lunes, 11 de julio de 2011

COSTA RICA SALVAJE ¡PURA VIDA! Segunda parte

El centro de la ciudad de San José. Costa Rica



Proseguimos aquí la crónica que comenzamos en la entrada anterior, sobre nuestro viaje de luna de miel a Costa Rica. En esta entrada, hablaremos de la capital del país, San José. 












Día 2. Lunes 20 de Junio de 2011. Visita a la ciudad de San José, capital de Costa Rica.

Desayunamos en el Hotel Corteza Amarilla, lo que los costarricenses, también conocidos como ticos,  denominan el desayuno típico. Consta de un primer plato con varias rodajas de piña y de papaya natural, acompañado de un jugo de naranja,  y un segundo plato con huevos fritos o revueltos, gallopinto (una mezcla de arroz blanco y judías negras, sazonados con especias, considerada la comida típica de Costa Rica), varias rodajas de plátano macho a la plancha y un par de panecillos. Todo ello, acompañado de un recipiente con medio litro de café y una deliciosa mermelada de guayaba, que probé untada en los panecillos.

Después de disfrutar del desayuno, preparamos lo necesario para ir a visitar la ciudad de San José, la capital de Costa Rica. Como venían a recogernos a las 12:30 del medio día,  permanecimos en el jardín del hotel disfrutando de las vistas, bebiendo un jugo de piña y de papaya natural (eso sí, sin azúcar añadido), mientras retomábamos la lectura del avión. Así, proseguí leyendo un par de capítulos más del libro El paradigma holográfico, comprendiendo que, aquello que físicos como David Bohm, Fritjof Capra o, el fallecido no hace demasiado tiempo, Michael Talbot, neurofisiólogos como Karl Pribram, psiquiatras como Carl G. Jung o Stanislav Grof y filósofos como Ken Wilber o Arne Naess, están descubriendo, tal y como, por cierto, desarrollé en mi ya clásico libro El retorno al Paraíso Perdido, publicado en 2004, resulta ser de la mayor relevancia para el futuro de la humanidad. Mientras algunos científicos racionalistas, como Stephen Hawking, no hace sino negar la existencia de Dios, basándose en investigaciones científicas, cometiendo un grave error, al emitir juicios de carácter metafísico partiendo de premisas físicas; los científicos y filósofos nombrados, entre otros muchos, están llegando a la conclusión de la existencia de un orden implicado, una especie de Vacío cósmico, lo que los metafísicos denominan el ámbito de lo Inmanifestado, preñado de contenido que, posteriormente, se manifiesta en un orden explicado. Y resulta que es ese orden implicado,  Inconsciente Colectivo psicoideo o Gran Vacío del que depende todo el mundo manifiesto. El mundo que nosotros percibimos con nuestros sentidos es, en realidad, la manifestación de ese otro orden, del cual depende y tiene su razón de ser.

Uff!, reflexiones bien profundas, justo antes de partir para San José. A las 12:15 del mediodía nos vino a avisar la recepcionista de que ya estaban el conductor y el guía esperándonos en la puerta, para comenzar nuestro recorrido por San José. Después de presentarnos, partimos hacia San José. El guía nos explicó que teníamos que recoger a dos personas más, en otro Hotel. Se trataba de dos mujeres, madre e hija, de nacionalidad mejicana. De camino hacia la ciudad, vimos un precioso y enorme parque, con varios lagos, canchas para la práctica de diversos deportes, una piscina y un estadio nacional de fútbol, entre otras instalaciones. Se trataba, según nos explicó el guía, del Parque Metropolitano La Sabana, el principal parque recreativo y deportivo de San José, y del país, que fue aeropuerto internacional hasta 1955, año en que se trasladó al actual  Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, en Alajuela. El nombre completo de este parque, Parque Metropolitano La Sabana Padre Chapuí, lo recibe en conmemoración del Padre Manuel Antonio Chapui Torres, quien donó los terrenos en 1783 a la comunidad de San José. Resulta que, el día 8 de mayo del 2010, este parque sirvió de escenario para el traspaso de poderes en el gobierno, donde, por vez primera, una mujer, perteneciente al Partido Liberación Nacional (PLN),  Laura Chinchilla Miranda, se convirtió en presidenta de la república de Costa Rica.

El guía nos explicó que, Costa Rica, está dividida en siete provincias: San José, en el centro; Puntarenas al Sur, lindando con Panamá; Limón, al noreste del país; Heredia, al norte de San José; AlajuelaCartago y Guanacaste, esta última al noroeste del país. Y, el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría está ubicado en Alajuela, a escasos 17 kilómetros al noroeste de San José. Recibe este nombre en memoria del soldado caído en la lucha contra los americanos, quienes pretendían hacerse con el control de Centroamérica, en la Batalla de Rivas, que tuvo lugar en 1856.

En nuestro viaje hacia el centro de San José, pudimos comprobar que esta ciudad, centro económico, político y social del país, se encuentra en un valle. En realidad, está localizada en el corazón de la meseta intervolcánica denominada Valle Central, a una altura de 1.160 metros sobre el nivel del mar, rodeado por los volcanes Irazú, Poas y Barba. Su clima es uno de los mejores del mundo, con temperaturas que rondan  los 21ºC de media, durante todo el año, si bien, en la temporada seca, entre diciembre y abril, las temperaturas diurnas pueden alcanzar los 31 ºC y las nocturnas bajan a los 5º C. La temporada de lluvias va desde el mes de mayo al de noviembre, con unas precipitaciones acumuladas de 2.000 mm. Durante esta temporada, suele amanecer despejado y con unas temperaturas muy agradables durante toda la mañana y, al llegar la tarde, el cielo se encapota y descarga en unas lluvias copiosas.  Nosotros tuvimos la suerte de visitar San José en la época que denominan Veranillo de San Juan –en torno al  día de San Juan Bautista-, donde el clima se asemeja al de la estación seca. Nuevamente, para nosotros, esta fue otra coincidencia afortunada, dado que el simbolismo de San Juan está muy vinculado con el bautismo con agua, con el signo de Cáncer y con el acceso a los misterios de la Madre Natura.

La población de San José es, según parece, totalmente urbana, de ascendencia europea y mestiza. Aunque cuenta con unos 400.000 habitantes censados, lo cierto es que su  población es significativamente mayor, dado que muchos son los que vienen a trabajar a la ciudad desde las provincias de Alajuela, Cartago o Heredia. Me resultó muy interesante constatar que Costa Rica ocupa el tercer lugar de la lista de los países del mundo con mejor desempeño ambiental, por detrás de Islandia y Suiza.

El centro de la ciudad de San José nos resultó monótono, repetitivo y bastante feo. Un pot pourri de horrorosos edificios nuevos, aceras decrépitas y calles bacheadas. Las avenidas están repletas de tiendas de comida rápida, mercados, vendedores de lotería, etc. Y de esto nos percatamos el primer día que visitamos San José, desde la furgoneta que hacía el recorrido por la ciudad. Sin embargo, pudimos vivir el ambiente de San José el último día de estancia en Costa Rica, cuando tomamos un autobús desde el Hotel Corteza Amarilla hasta el centro de la ciudad, para patear la Avenida principal o central de San José, donde se encuentra el Mercado Central. Aunque sobre esta experiencia hablaré a su debido tiempo.

Imagen tomada en el Teatro Nacional de Costa Rica. San José.

Tras un rápido recorrido en furgoneta por casi toda la ciudad de San José, nos bajamos frente al Teatro Nacional, el primer edificio que visitamos. Este precioso edificio recuerda mucho a los vetustos edificios del neoclasicismo alemán, con detalles semejantes a la arquitectura francesa e italiana del siglo XIX. De acuerdo con el documento titulado El Teatro Nacional de Costa Rica. Su Historia, escrito por Yanina Robinski  “se trata de un edificio que, aunque responde al  neoclasicismo alemán del siglo XIX, presenta una arquitectura ecléctica común en Europa y en América Latina en esa época. El uso de estructuras metálicas era vanguardista y el mecanismo para subir el suelo del patio de butacas era empleado sólo en los teatros más sofisticados de Europa. En relación con columnas, ventanas y balcones, la construcción tiene más influencia de los palacios renacentistas italianos. Por otro lado, en los espacios interiores se han encontrado influencias diferentes; francesa, por ejemplo en el caso de las escaleras principales, con una ornamentación barroca. Se dice que el “foyer” es de influencia italiana o francesa  y la simbología de la decoración inspirada en la Roma y Grecia clásicas. Los telones originales fueron realizados en Italia por el pintor Carlos Orgero, bajo la dirección de Francisco Durini. Este mismo contrató en Génova la producción de veinte “escenas” (decoraciones para escenografía).”

Una anécdota interesante que nos contó el guía acerca de los orígenes del Teatro Nacional fue que este edificio se construyó por la negativa de una diva de la época, llamada Adelina Patti, a actuar en un teatrito improvisado por la aristocracia costarricense de la época (año 1898). Como consecuencia de una serie de terremotos que azotaron el país a finales de diciembre de 1888, el anterior teatro municipal de Costa Rica quedó en ruinas. Así que, dada la afición que los costarricenses tenían por el teatro, las clases adineradas, en su mayoría comerciantes y cafetaleros, solicitaron al gobierno de la época la construcción de un Teatro Nacional. Sin embargo, el gobierno les responde que no dispone de los recursos suficientes para emprender tamaña obra pública. De modo que, con el consenso de la mayoría de los ticos, el presidente en ejercicio decretó la creación de un nuevo impuesto a la exportación del café, para financiar las obras. Y esto se llevó a cabo, pese a la tremenda presión, que desde la época de la colonización por los españoles se venía ejerciendo  en contra de este tipo de espectáculos, por parte de la Iglesia Católica. En 1897, tras siete años de trabajos, fue inaugurado con la representación de la obra maestre del escritor W. Goethe, “Fausto”, que tuvo, por cierto, un éxito apabullante.

Imagen del Teatro Nacional de Costa Rica. Alegoría del Café. Pintura de Aleardo Villa. 

En las escaleras del Teatro hay una pintura preciosa pintada en el techo, titulada “Alegoría del Café”. Esta pintura, pintado por el pintor italiano Aleardo Villa, sirvió como imagen para los billetes de cinco colones, ya fuera de circulación desde 1993. Resulta curioso observar esta pintura porque nos muestra que, el pintor, jamás estuvo en Costa Rica, de ahí sus varios errores técnicos, que fueron motivo de mofa y de comentarios desde que se hiciera público. Por ejemplo, en Costa Rica, especialmente en aquella época, no había farolas junto al puerto. El modo en que se transportaba el café era mediante sacos, no en cajas y, además, éste se produce en las montañas, no en la costa. Tampoco se transporta el racimo de plátanos del modo en que aparece en la imagen, sino justo al revés, y es poco probable que pudiera con ello un solo hombre. Tampoco las mujeres costarricenses eran tan “europeizadas”, ni en sus ropas, ni en su aspecto. Los bueyes, por norma general, no tienen el yugo amarrado al cuello, como aparece en la imagen, dado que, de ese modo, se ahogarían al tirar del arado.  En resumidas cuentas, el pintor “imaginó” cómo sería Costa Rica, y lo pintó desde su “perspectiva particular”.

Imagen tomada en el techo de la segunda planta del Teatro Nacional de Costa Rica.

En la segunda planta del Teatro, hay un fresco precioso pintado en el techo, cuyo autor no recuerdo y que no he podido localizar en Internet. La estancia en la que se encuentra este fresco tiene un suelo hecho con diferentes maderas preciosas de árboles autóctonos de Costa Rica, como la Teca, así como un lugar central donde se sentaban los aristócratas, después de las funciones.

Imagen tomada en el Teatro Nacional de Costa Rica. San José. Suelo de diferentes maderas preciosas.

Después de salir del Teatro, tomamos un aperitivo en una especie de cafetería-restaurante junto al mismo teatro, con las dos mujeres mejicanas, mientras nos guarecíamos de una tromba de agua. Yo tomé un jugo de piña sin azúcar, una bebida a la que me aficioné en Costa Rica. Este lugar estaba muy bien cuidado, el trato excelente y el café, según nos dijo el guía, a quien invitamos, muy bueno –tuve ocasión de corroborar sus palabras, nuestro último día de estancia en Costa Rica-.

Catedral Metropolitana de San José. Costa Rica.

Luego, mientras nos dirigimos hacia el Museo del Jade, pasamos por la Catedral Metropolitana de San José y, Maribel y yo, decidimos entrar para verla por dentro. Según algunas fuentes consultadas,  “la catedral tiene una combinación de estilos greco-ortodoxos y neoclásico, y forma parte de un complejo de edificios eclesiásticos junto a la Curia Metropolitana, la Librería Católica y la Casa Arzobispal. Cuenta además con un sagrario, una cripta subterránea, donde están enterrados los obispos y otros sacerdotes que han pasado por este templo, así como confesionarios, pulpito y un órgano tubular.

El interior de la iglesia esta ricamente decorado, con pinturas que representan diversos motivos religiosos, así como con imágenes de enorme valor cultural, algunos datan de la época colonial.

El trono arzobispal es una talla en roble procedente de los talleres del austriaco Ferdinand Stuflesser, que fue hecha en Italia a inicios del siglo XX. Tiene un bajo relieve de Jesús, y aunque la Santa Sede pidió eliminar este tipo de tronos, también indicó que los mas valiosos se conservaran, por su valor artísticos y este es uno de ellos.

De este mismo taller son las estaciones del Vía Crucis tallados sobre madera de cedro amargo, que se cortó en Costa Rica y se envió a Italia, para la realización de los mismos.

Cuenta con hermosos vitrales, de una excelente calidad artística y fueron creados en Francia, a principios del siglo XX.

Igualmente, la iglesia cuenta con una gran cantidad de imágenes antiguas, como Nazareno, con una antigüedad de unos 100 años, que fue traída de Guatemala. Además posee tallas de artistas nacionales, como el Cristo en el Santo Sepulcro de Manuel Zuñiga.

El 18 de septiembre de 2006, en la esquina noroeste de la Catedral, se develó una escultura en mármol blanco de Carrara, del Papa Juan Pablo II, realizada en Italia por el costarricense Jorge Jiménez Deredia.

La Catedral Metropolitana se ha visto afectada por numerosos sismos, ha sido testigo mudo del acontecer nacional, así como del cambiante aspecto de la ciudad de San José.”

Museo de Jade. San José. Costa Rica.

En el Museo de Jade vimos una increíble colección pre-Colombina de joyas y esculturas de Jade, de distintos tipos y colores, cerámica, huesos y madera labrada, así como algunos botes de madera muy ligera. La variedad de su acervo está organizado en cuatro colecciones: arqueológica, artística, etnográfica y numismática. Allí vimos que, en Costa Rica, existieron diferentes tribus indígenas que se especializaron en trabajar y/o labrar la materia prima de que disponían, en sus respectivos hábitats. De igual modo, supimos que, en Costa Rica, no se sabía de la existencia de yacimientos de oro. El oro que vieron los conquistadores españoles al llegar a Costa Rica ornamentando los cuerpos de los indígenas ticos,  no procedía de Costa Rica, sino del rico intercambio comercial entre los mayas, al norte, y los indígenas ticos, así como entre los incas, al sur, y las tribus indígenas costarricenses.  Hoy en día se sabe que hay un yacimiento de oro en Crucitas, al norte de la provincia de Alajuela, un pueblito cuya población se dedica a la ganadería, la agricultura y la reforestación. El proyecto de explotación, por parte de la empresa canadiense Infinito Gold, está, en estos momentos, en el centro de la polémica (véase el artículo La realidad de Crucitas y la noticia del periódico Nuestro País, titulada Con Minería en las Crucitas, Costa Rica viola derecho internacional). 


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