domingo, 18 de septiembre de 2011

ESPIRITUALIDAD Y EVOLUCIÓN DE LA CONSCIENCIA

Aunque mi deseo había sido el de grabar en formato audio la tertulia que tuvo lugar ayer, viernes 16 de septiembre de 2011, para colgarla en este mismo blog,  por motivos ajenos a mi voluntad, no pudo ser así. De modo que, he decidido escribir un pequeño resumen de los temas que tratamos durante el transcurso de las dos horas que duró la tertulia, así como de explicar algunos temas que, a mi juicio, no supe exponer en un lenguaje accesible a todos. Pido disculpas a todos aquellos que acudieron y que se sintieron perdidos en algún momento de la tertulia. En futuras reuniones, trataremos de que nuestro lenguaje sea más accesible, al tiempo que iniciaremos el diálogo lo antes posible.

Tras una presentación de todos los participantes, comentamos el motivo fundamental por el que se convocaban estas tertulias. Y este motivo fue el interés suscitado en las presentaciones de mi reciente y último libro publicado, titulado La Hermandad de los Iniciados, en torno a los temas principales que en él abordo, y que giran en torno a la recuperación del contacto con el Alma, con el mundo interior, a la toma de consciencia del Sentido último de la existencia y, por tanto, del proyecto vital que uno ha de desplegar en el transcurso de su vida, así como de la importancia de llevar una vida espiritual. Todos estos temas los he abordado, principalmente, en dos de mis libros: En Al final del túnel y en el citado más arriba, La Hermandad de los Iniciados, ambos productos destilados de mi propio proceso de transformación.

Luego, contextualicé el tema principal de la tertulia “ESPIRITUALIDAD Y EVOLUCIÓN DE LA CONSCIENCIA”, puesto que mucho se ha hablado de ambos términos y en contextos y de modos muy diversos. Así, expuse lo que yo entendía por evolución de la consciencia, como el despliegue efectivo y consciente de una pauta, de un orden interior, en el transcurso de nuestras vidas humanas. Y, para ejemplificarlo, comparé esta evolución con una semilla que se despliega, va creciendo, desarrollándose hasta que fenece y regresa a la tierra. Y, comenté, que esa es, precisamente, una de las imágenes en las que se representa (en sueños o mediante el empleo de una técnica de meditación como la Imaginación Activa)  el proceso o evolución de la Conciencia. Y mencioné entonces la idea del Físico David Bohm acerca de la existencia de un Orden Implicado que se despliega en un Orden Explicado o manifiesto. Por lo tanto, la idea fundamental que intentaba transmitir era que es ese Orden, que bien puede llamarse Espíritu de las Profundidades, Ser Interior, Self, Atman, Cristo Interior, etc., el que se va desplegando, y que el "yo" ha de convertirse en un colaborador activo, para que esa evolución tenga lugar de un modo consciente.  Por lo tanto, con esto aludía a la existencia de una chispa divina en el interior del ser humano y de la importancia de que el hombre adquiera consciencia de ella, y colabore activamente en su despliegue efectivo. Así, por Espiritualidad  entendía el modo en que ese Espíritu Interior, llámese como quiera llamarse (“cristo interior”, “dios en nosotros”, etc.), va manifestándose en la vida de cada individuo (y en la vida del colectivo. Desde esta perspectiva, el individuo que accede a la matriz en la que el Espíritu deja su semilla, es decir, el individuo que recupera el vínculo con su Alma, entra en contacto con las tendencias que tomarán cuerpo (que se encarnarán)  en el zeitgeist o conciencia colectiva de su época, y que, para la sociedad, aún están por venir. El Espíritu es atemporal y ahistórico (o transhistórico), ajeno a las coordenadas espacio-temporales que rigen en el ámbito de la consciencia, tanto individual, cuanto colectiva).

Realizada esta contextualización, pusimos énfasis en distinguir entre la idea de la autorrealización del "yo", de la consciencia, en el sentido de alcanzar las metas conscientes que uno se proponga, y lo que he denominado en algunos de mis ensayos la autorrealización del Sí-Mismo. En esta última, no es la consciencia la que se realiza, no se trata de la realización de las metas y propósitos conscientes, aquellas que satisfacen al yo, tal y como suele entenderse en la Psicología cognitiva. Antes al contrario, se trata de la realización del Sí-Mismo que, en cierto sentido, es tanto como decir la realización del Destino del individuo, de su vocación espiritual, aquello a lo que está llamado a hacer en esta vida,  de su “propio mito”, único e irrepetible, aquel para el cual su madre lo trajo al mundo.

En ese proceso de autorrealización del Sí-Mismo, de Dios en el Hombre, decíamos que es imprescindible la toma de contacto entre la parte consciente, la consciencia, y la parte inconsciente, lo Inconsciente del ser humano. Una “dialéctica” o un “diálogo” entre ambos contrarios. La consciencia, como decíamos antes, se ha de convertir en una especie de puer aeternus, de adolescente eterno, un aprendiz, que mediante una actitud jovial esté siempre abierto y dispuesto a aprender. El mayor peligro para toda Evolución de la Conciencia, tal y como la definimos, decíamos que era la inflación egóica. La pretensión del yo de creer que ya tiene todas las respuestas, que ya lo sabe todo. En ese momento, la Evolución se malogra y, tarde o temprano, lo Inconsciente “atacará” allí donde la consciencia menos se lo espera, haciéndola caer de la torre de marfil en la que el yo se ha instalado. Ejemplos de este tipo los vemos a diario en muchos intelectuales racionalistas, enamorados de su “pretendida” erudición.


Dijimos también que, para tomar consciencia de esa Evolución, el individuo ha de pasar por un proceso iniciático. Así, aproveché para explicar el significado del título de mi libro, La Hermandad de los Iniciados. Comencé diciendo qué no es la iniciación. La iniciación no es la adquisición de un saber obtenido mediante un esfuerzo consciente, a través de un acto de la voluntad egóica, leyendo innumerables libros y obteniendo un conocimiento intelectual sobresaliente. Eso no es una iniciación. La iniciación es un proceso por el que el ser humano muere a un modo de existencia profana y prosaica y tiene acceso a una realidad trascendente a la consciencia, que bien podríamos denominar espiritual. Y esto, en la vida particular de cada cual, tiende a manifestarse en una crisis o en una desorientación vital importante. El modo en que esto tenga lugar en los respectivos individuos puede divergir enormemente: algunos pueden vivir este tránsito, esta crisis, esta muerte al estado de ser anterior, porque les sobreviene un trastorno psíquico; otros,  a través de un grave accidente, que casi acaba con su vida; otros, puede que afronten una enfermedad, como por ejemplo un cáncer; otros, pueden convertirse en chivos expiatorios del sistema, cargando con las infamias encubiertas de sus contemporáneos, y ser recluidos en una cárcel, donde inician su particular descenso a los infiernos, etc.  Hay numerosos ejemplos de cada uno de estos casos a lo largo de la historia. Y esa crisis es, en realidad, el preludio del despertar del Alma.



Después hablé de los modos en que se puede acceder a esa realidad, que la Psicología Analítica denomina lo Inconsciente, o, también, el Alma. Así, comenté que los sueños pueden ser entendidos como mensajes que provienen de lo Inconsciente, si bien se trata de un tipo de imaginación pasiva (en el sentido de que la consciencia no actúa, recibe el mensaje). Y luego pasé a hablar del método de la Imaginación Activa, como una poderosa técnica meditativa occidental (que no es nueva, sino que ya se encuentra descrita en los textos de alquimistas, bajo el nombre de Imaginación verdadera y no fantástica) que permite entrar en contacto con las imágenes que emergen de lo inconsciente. Para que esta imaginación se lleve a cabo, la consciencia ha de bajar su nivel mental, ha de entrar en un estado semejante al duermevela, tratando de “aquietar” el proceso mental, y dejar que las imágenes emerjan desde lo Inconsciente. Luego, cuando estas imágenes empiezan a aparecérsele a la conciencia, como si se estuviera viendo una pantalla de cine, si bien la conciencia es un actor dentro de la película que se reproduce, se ha de interactuar con ellas y, en la medida de lo posible, según las capacidades “artísticas” de cada uno, plasmarlas de algún modo: bien, mediante un diálogo que se escribe en un cuaderno; bien, dibujando la imagen tal cual se presenta; bien, realizando una escultura que represente lo que uno vive; bien, pintando un cuadro; bien, escribiendo una poesía que refleje eso que se está viviendo (en la imaginación); o bien, una mezcla de varias manifestaciones artísticas (pintura y escritura, por ejemplo). Por cierto que, otro modo de acceder a lo Inconsciente, es dejar fluir ciertas ideas y plasmarlas mediante un escrito o una poesía, por ejemplo,  que no ha escrito sólo nuestro yo, sino que nuestro yo ha sido un “canal” a través del cual lo inconsciente se expresa (la paloma del espíritu le habla y el hombre lo manifiesta).


Debo reseñar aquí que, este método de meditación, la Imaginación Activa, está contraindicado en personas que no estén bien enraizadas en la realidad, con un complejo del yo o ego (entendido éste, como el foco de luz que ilumina los contenidos de la consciencia) poco estructurado, por el riesgo de padecer un brote psicótico.

Y es que, como dije en la tertulia, el yo es vapuleado y humillado en numerosas ocasiones por esas “personajes” que aparecen en la imaginación, siendo tratado, especialmente al principio, como un patoso, casi como un imbécil. Un ejemplo de este encuentro lo representa el acceso de Jake Sully, el protagonista de la película Avatar, al mundo de Pandora. Ahí se observa cómo le tratan los avatares (o ángeles) de la tribu Omaticaya y, también, el peligro que corre al ser atacado por varios animales salvajes (representantes de nuestros instintos primarios). Así que, la idea que tienen algunos sectores de la población, especialmente vinculados con la heterogénea corriente de pensamiento denominada New Age, concerniente al acceso al ámbito espiritual como si éste fuese un camino de rositas, y que la conciencia se encuentra con una paz y una felicidad eternas, yerran en algo fundamental: en las ordalías, el sufrimiento y las crisis que encierra todo proceso iniciático.


Tras expresar estas ideas, comenzó la tertulia propiamente dicha. Una de las primeras cuestiones que surgió fue si lo Inconsciente Colectivo en Jung se identificaba con lo Espiritual. A esto, respondí que ese era un malentendido frecuente en quienes han leído parcialmente a Jung. Así, lo que en Psicología Analítica se entiende por Inconsciente Colectivo, expliqué, es algo así como una especie de recipiente, de Útero femenino, de Cáliz, en donde el Espíritu deja su simiente. Lo que Jung decía, y trataba de explicar yo, es que en el Alma, en lo Inconsciente Colectivo, encontramos un fluir de imágenes, que él denomina Imágenes primordiales o arquetípicas. Y esas imágenes, tras estudiar muchos casos en su consulta privada, así como en su propio proceso de Evolución de la Conciencia, tal y como la hemos definido, parecen mostrar ciertas constantes, constantes que él denominó arquetipos. Pero Jung no identificaba, en ningún momento, lo Espiritual con lo Psíquico. Sólo decía que en lo psíquico se manifestaba algo que estaba colmado de Sentido. Las imágenes simbólicas que aparecen en el Alma o Inconsciente Colectivo son una puerta al misterio insondable. Es decir, para Jung y para mí, el fondo anímico del hombre es un auténtico misterio y el encuentro de la conciencia con su mundo interior  abre la puerta al  misterio.

También tuvimos que diferenciar entre lo que entendíamos por mundo interior y lo que el colectivo (la sociedad) suele entender por tal. El mundo interior, tal como lo estábamos definiendo, no es el mundo de la abstracción ideológica, propia del pensamiento filosófico; de hecho, este se apoya en profundos fundamentos del mundo interior, si bien el pensador pocas veces es consciente de ello. El mundo interior es algo autónomo, funciona independientemente de nuestra voluntad consciente. Y, como decíamos al principio, parece tener un determinado propósito que, según nos parece, está relacionado con el despliegue efectivo del Dios que nos habita o de “dios en el hombre” (la imagen de dios en el interior del ser humano). Aquél que toma contacto con este trasfondo puede hacerse consciente de su vocación vital, de su “mito interior”.  Así que, para quien dedicar su vida a la realización de su proyecto vital es lo más importante,  no se le debe tachar de ensimismado, tal y como suele entenderse habitualmente esta palabra. Por el contrario, el ensimismamiento de alguien así orientado es un ensimismamiento “centrovertido” y no “egocéntrico”, algo que es importante diferenciar.


Un asunto muy interesante, que también  surgió en la tertulia, fue el de la importancia de conocer la sombra, es decir, las oscuridades, los defectos, las debilidades,  que todos portamos en nuestro interior y/o exterior, de un modo vivencial, práctico, existencial, y no sólo a través de la mera abstracción filosófica. Así, surgió la idea importante de la “relatividad del bien y del mal” en el terreno práctico. Esto último, tuvimos que definirlo y precisarlo bien, porque había personas que parecían entender con ello algo así como un “todo vale”. Y, a través del debate, se fue clarificando la idea principal: Si uno se identifica con los valores colectivos de nuestra sociedad (valores que, por cierto, van cambiando con el tiempo) hasta el punto de creer que esos son los únicos criterios válidos sobre lo que está bien, y lo que está mal, está adoptando una actitud de endiosamiento. Sólo un dios puede saber qué está bien, y qué mal en cada momento. Nosotros, en cambio, debemos ser un poco más humildes y enfrentar el asunto del siguiente modo: “esto que voy a hacer puede que esté bien… pero puede estar mal”, no lo sé de antemano. No dispongo de un manual o un decálogo que me diga lo que está bien, y lo que está mal, en todo momento, para mí. Lo que no significa que se relativice el bien y el mal como categorías absolutas. A veces, un aparente bien, puede provocar un mal, y viceversa. Por otro lado, cuando uno toma contacto con su propia interioridad, con su Alma, puede escuchar la Vox Dei, la voz de Dios, lo que se ha llamado también la voz interior o voz de la conciencia, y así se abre a lo que ese otro lado de sí mismo considera que está bien o mal, para él. Una actitud que cree estar en posesión de la verdad sobre lo que está bien y lo que está mal, jamás podrá escuchar lo que tiene que decirle su otra mitad, su alter ego. Y es que, ahí, en el fondo anímico, es donde podemos encontrar lo que está bien y lo que está mal, para nosotros. Lo que puede (y de hecho sucede) no coincidir con lo que la sociedad considera como tal.


Y, sobre el problema de la sombra,  sacamos a colación uno de los temas más candentes en la sociedad moderna: El problema de la Violencia de Género. Introduje este importantísimo asunto, hablando de los factores inconscientes que están presentes en toda relación de pareja. Así, comenté que, uno de los grandes problemas de nuestra sociedad, es precisamente la inconsciencia, el rechazo, en definitiva, la represión de lo negativo, falso, pueril, etc., (el lado flaco) que hay en cada uno de nosotros, los seres  humanos. Y, en lugar de asumir esas debilidades, tomar consciencia de ellas, y tratar de integrarlas en la consciencia (manteniendo la tensión en el interior), la gran mayoría de las personas en esta sociedad proyecta esas debilidades y oscuridades propias en los demás: bien sea en los “agresores”, bien en la actitud de las mujeres maltratadas. Ni unos, ni otros, son, en realidad, conscientes de los factores que están actuando a sus espaldas y que, finalmente, los entrampan en una relación autodestructiva para ambos miembros.

Me resultó muy grato que una de las tertulianas, que es terapeuta familiar, y que está tratando con casos de malos tratos en las relaciones de pareja, expresara que le resultaba sorprendente como, lo que estábamos tratando aquí, que era el meollo principal de este grave problema social, la violencia en las relaciones de pareja, ni se mencionara en los medios de comunicación. Claro, no sólo no interesa airear estos asuntos, sino que, para la conciencia colectiva, las oscuridades y debilidades, no pueden ser asumidas conscientemente, sino que las rechazan, las reprimen y, finalmente, las proyectan en los nuevos chivos expiatorios. El trabajo de toma de consciencia de esas debilidades, de esos conflictos subyacentes, es una labor de los individuos concretos.

Entonces, poco a poco, fue surgiendo la idea de la importancia de las profundas raíces que el problema de la violencia de género tiene. Tan profundas que están enclavadas en lo Inconsciente Colectivo, del que habíamos hablado antes. De hecho, la actitud machista de esta sociedad se manifiesta, también, en el trato indulgente a la mujer, a la que se ve como el sexo débil, a la que hay que proteger, porque ella no puede valerse por sí misma. Ella, la mujer, no tiene que hacer nada para resolver el conflicto en la relación de pareja, piensa la conciencia colectiva, es el hombre, el “agresor”, al que hay que recordarle que está “saltándose la ley”, que está “pecando”, y que es un “malhechor” o un “criminal”. De modo que, se soluciona el problema, según la opinión de la conciencia colectiva, imponiendo órdenes de alejamiento al “agresor” y, eventualmente, encerrándole. Estas medidas, no sólo no disminuyen el conflicto, sino  que, probablemente, aumenten la tensión entre los miembros de una pareja. El trabajo  principal, se quiera ver o no, está en ambos miembros de una relación. Si no, ¿por qué algunas mujeres que han dejado una relación con un “maltratador”, si no realizan un trabajo de toma de consciencia, vuelven a repetir el mismo patrón de relación con otros hombres? ¿Por qué, algunas mujeres, en una misma relación, pasan de ser maltratadas, a maltratar ellas a su pareja? Como comentamos en la tertulia, el problema en las relaciones posee, desde luego, unas profundas raíces. Y, en esas raíces, está la inconsciencia  y la indolencia de la mayoría de los individuos, así como la orientación materialista de esta sociedad secular, profana o desacralizada.

Para concluir  y no extenderme demasiado, aunque hubo muchas otras aportaciones interesantes durante la tertulia, surgió el tema concreto de un hombre que estaba convencido de que la evolución de la conciencia estaba reñida con los intereses económicos o empresariales. Fue muy interesante escuchar un relato personal de alguien que siente que el dedicarse a un trabajo de empresario es contrario al “desarrollo espiritual”. Y, en parte, no le falta razón. Varios de los tertulianos hicieron aportes muy interesantes, al comentar a este señor que la materia no está reñida con el espíritu, sino que es la actitud hacia la materia la que puede estar reñida con la evolución espiritual. Algo importante, que debe experimentarse durante el proceso de evolución de la Conciencia, es el darse cuenta (no mentalmente, sino vivencialmente) de que es la identificación con los bienes materiales (sean estos, los que sean) lo que es contrario al proceso, no los bienes materiales en sí mismos. Tan es así que habrá individuos cuyo Destino (Tao), cuyo Camino, cuya Patrón o Pauta interior (“su mito”) les conduzca a tener importantes sumas de dinero, o de bienes, o un prestigio social, o grandes cualificaciones profesionales o a ser empresarios. El asunto es qué hace la conciencia con eso, si se identifica con eso hasta el punto de que su vida gire alrededor del dinero, los bienes materiales o el poder. En algún momento de la vida, puede que se produzca un giro pendular (una enantiodromía), y el individuo ha de estar preparado para desprenderse de lo “ganado”. Y esa es una prueba de fuego.

La tertulia finalizó a las 22:30 y quedamos en que, quienes estuviesen interesados en continuar compartiendo experiencias e ideas, para que todos aprendiéramos y ampliáramos la consciencia,  estaban invitados a la próxima tertulia, que sería un viernes del próximo mes de octubre. Día que se anunciará a través de Internet, tanto desde este blog, como desde el grupo “ESPIRITUALIDAD, FILOSOFÍA Y CIENCIA” creado en Facebook.  Y, por supuesto, al que estáis todos invitados. Recordad que la asistencia es gratuita y abierta a todos los interesados (Vocatus atque non vocatus, deus aderit = Invocado o no invocado, dios está presente). 

Más sobre el autor de este texto pinchando en Psicología Profunda y espiritualidad.

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