteneciente al ámbito psicoide de lo Inconsciente Colectivo, de su manifestación simbólica. Y este es un asunto crucial si se pretende comprender lo que C. G. Jung entendía por arquetipo. Ray Harrys, por ejemplo, en su meritorio artículo "Revisioning Individuation", apunta que el modelo de Ken Wilber es muy preciso a la hora de distinguir entre la manifestación "somática" o "instintiva" de la manifestación "espiritual" del arquetipo. Aquí encontramos un error, bastante común, por otro lado, de tratar de diferenciar y distinguir lo instintivo de lo espiritual. Al así hacerlo, se pretende poder separar la manifestación instintiva de la espiritual, dando a esta última el apelativo de transpersonal, mientras que la manifestación instintiva será, más bien, prepersonal. Ray Harrys lo expresa del siguiente modo:

"Archetypes then, are spiritual. They arise at the beginning of creation and remain as potentials. But how are they different to 'instinct'? Here we need to apply Wilber's Spectrum model. The archetypes are translated according to the level of consciousness apprehending them. This is where Wilber's second definition comes into play. As pure forms devoid of content we can say that the relative level of consciousness applies the content. In other words, a consciousness at the instinctual level will interpret an experience of the archetype as instinct, at the mythical level as myth, at the subtle level as a numinous form, and so on."

Como el mismo Ray Harrys apunta poco después, también Jung afirma que, dependiendo del nivel de consciencia, el individuo puede interpretar el arquetipo (bajo el disfraz de la proyección) como mero instinto, pasándosele totalmente por alto su aspecto espiritual. Sin embargo, difiero en la interpretación de Ray Harrys en la pretensión de escindir el aspecto instintivo del arquetipo, del aspecto espiritual. Jung afirma en varias ocasiones que el arquetipo, como entidad perteneciente a lo inconsciente colectivo psicoideo, es transcendente. Podríamos decir, en realidad, que arquetipo e instinto son como vasos intercomunicantes. Si se modifica o transforma uno, esa modificiación repercute en el otro. Quien disponga de algún conocimiento en Geología, se percatará de inmediato de la analogía entre el magma interior y lo inconsciente colectivo, así como entre la cristalización de los diferentes minerales y los símbolos o imágenes primordiales. Veamos qué dice Jung sobre el arquetipo en Recuerdos, Sueños, Pensamientos:

"Una y otra vez tropiezo con el equívoco de que los arquetipos son determinados en su contenido, es decir, una especie de representanciones inconscientes. Por ello, debo destacar una vez más que los arquetipos no están determinados en su contenido, sino meramente de un modo formal, y esto último, además, de modo muy condicionado. Determinada en contenido lo es la imagen primitiva cuando es consciente y por ello ha sido completada con material de la experiencia consciente. Su forma, por el contrario, es algo así como el sistema de cristalización de un cristal, que prefigura en cierto modo la formación del cristal del líquido madre, sin poseer ella misma una existencia material. Lo último aparece sólo en el modo y manera de cristalizarse los iones y luego las moléculas. El arquetipo es un elemento vacío en sí, formal, que no es sino una facultas praeformandi, una posibilidad dada a priori de la forma de representación."

Otro equívoco que Ray Harrys comete en su artículo es el considerar que el nivel de consciencia en el que se encuentre el individuo va a configurar el modo en que se manifieste el arquetipo como símbolo. Como explica J. Jakobi la situación consciente del individuo en cuestión es lo que activa y prepara la emergencia del arquetipo en el ámbito de la consciencia, bajo la forma de un símbolo. El símbolo, una vez presentado a la consciencia, puede ser interpretado y es, aquí, donde influye el nivel de consciencia en el que se encuentre el individuo. Puesto que, el símbolo, procedente de lo inconsciente colectivo, es, por definición, completamente desconocido para la consciencia individual. Es decir, que no es únicamente la consciencia quien rellena el vacío del arquetipo, para entendernos, sino las circunstancias interiores y exteriores del individuo y del colectivo en el que éste se encuentra, así como la cultura a la que pertenezca.

Y, paradójicamente, Ken Wilber, en su intento por diferenciar lo instintivo de lo espiritual, lo pre de lo trans, parece cometer el mismo error que ya cometieran, en los primeros siglos de la era cristiana, por ejemplo, algunos gnósticos cristianos, al escindir el espíritu de la materia. En su afán diferenciador, secciona el instinto, propio de la materia, del cuerpo físico, y lo separa del espíritu. Tal vez, éste sea un paso necesario, más no suficiente. Solve et Coagula, que decían los alquimistas. Es decir, no se trata tanto de escindir, de separar, de cortar lo instintivo y separarlo de lo espiritual, puesto que, ambos ámbitos o dominios, instinto y arquetipo, son como vasos intercomunicantes, sino, más bien, de "transmutar", es decir, de "sublimar", si se me permite la expresión, la energía investida en el arquetipo al ámbito espiritual (así como de materializar o concretizar el espíritu). Y, para ello, Jung concede a la técnica meditativa de la Imaginación Activa una importancia sobresaliente. Ahora bien, la espiritualización de la materia, o sea, la transmutación del instinto, transforma también al espíritu, que queda corporizado. Por eso, dice Jung a este respecto en Mysterium Coniunctionis que "Igual que al entendimiento ingenuo le parece normal que una manzana caiga del árbol a la tierra, pero le parecería absurdo decir que la tierra se eleva hacia la manzana, también cree sin la menor dificultad que el espíritu puede espiritualizar unilateralmente al cuerpo sin quedar afectado por la inercia y gravedad de este. Pero todos los efectos son recíprocos, y nada se transforma a otra cosa sin ser a su vez transformado. Al sublimar la materia, (se) concretiza el espíritu." Y continúa "si tiene que producirse en algún lugar o de algún modo la unión de los opuestos como espíritu-materia, consciencia-inconsciente, luminoso-oscuro, será en un tercer elemento que no representa un compromiso, sino algo nuevo, igual que los alquimistas veían zanjada la disputa cósmica mediante (...) un ser transcendental que sólo se podía caracterizar mediante una paradoja." Ese algo nuevo, paradójico, es para la psicología analítica el sí-mismo; que es ,en parte el hombre físico, material, y, en parte, lo transcendental del mismo. Por eso, dice Jung que "Tampoco sabemos si lo que entendemos empíricamente como físico no será idéntico en el desconocido Más Allá de nuestra experiencia a lo que en el Más Acá distinguimos de lo físico en tanto que psíquico. Es verdad que sabemos por experiencia que los procesos psíquicos guardan relación con procesos materiales, pero no estamos en condiciones de decir qué tipo de relación es ni cómo es posible. Precisamente porque lo psíquico y lo físico dependen lo uno de lo otro ya se ha planteado varias veces la conjetura de que en un Más Allá de nuestra experiencia actual sean idénticos lo uno a lo otro, pero no en el sentido de una arbitraria hipótesis materialista o espiritualista. En este sentido, Jung reformula en términos psicológicos la antigua máxima hermética expresada en la Tabla de Esperalda:

I. Lo que digo no es ficticio, sino digno de crédito y cierto.
II. Lo que está más abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. Actúan para cumplir los prodigios del Uno.
III. Como todas las cosas fueron creadas por la Palabra del Ser, así todas las cosas fueron creadas a imagen del Uno.

IV. Su padre es el Sol y su madre la Luna. El Viento lo lleva en su vientre. Su nodriza es la Tierra.
V. Es el padre de la Perfección en el mundo entero.

VI. Su poder es fuerte si se transforma en Tierra.

VII. Separa la Tierra del Fuego, lo sutil de lo burdo, pero sé prudente y circunspecto cuando lo hagas.

VIII. Usa tu mente por completo y sube de la Tierra al Cielo, y, luego, nuevamente desciende a la Tierra y combina los poderes de lo que está arriba y lo que está abajo. Así ganarás gloria en el mundo entero, y la oscuridad saldrá de ti de una vez.


De hecho, tras quince años dedicados al estudio de la alquimia, Jung sostiene en una entrevista realizada por el historiador de las religiones Mircea Eliade:

"He estudiado alquimia durante quince años, pero no se lo dije nunca a nadie. No quería sugestionar ni a mis pacientes ni a mis colaboradores. Pero después de quince años de investigaciones y de observaciones, las conclusiones se impusieron con una fuerza ineluctable: las operaciones alquímicas eran reales, sólo que esa realidad no era física sino psicológica. La alquimia representa la proyección de un drama en términos de laboratorio que es a un tiempo cósmico y espiritual. El opus magnum tenía como finalidad tanto la liberación del alma humana como la curación del Cosmos. Lo que los alquimistas llamaban «materia» era en realidad el «sí mismo». El «alma del mundo», anima mundi, identificada por los alquimistas con el spírítus mercurius, estaba aprisionada en la materia. Por eso los alquimistas creían en la verdad de la materia: pues la materia era en efecto su propia vida psíquica. Se trataba de liberar esa materia, de «salvarla»; en una palabra, obtener la piedra filosofal, es decir, el «cuerpo glorioso», el corpus glorificationís. Pero ese trabajo es dificil y está sembrado de obstáculos: la «obra» alquímica es peligrosa. Ya en el inicio se encuentra al «Dragón», el espíritu ctónico, el «Diablo», o como lo llaman los alquimistas, el «Negro», la nigredo. Y ese encuentro produce sufrimiento. La «materia» sufre hasta la desaparición de la «negrura»; en términos psicológicos el alma se encuentra en las ansias de la melancolía luchando con la «Sombra». El misterio de la conjunción, misterio central de la alquimia, persigue justamente la síntesis de los opuestos, la asimilación del «Negro», la integración del Diablo. Para el cristiano «despierto» eso constituye un acontecimiento psíquico muy grave, pues es la confrontación con su «Sombra»: ésta representa la «negrura» (nigredo), lo que permanece separado, es decir, lo que jamás podrá ser totalmente integrado en la persona humana. Al interpretar la confrontación del cristiano con su «Sombra» en términos psicológicos, se descubre el miedo secreto de que el Diablo sea más fuerte, de que Cristo no haya logrado vencerle completamente. De otro modo, ¿por qué se ha creído, y se continúa creyendo, en el Anticristo? ¿Por qué se ha esperado, y se espera aún, la llegada del Anticristo? Pues sólo después del reino del Anticristo y después de la segunda venida de Cristo, el Mal será vencido definitivamente en el mundo y en el alma humana. Todos estos símbolos y creencias son solidarias en el plano psicológico: siempre hay que luchar contra el Mal, con Satán, y vencerle, esto es, asimilarlo, integrarlo en la conciencia. En el lenguaje alquímico la materia sufre hasta la desaparición de la nigredo, cuando la «aurora» es anunciada por la cauda pavonis y aparece un día nuevo, la leukosis, albedo. Pero en ese estado de «blancura» no se vive en el sentido propio del término. De algún modo, es una especie de estado ideal, abstracto; para vivificarle se necesita «sangre» y hay que obtener lo que los textos alquímicos llaman la rubedo, lo rojo de la Vida. Sólo la experiencia total del ser puede transformar ese estado «ideal» de la albedo en una existencia humana integral. Sólo la sangre puede reanimar una consciencia gloriosa en la que se ha disuelto el último rastro de la «negrura» en la que el Diablo ya no tiene una existencia autónoma sino que se incorpora a la unidad profunda de la psique. Entonces la «obra», el opus magnum de los alquimistas, ha sido realizada: el alma humana está perfectamente integrada...
El gran problema de la psicología -continúa Jung-, es la reintegración de los contrarios: eso se encuentra por todas partes y en todos los niveles. Ya en mi libro Psicología y alquimia (1944) tuve ocasión de ocuparme de la integración de Satán. Pues mientras Satán no sea integrado, el mundo no se curará y el hombre no se salvará. Pero Satán representa el Mal y ¿cómo integrar el Mal? Sólo existe una posibilidad: asimilarlo, es decir, elevarlo a la conciencia, hacerlo consciente. Eso es lo que la alquimia llama «conjunción de dos principios». Porque realmente la alquimia retorna y prolonga el cristianismo. Según los alquimistas, el cristianismo ha salvado al hombre, pero no a la naturaleza. El alquimista sueña con curar el mundo en su totalidad: la piedra filosofal es concebida como el Filíus Macrocosmi que cura el mundo. El fin último de la «obra» alquímica es la apokatastasís, la Salvación cósmica."

El término que Jung utilizó para referirse al ámbito en que materia y espíritu no son sino Uno, fue Unus Mundus. Utilizando una antigua expresión latina, el campo de consciencia se encuentra inter bona et mala sita, es decir, entre lo biológico-instintivo y lo espiritual. Veamos qué dice Jung sobre el Inconsciente Colectivo Psicoideo o Unus Mundus, en su libro Mysterium Coniuntionis (el libro que representa el cúlmen de su obra):

"El trasfondo de nuestro mundo empírico parece ser, en efecto, un unus mundus. (...) El trasfondo común de la microfísica y la llamada "psicología profunda" es tanto físico como psíquico, por lo que no es ni lo uno ni lo otro, sino más bien algo tercero, una naturaleza neutral que como mucho se podría captar mediante alusiones, pues en su esencia es transcendental."


© José Antonio Delgado González, 2010


TEORÍA DEL SISTEMA PSÍQUICO. 1ª Parte.


Dada la extensión del trabajo que a continuación les presento, he decidido publicarlo en varias entradas con el fin de facilitar su lectura. Advierto al lector que no pertenezca al ramo de la psicología analítica, que su lectura puede resultar un tanto compleja. Este trabajo fue escrito por primera vez en el año 2000, y conté con la colaboración del Psicólogo Clínico Uruguayo Óscar Cruz, creador de la ONG CreArte.


INTRODUCCIÓN
Las últimas dos décadas han estado marcadas por un interés creciente en los fenómenos caóticos, extendiéndose a campos del conocimiento muy diversos y dispares, bien alejados de las matemáticas. Estos conocimientos se han erigido en lo que hoy se conoce como el cuerpo de doctrina de la Dinámica no Lineal.
De acuerdo con el Dr. Florentino Borondo (2001), una de las características que, probablemente, han contribuido a este desarrollo, haya sido el carácter multidisciplinar del caos. Los fenómenos caóticos presentan a menudo comportamientos y conductas universales, derivadas de los términos no lineales que los originan.
Otra característica distintiva que se atribuye al caos es el ser la tercera revolución de la Física en el siglo XX, quedando reservados los primeros lugares para la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad.
Según Kuhn (2000), las revoluciones científicas se caracterizan por un cambio de paradigma, entendiendo por tal el conjunto de verdades aceptadas por la comunidad científica. Estas revoluciones suponen el derrocamiento de conceptos e ideas obsoletos. Por ejemplo, la revolución relativista acabó con la idea de un espacio y un tiempo absolutos, del mismo modo que la física cuántica abolió la posibilidad de medir simultáneamente y con toda precisión variables físicas conjugadas, así como la distinción entre sujeto y objeto. La teoría del caos acaba con la idea del determinismo absoluto, introduce la flecha del tiempo y el concepto de irreversibilidad.
En el trabajo que a continuación desarrollo, pretendo aplicar las teorías de los sistemas complejos al sistema psíquico y, en especial, al complejo del yo. Este, bajo determinadas condiciones ambientales y anímicas, relacionadas ambas sincronísticamente, entra en un estado de no-equilibrio o de “caos creativo”, viéndose forzado a asimilar o a adaptarse a una influencia perturbadora demasiado grande, como para poder sobrevivir en dicho estado, como unidad integrada.
Un sistema consiste en un conjunto de elementos idealmente separables, así como en las interacciones entre dichos elementos. El resultado de estas interacciones es la restricción en el número de posibilidades o variaciones de estado del sistema. De esta manera, los grados de libertad se disminuyen con respecto a los que podrían gozar sus elementos o componentes por separado.
Asimismo, amén de esta disminución de libertad del sistema como suma de partes, suele considerarse, de conformidad con la psicología de la Gestalt, que la suma de las partes de un sistema es menos que el sistema mismo y, con la descripción de sus elementos por separado no se abarca al sistema global. La interacción de los diferentes elementos, puede dar por resultado un valor más alto que el que le correspondería por la mera suma de dichos elementos por separado. Por ejemplo, el Agnus Dei de Mozart es, en su conjunto, una obra excepcional, que permite contactar con el arquetipo de Cristo o del sufrimiento colectivo, la vivencia de la carga de la totalidad del hombre, de la conjunción de los opuestos psíquicos, y este resultado es mucho más amplio y productivo, artístico y genial que la mera suma de notas, de las que se compone. La actividad de cada componente del sistema depende de sus relaciones con los restantes componentes existiendo, de hecho, mecanismos de retroalimentación (Margalef, 1993).
El sistema psíquico, al igual que cualquier sistema dinámico abierto y disipativo , está constituido por componentes cuyo número es finito (aunque las modificaciones de los temas principales sean caleidoscópicas) y sus interacciones también son limitadas. Esto nos ayuda a la hora de aproximarnos a su estudio, pues una pequeña parte del conjunto global del sistema psíquico que, dicho sea de paso, está constituido por la conciencia y sus datos y lo inconsciente (con sus múltiples estratos), nos auxilia a comprender el funcionamiento del sistema completo y/o segmentos más amplios del sistema psíquico. Así, por ejemplo, podemos estudiar una parte del complejo subsistema inconsciente para, tras describirlo de una manera más o menos precisa (siempre dentro de las limitaciones de la percepción humana y, para el caso del investigador, también individual) extrapolando o generalizando dichos descubrimientos, basados en la observación local. Valga de ejemplo el análisis de un sueño arquetípico. Su elucidación precisa de vastos conocimientos en simbología, pero sus conclusiones son válidas para el conjunto del sistema psíquico de la persona que haya tenido el sueño y, eventualmente, de todo individuo afectado por el mismo arquetipo. De hecho, un simple sueño nos proporciona información del sistema psíquico del individuo analizado (Jung, 1993, Grof, 1988).
El sistema psíquico, con su historia biográfica y evolutiva y su complejidad, posee la propiedad de conducir y ampliar la energía. Los símbolos, constituyentes de la psique inconsciente, son los conductores o transmisores de la energía en el momento de la constelación del arquetipo subyacente. Dicha energía puede ser integrada por el complejo del yo, gracias a la asimilación del contenido simbólico en el cual se enviste la energía psíquica y, por ende, se hace aprensible a la consciencia, con lo que esta última se ve ampliada (Jung, 1995). De esta suerte, se favorece el mejor funcionamiento de todo el sistema psíquico, dando cauce a la transformación que la psique en su conjunto demanda.
La fugacidad y esquivez de los acontecimientos psíquicos elementales, los que actúan en determinados momentos y se prolongan en el tiempo por lapsos más o menos largos, se hacen patentes y asibles a la conciencia gracias a su manifestación en forma simbólica (en sueños, imaginación activa, pintura, escultura, dibujo, etc.). Resulta, por demás interesante observar, que tal actualización de un arquetipo canaliza la energía a favor de un número de posibilidades limitadas, es decir, determinados cambios se hacen más probables que otros. Sin embargo, el concurso de la consciencia hará que, en última instancia, tal conjunto limitado de posibilidades se concrete en una dirección u otra, o bien, en una orientación o actitud u otra (Jung, 1993, 1995).
Podemos afirmar que la constelación de un arquetipo es un fenómeno en sí mismo determinístico, en el sentido de que no es posible escaparse a su acción en un tiempo y espacio definidos. No obstante, la concreción que la conciencia haga de la asimilación de dicho símbolo, por mediación del complejo del yo, está abierta a múltiples posibilidades. Posibilidades que se verán reducidas por el marco circunstancial y/o ambiental en el que se halle el sujeto afectado por el arquetipo, así como por la expresión que éste pueda darle. Dicha expresión estará de acuerdo con las posibilidades de su psiquismo. Algunos individuos podrán expresar la constelación del mismo por mediación de la música; otros del arte pictórico, escultórico o arquitectónico; unos pocos se servirán de la visión que del mismo han tenido para plasmarlo en una teoría científica o en un sistema filosófico; finalmente, una expresión poética o religiosa puede ser una de las vías más excelsas de concretización del inaprensible patrón informativo (arquetipo) (Peat, 1995). En cierta manera, los arquetipos actúan a modo de atractores, pues cualquier intento de salirse de la trayectoria marcada por el mismo, en un espacio y en un tiempo determinados, acaba siendo atenuado y, después de un lapso de tiempo determinado, tenderán a regresar a la “órbita” marcada por el atractor (arquetipo).
Una de las propiedades más importantes del sistema psíquico es su flexibilidad y elasticidad internas, en el sentido de la enorme variación de posibles estados de conciencia y de la permisión en el reconocimiento y supervivencia del complejo del yo a pesar del error, del cual éste debe aprender, asistiendo a un mecanismo de feed-back continuo. En otras palabras, la flexibilidad del sistema psíquico se refiere a una potencialidad de realizar cambios significativos en la estructura, función y manifestación pese a perturbaciones que pudieran ingresar en él. Y estos cambios se producen tras los mecanismos de retroalimentación que han de seguir a todo error de concepción y de actuación, es decir, de actitud. Esto es, el sistema puede hacer frente a cierta cantidad de fluctuación y perturbación, manteniéndose estable gracias a sus propiedades de autorregulación. Sin embargo, si estas mismas fluctuaciones y perturbaciones son dramáticas y exceden el límite de flexibilidad del sistema, llevan al mismo a un estado de “callejón sin salida evolutivo” y de ahí a un “caos creativo” (Prigogine, 2000, Sasportas, 1990, Bateson, 1998). Más información en el apartado ARTÍCULOS


miércoles, 10 de febrero de 2010

CONOCIMIENTO VIVENCIAL VERSUS CONOCIMIENTO ACADÉMICO

Estaba yo pensando sobre mi nueva andadura en la Universidad, precisamente ahora que ando liado con los exámenes parciales, y miraba a su vez mi participación en el 11º Congreso Virtual de Psiquiatría, mientras me preguntaba: ¿Por qué me cuesta tanto esfuerzo algo que, objetivamente, no resulta nada complejo? En general, en el ámbito en el que me estoy moviendo en estos momentos, y no digo que no sea parte de mi Camino, algo de lo que soy muy consciente, abundan los académicos. Estos, por norma general, se caracterizan por tener un conocimiento de gran cantidad de mapas, de hipótesis y/o teorías escritos por unos y por otros. De hecho, precisamente ahora, estoy atracándome de teorías que necesito memorizar para verterlas después en un exámen. Y es, justamente eso, lo que me resulta infumable. La finalidad de todo ello, desde un punto de vista pragmático, es obtener un Título o Diploma, exigido por el Sistema, para que pueda ejercer lo que es, a fin de cuentas, mi vocación. Aunque, el el fondo, es el Padre Saturno el que me ha confrontado con esa exigencia y como Puer, no queda otro remedio que acatar.

Y, de pronto, de un modo sincronístico, como suele sucedernos a mi hermano espiritual Raúl y a mí, en un hilo de comentarios en torno a mi ensayo sobre la interpretación del simbolismo arquetípico de la película Avatar, encuentro que Raúl escribe algo que encaja perfectamente con lo que venía pensando durante los últimos días. Por ese motivo, voy a reproducir el fragmento que más directamente describe mi/nuestro modus vivendi:

"Yo, por otro lado, soy un hombre de poca fe. Un pobre de espíritu, obligado a ser mordaz crítico tanto de mis especulaciones fantasiosas como de las de los demás. Incapaz de creer en lo que cuenta ningún maestro en una conferencia o libro si no forma parte de mi propio bagaje. No me interesa ninguna canción que no me toque el alma, ni ninguna doctrina que no pueda contrastar con la dura roca de mi limitada pero únicamente efectiva experiencia real. Mi opinión al respecto se asimila con la de U.G: nadie va a darte nada que tú no tengas. Nunca vas a conocer nada importante sobre la realidad transpersonal a través del pensamiento de otros, de sus anécdotas, de sus libros, ni tampoco a través de ningún ejercicio o meditación a la que no te instigue (siempre sólo temporalmente) el mismo Self. Nadie puede elegir andar el camino. Él te elige a ti.

El desarrollo espiritual no consiste en incorporar, introyectar, saberes ajenos, que para uno mismo no son más que fantasías, y no pueden ser otra cosa, sino en sacar a la luz tu saber interior. Debo decir mejor “el” saber interior. Hay, sin embargo, algo legítimo en el alumnado, lo “acádemico” transpersonal, y es cuando se cumple la máxima “el maestro aparece cuando el discípulo está preparado”, porque eso incluye que el proceso ha partido desde un lugar que está más allá de la mera transmisión de información entre dos seres humanos, lo cual, como digo, es totalmente inoperante allende la educación para un oficio técnico, manual. Y hasta para ello hay que tener aptitudes, las cuales no se aprenden, ni se compran con el pago de una matrícula.

En resumen: quizás con algo de ayuda, mejor sin ninguna, o lo ves por ti mismo, o no lo ves jamás. Es desde aquí, desde la familiaridad experiencial, desde donde critico o no critico a esta gente. No suelo jugar nunca a contrastar teorías aprendidas como un loro con las teorías imaginadas por otros. De eso está lleno el mundo académico y “cultureta” de las sociedades, pero yo no transito esas ágoras."

Hermano Raúl, con gran esfuerzo por mi parte, me toca transitar esas ágoras...


lunes, 8 de febrero de 2010

INFLUENCIA DE LAS EXPECTATIVAS EN LOS NIÑOS Y SUS EFECTOS

Al hilo de una conversación sobre la posibilidad de que un niño fuera o no superdotado y, sobre todo, observando la actitud orgullosa de su padre, me preguntaba cómo este tipo de actitudes afectaban al desarrollo del niño. Las exageradas expectativas de un padre para con su hijo, el aplicarle determinados esquemas mentales a los que su hijo/a debe responder para ser apreciado, querido y alabado por él, influyen en gran medida en la formación de la Máscara o Persona. Es decir, en aquellos valores que el niño toma como buenos, con los que se irá identificando en el transcurso del desarrollo de su ego (autoconcepto), mientras que todos aquellos valores que se opongan a su autoconcepto (o persona) irán configurando su alter-ego, su sombra.

Reflexionaba también acerca de la identificación que las personas hacen para con ciertas aptitudes, y cómo estas están relacionadas, e influidas, por el espíritu de una época. Así, en esta época tecnológica y científica, el pensamiento es exaltado, como no podía ser de otro modo, y, en general, todos los atributos relacionados con el arquetipo masculino o Yang. Por tanto, que un niño/a tengan un Coeficiente Intelectual igual o superior a 130 será digno de alabanzas, de orgullo y de complacencia para sus progenitores. O, si un niño muestra ciertas capacidades atléticas, también será digno de aprobación. Ahora bien, si el niño/a dispone de una fuerte sensibilidad y de una intuición muy fina, que le permiten captar todos aquellos contra-valores que su familia mantiene en la sombra, sus debilidades, etc. Si, además, tiene una percepción extrasensorial que le permite, desde muy pronto, experimentar conscientemente sincronicidades tremendas (por ejemplo, tiene visiones o ensoñaciones de acontecimientos que luego se manifiestan)... Entonces, el trato que reciba ese niño/a, cuando se muestren ese tipo de cualidades o aptitudes, será bien distinto de su homólogo superdotado. Aquí, en este caso, en lugar de considerársele superdotado (por percibir lo que la mayoría de la gente ni siquiera sospecha) se infravalorará y, probablemente, hasta se le repudiará (aunque esto no se manifieste directamente). Muy al contrario de lo que sucedería si, a un niño, se le ponderara precisamente aquellas aptitudes que en él están menos desarrolladas. En este caso, el efecto sería el conocido como "Pigmalión", es decir, se le estimulará a desarrollar aquello que le cuesta más.

Así, ese niño, cuando se transforma en un joven, será motivo de orgullo para sus padres si es un atleta capaz de levantar 750 kg en movimiento de prensa, o si hace ejercicios de levantamiento de peso en banco con 200 kg, o si es capaz de levantar un coche y darle la vuelta; o bien, si obtiene matrículas de honor en sus estudios casi sin estudiar, si memoriza o aprende cientos de datos en muy poco tiempo...

Lamentablemente, este tipo de actitudes y sus conductas asociadas no hacen sino dañar gravemente la salud anímica del niño... Sobre este particular me he extendido en mi libro El retorno al Paraíso Perdido, por lo que aquí sólo quería dejar constancia de algunas de las ideas que me rondaban por la cabeza. Es decir, una especie de pensamiento en alto (o mejor, por escrito).

viernes, 5 de febrero de 2010

CRISIS FINANCIERA. UNA INTERPRETACIÓN TRANS-PERSONAL

Hoy desearía prestar atención al simbolismo astrológico para ver qué nos puede decir éste de los acontecimientos presentes, así como de las tendencias futuras. Gret Baumann Jung, la hija del psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung, ha concebido un mapa astrológico que, a mi entender, y en total sintonía con Liz Greene, permite arrojar alguna luz sobre los acontecimientos que están teniendo lugar en este período de transición entre eras. Según el cosmograma diseñado por la hija de Jung, el signo de Acuario puede representarse en el ascendente, de tal modo que el medio cielo quedaría en el signo de Escorpio. Visto de este modo, y teniendo en cuenta que el ascendente simboliza, entre otras cosas, aquello a lo que aspiramos, lo que nos empuja en la vida y el punto que debemos atravesar conscientemente para sufrir un renacimiento o una iniciación, la era de Acuario estará marcada por la necesidad de conciliarse con Dios, en el sentido de que tenga lugar un enfrentamiento con la sombra a un nivel individual y, de ese modo, se pueda tener acceso directo a la experiencia de la deidad en el interior de los individuos. Esto parece muy bonito dicho así, pero supone una auténtica lucha interior con todo lo que de más oscuro y tenebroso hay en lo inconsciente colectivo. Toda experiencia de iniciación lleva aparejada el peligro de la muerte (por desintegración psíquica o “locura”), así como la oportunidad de renacer a una vida renovada. El verdadero reto está en lograr alcanzar un mayor nivel de consciencia, sin vernos anegados por las sacudidas y convulsiones que emergen de lo inconsciente.

En mi artículo colaborando con lo inevitable, así como en mi libro El retorno al Paraíso Perdido, ya apunté que los planetas exteriores o transpersonales, Urano, Neptuno y Plutón representan las energías que afectan al colectivo. Por ese motivo, ahora voy a prestar atención a la ubicación de estos planetas en el cosmograma de la era de acuario. De esta suerte, consultando las efemérides, nos percatamos de que Plutón está ubicado en la casa X, Neptuno en la Casa XII y Urano en la Casa I.

Comenzando con el significado de la Casa X, estrechamente ligado al simbolismo del planeta Saturno y el signo de Capricornio, ésta representa precisamente el Mundo. En el individuo se relaciona con los objetivos y los logros a alcanzar en el ámbito profesional, con lo que se valora y aquello por lo que se lucha por consolidar, en definitiva, el estatus social. De modo que, trasladando este significado al colectivo, esta casa estaría asociada a los logros del principio masculino. Ya he indicado previamente que la cultura occidental ha estado marcada por el marchamo de la adoración al ámbito del Espíritu, es decir, por una orientación patriarcal. Al estar plutón transitando por el sector profesional es de esperar que se produzca una demolición de todo aquello sobre lo que se asienta nuestra cultura. En otras palabras, el valor supremo con el que el colectivo se identifica, a saber: los logros materiales y el poder de la razón (la “democracia”, en términos políticos), están siendo arrasados por aquellos elementos de la sociedad que se relacionan con lo que de más arcaico y primitivo hay en el mundo. Pues Plutón, a un nivel individual, representa aquella energía proveniente de los trasfondos más tenebrosos y, por tanto, más primitivos de lo inconsciente colectivo.

Así pues, parece que algunas de las manifestaciones de la irrupción de esta poderosa energía arcaica son los ataques terroristas a los países que representan, por antonomasia, el poder y el control ejercidos de un modo saturnino. Y dado que Saturno se relaciona con las defensas contra ataques externos (e internos), no es de extrañar que los ataques terroristas pongan en movimiento y desafíen todo el sistema de defensa de la sociedad occidental y, especialmente, el de los países más desarrollados.

Cuando las defensas de un organismo, sea éste un individuo, una nación o el colectivo en general, se ven atacadas o desafiadas, la respuesta inmediata es la rigidez, el endurecimiento y el repliegue sobre sí mismo, así como el despliegue de un mayor número de tropas. Esto es necesario para no ser arrasados por las ciegas y endiabladas energías procedentes de los estratos más arcaicos de lo inconsciente colectivo. Sin embargo, tras una larga contienda, en la que se estarán produciendo bajas tanto de un lado como del otro, será necesaria una mayor consciencia de la implicación personal en la detonación del conflicto. O sea que, si bien el despliegue efectivo de las defensas de los países, a fin de no verse arrasados por los terroristas, es una actitud necesaria, también lo será la toma de consciencia de que ha sido la actitud de arrogancia, de depredación, de búsqueda de poder a toda costa y de indolencia para con los países menos favorecidos, los que han desencadenado los ataques terroristas. Es el efecto “boomerang”. Todo cuanto hacemos tiene repercusiones de largo alcance. Y, cuando llega el momento oportuno, nos encontramos con las consecuencias de los actos que se han llevado a cabo. Claro que es más fácil evitar la toma de consciencia, desembarazándose de la propia responsabilidad en el actual estado de cosas, echando la culpa al “otro”.

Naturalmente no se puede esperar que el colectivo alcance una perspectiva lo suficientemente elevada como para asumir su responsabilidad. Primero la habrán de asumir los individuos. Estos se hallarán ante la situación de tener que enfrentarse a su propia psicosis. Pues la muerte del ego y el renacimiento al Si mismo o atman interior no acontece sin antes atravesar un estado de caos creativo.

Urano en la primera casa y en el signo de piscis se asocia con un cambio revolucionario en el modo en que el individuo define su identidad. O sea, un resquebrajamiento de la persona y un enfrentamiento con la sombra. Este proceso conduce a la toma de consciencia de quién es uno en realidad, con independencia de lo que los demás hayan creído que uno es. Esta redefinición del individuo afecta a la propia esencia anímica. En otras palabras, se trata de una iniciación o de un inicio del proceso de individuación o autorrealización. Si trasladamos esto al colectivo, nos percatamos de que todo aquello que el colectivo valoraba y con lo que se identificaba resulta que no es sino pura ilusión. Así, por ejemplo, se ha producido un ahondamiento en los conocimientos acerca de los orígenes del cristianismo. De hecho, los resultados de las investigaciones más recientes han hecho tambalear los mismos cimientos sobre los que se basaba la religión cristiana ortodoxa o literalista. Así, por ejemplo, ideas como que Jesús fue célibe, que murió y resucitó una sola vez o que María Magdalena fuera una “pecadora” o una ramera, no parece que sean sino meras falacias. Y, desde luego, esto es un desafío directo a las consciencias de millones de cristianos. Por no mencionar lo que significan en el fondo estos resultados: nada menos que aquello que se ha considerado como exclusivo de la Iglesia, a saber, el acceso a la experiencia religiosa, resulta que le es accesible a aquel individuo que se valga de su propia guía, apoyándose en su consciencia interior. Ahora los individuos tenemos derecho (y el deber moral de) a interpretar el mito cristiano por y para nosotros mismos. De realizar la idea de Cristo, de asumir la condición de crucificados, de atravesar la dura iniciación que supone la muerte con la realidad mundana y la resurrección al mundo del espíritu. Por supuesto que en esta época moderna, en los inicios de la era de acuario, la tarea heroica a realizar no es otra que la de la unificación de los opuestos psíquicos: materializar las Bodas Químicas en nuestro interior, concretar la coniunctio opossitorum que es la Obra alquimista par excellence, realizar la hierogamia de Jesús y María Magdalena, la penetración de la consciencia en el sustrato femenino-maternal. Esa es la misión del hombre contemporáneo, el proyecto que le ha sido encomendado si desea que el rey viejo y decrépito se cure, transformándose en un joven radiante y exultante bajo cuyo reinado puedan crecer de nuevo las cosechas, que la hierba vuelva a cubrir el paisaje con su verdor y los bosques se extiendan por toda la tierra como antaño.

Continuará...

miércoles, 3 de febrero de 2010

AVATAR. 5ª PARTE. LA BATALLA FINAL CONTRA EL SISTEMA

En esta entrada, y tras cuatro ya dedicadas a la interpretación de los símbolos más conspicuos de la película AVATAR, ha llegado el momento de abordar, aunque más no sea escuetamente, uno de los puntos neurálgicos más importantes de la película. Me estoy refiriendo, como no puede ser de otro modo, a la lucha que tiene lugar entre Jake y el coronel Miles Quaritch. Quien tiene un poco de experiencia de vida y, además, y sobre todo, conoce algo el funcionamiento del alma humana, sabe que, uno de las manifestaciones del arquetipo del Puer aeternus es su lucha contra el Senex, Saturno.

Esta lucha, a un nivel arquetípico, se manifiesta de múltiples formas. Podemos recordar, como ejemplos sobresalientes de esta lucha, la que sucede en la Saga de la Guerra de las Galaxias, tomando forma en la lucha de Look Sky walker, el Puer aeternus, contra Dark Vader, el Senex o Saturno, el arquetipo del Padre. Y, en AVATAR, la hallamos en esa lucha que tiene lugar entre Jake y el coronel Miles, su superior y adversario.

¿Qué representa esta lucha, en realidad? Representa la lucha contra el Sistema, contra unas escleróticas normas tradicionales que han adquirido tal rigidez que asfixian toda manifestación de Vida. Estas normas tradicionales, representan, con toda claridad, el arquetipo Senex o Saturno que devora a sus hijos.

Pero esa lucha no es una lucha baldía, como vemos en la película, sino, antes bien, lo que busca, en el fondo, el Puer aeternus, renacido tras su iniciación en el mundo de Pandora, al luchar contra el Senex, es romper las anquilosadas estructuras que, con el tiempo, se han hecho rígidas y escleróticas, para reformarlas mediante una renovación. Ese es el cometido del Puer, como vemos muy bien representado en AVATAR.

Eso que hace el Puer, la lucha por la renovación y la transformación de las estructuras anquilosadas, que es su cometido último (aunque, en el fondo, pudiera ser que el propio puer no sea consciente del meollo arquetípico allende las apariencias, esto es, de lo que sucede en el fondo de lo Inconsciente y lo que le impulsa a luchar) también supone, en cierto modo, una lucha de poder. Esto viene simbolizado, en los mitos, mediante la lucha del desterrado joven príncipe contra su enemigo y que puede manifestarse de múltiples formas: como Gigante, como Mago Negro o adversario. Dos ejemplos modernos, además del que vemos en AVATAR, los hallamos en la esotérica película El Rey León, de Walt Disney, así como en El Retorno del Rey, la tercera parte de la trilogía del Señor de los Anillos.

Es importante conocer la dinámica de lo inconsciente, es decir, el juego de opuestos que subyace al mundo de la manifestación, para ser conscientes de que, cada cual, tiene una función o un papel que cumplir en la vida. Y cada cual tiene su Cruz, su Destino. El destino de Jake es el de convertirse en el Puer aeternus, un héroe solar, y llevar a cabo la renovación que se precisa para que la vida en la Tierra pueda continuar.

Por lo tanto, en Jake Sully encontramos las siguientes pruebas que son típicas del Puer aeternus:

1. Lucha contra el Dragón (como Madre), que luego se convierte en su aliado y fiel compañero.

2. Lucha contra el Adversario (como Padre o Senex), personaficado en la figura del coronel, su superior jerárquico.

Cada una de estas pruebas arquetípicas representa una etapa distinta del viaje heroico. Utilizando un lenguaje simbólico, la lucha contra el Dragón simboliza la separación del hogar familiar, del nido, de la Madre y jalona el inicio del proceso de individuación. Con ello, el héroe se adentra en lo novedoso, de la Psique y del Mundo, lo que en AVATAR viene representado por el mundo de Pandora; es algo así como el ocaso del Sol, que al ponerse comienza un viaje sublunar o nocturno a las entrañas de la Diosa, de Pandora. Después, cuando el Sol ha atravesado toda la fase de Noche, o sea, cuando ha entrado en las entrañas del Útero de la Diosa (la Luna con todas sus fases), se ha integrado en ese mundo y ha conocido los verdaderos tesoros que guarda; entonces, y sólo entonces, Jake, representante del renacido Puer, regresa al futuro. A semejanza de lo que sucede cuando sale el Sol, en la alborada, y comienzan a verse los primeros rayos de luz solar, Jake, tras ese viaje heroico, porta las nuevas ideas, las nuevas tendencias que habrán de manifestarse en la Tierra si se desea que la Vida continúe.

Aquí, la prueba es la lucha contra el Senex, contra el Sistema, contra la Máscara o Persona a nivel social; lo que denomina Freud el Superyo. Como en la etapa anterior, se trata de una ruptura. Pero ahora no es para con el hogar, o sea, para con aquella tendencia que le impide evolucionar en su encuentro con el Mundo (interior y exterior), como le sucede a Peter Pan, por ejemplo, antes de su encuentro con el capitán Garfio; sino, antes bien, se trata de un enfrentamiento para con las Normas Tradicionales, defendidas de un modo rígido, que han servido en una etapa de evolución colectiva anterior, y que, por tanto, tuvieron su razón de ser, pero que se han vuelto obsoletas, rígidas, escleróticas e impiden que la vida fluya. En esa lucha, el cometido del Puer es, como digo, traer a la luz de la consciencia de los seres humanos los tesoros que ha hallado en su viaje a las profundidades de la Diosa. En definitiva, es un viaje de vuelta, una Odisea homérica, tras ese retorno al Paraíso perdido que es Pandora, la Diosa, Gaia, con el fin de promover una renovación de la Vida (renovar el maltrecho sistema, lo que hace que ese Rey-Senex de las leyendas artúricas esté tullido y, con ello, también lo esté todo su reino).

Continuará...