martes, 12 de febrero de 2013

CRÍTICA A CARL GUSTAV JUNG POR SU NEGATIVA A CONOCER A RAMANA MAHARSI, POR ÁNGEL ALMAZÁN DE GRACIA

Traemos a colación hoy aquí un ensayo escrito por el periodísta y escritor Ángel Almazán de Gracia, en donde abunda en los motivos que Carl G. Jung esgrime ante su negativa a visitar el ashram de Ramana Maharsi, y nos ofrece una reflexión crítica muy pertinente acerca de la actitud de Carl Gustav Jung hacia la espiritualidad oriental.

Antes de nada, me gustaría añadir un matiz que Ángel Almazán no ha expresado directamente en su entrada y es que Jung era un Psiquiatra y psicoterapéuta por cuya consulta habían pasado miles de pacientes occidentales. Por lo que su opinión acerca de la pertinencia de mantenerse en suelo occidental podría provenir, tanto de su propia experiencia personal, como de lo que él había observado en sus pacientes. 


"Podría escribirse un libro para ahondar en las razones por las que C.G. Jung (1875-1961) no quiso desplazarse desde Madras al ashram de Ramana Maharshi (1879-1950) en Tiruvannamalai, al pie del monte sacro Arunachala, a comienzos de 1938 durante su viaje por India. Se han formulado muchas hipótesis al respecto e incluso Jung dio diversas explicaciones a lo largo de su vida.
 
En Calcuta Jung tuvo que pasar diez días hospitalizado tras enfermar de disentería y, convaleciente, recaló luego en el puerto de Madrás, que se encuentra a casi 200 kms de Tiruvannamalai por malos caminos. Jung tenía 62 años. ¿Quizás se sintió débil físicamente para adentrarse por el sur de la India hasta el áshram de Ramana Maharshi?  Tal excusa no la da Jung en ningún momento, que yo sepa, así que no habrá que tenerla como motivo suficiente.
En mi opinión lo que se desprende de la lectura de los textos de Jung referidos a Ramana Maharshi para explicar su negativa a verle es que realmente no estaba a la sazón interesado por las enseñanzas de Ramana Maharshi (cuatro años más joven que Jung, por cierto). Creo que le consideraba “un gurú más del montón” y no, precisamente, de los más interesantes para él. Y sobreentiendo asimismo que los gurús no tenían nada que ofrecerle a él, pues consideraba que no estaban “individuados” sino subsumidos por una identificación con el arquetipo del “Viejo Sabio”, o sea, que sufrían una “inflacción psíquica” (en la terminología jungiana). 
Pocos meses antes de viajar a la India en diciembre de 1937, Jung había invitado a su casa de Küsnacht a Paul Brunton (1898-1981) y a su gurú neovedantino, V. Subramanya Iyer, gurú a su vez del riquísimo maharajá-filósofo de Mysore. Brunton, por aquel entonces, se estaba desmarcando plenamente de Ramana Maharshi y criticaba diversos aspectos de sus enseñanzas que, por ende, eran los que igualmente podía desechar Jung (relativos a la moral-ética bien/mal, la relación-implicación con la sociedad-mundo, la tangibilidad real del mundo que para ellos no podía ser “maya”.,.).  
Corte del maharajá de Mysore, donde estuvo Jung en 1938
Y cuando Jung estuvo en India volvió a estar con Iyer (Brunton no se encontraba entonces en India), como señala en sus Memorias: “Conversé bastante con V. Subramanya Iyer, el gurú del maharajá de Mysore, de quien fui huésped por algún tiempo, también conversé con muchos otros cuyos nombres por desgracia he olvidado. Por el contrario, evité el encuentro con los llamados «santones». Los evité porque debía contentarme con mi propia verdad y no me estaba permitido aceptar más que lo que yo mismo podía alcanzar. Me hubiera parecido un robo si hubiera querido aprender de los santones y aceptar para mí su verdad. Su sabiduría pertenece a ellos y a mí sólo me pertenece lo que procede de mí mismo. Tanto más cuanto que en Europa no puedo pedir ningún préstamo a Oriente, sino que debo vivir por mí mismo, de lo que dice mi interior o lo que la naturaleza me aporta”.
¿Qué podemos colegir de estas explicaciones? Muchas cosas, desde luego. He aquí tres de ellas. En primer término se pone en evidencia el “individualismo” de Jung, su orgullo de “hacedor” de su “individualidad-individuada” y su rechazo a que las doctrinas y técnicas meditativas orientales (y por tanto de la India) sean benéficas para los occidentales (léase: para Jung). Su ambigüedad ante “lo oriental” es notoria, pero finalmente prevaleció en Jung el sentimiento y la convicción personal de que un occidental debe buscar la “individuación” en el seno de las tradiciones orientales, fundamentalmente el judeo-cristianismo y su complemento esotérico: místicas como la del Maestro Eckhart, teosofismos como el de Jakob Böhme (1575- 1624, filosofía alquimista (especialmente la de Gerado Dorneo) y, sobre todo, a través de su Psicología de las Profundidades que Jung veía como el culmen de tales movimientos “complementadores-compensatorios” para la Consciencia Colectiva Occidental que emanaban de una especie de Inconsciente Colectivo Occidental filogenético (el cual, inicialmente, sólo lo circunscribió al indoeuropeo y, tras la II Guerra Mundial, lo ensanchó con el semítico-judío pero no con el semítico-islámico, según deduzco).
Tras muchos años de leer a Jung, a junguianos, y a críticos de Jung y el junguismo, creo que Jung se veía a sí mismo como un profeta o mesías para Occidente.
Parte de mi biblioteca junguiana personal
      Incluso antes de separarse ideológicamente de Freud, en una carta de comienzos de 1910 que Jung le escribió, se evidencia que éste aspiraba a convertir el Psicoanálisis en algo que sustituyera a las religiones. Y en otra carta de agosto de 1910 insistía ante Freud en que, merced a la difusión e implantación del Psicoanálisis entre la élite intelectual y principales universidades, el confiaba en que “entonces amanecerá la Edad Dorada”.
     Dos años después, Freud y Jung dejaron de hablarse y Jung, sumergido en una psicosis plagada de visiones y personalidades escindidas, fue capaz de trascenderla buscándole un sentido transpersonal del cual surgió, cual Ave Fénix, con un mensaje mesiánico para Occidente: el de los arquetipos, el Inconsciente Colectivo y el Proceso de Individuación. La Psicología Profunda de Jung es, en buena parte, el resultado de la búsqueda de Jung a encontrarle un sentido a dicha psicosis (1912-1919) que estuvo a punto de llevarle al suicidio (dormía con una pistola cargada cercana a la cama). Él mismo, en sus Memorias confiesa: “Los años en que yo trataba de aclarar las imágenes internas constituyeron la época más importante de mi vida... Toda mi actividad posterior consistió en perfeccionar lo que brotó del inconsciente, y que comenzó inundándome a mí. Constituyó la materia prima para la obra de mi vida".
      El miedo a caer en una psicosis similar le atenazó durante décadas. Pánico tuvo en su estancia en India a caer en tal estado. La sobresaturación sensorial de la India pobre e India rica con toda la iconología sexual desenfrenada de los templos hindúes, la creencia en el karma y el desasimiento del ego en el Vedanta Advaita era  todo un cúmulo de “peligros” para su psique occidentalizada. Así, en una aclaratoria confesión por carta a la condesa Elizabeth Klinckowstroem, se descubren las claves que Jung ocultó “oficialmente” en sus publicaciones acerca de por qué no fue a ver a Ramana Maharshi: "La filosofía oriental llena una laguna psíquica en nosotros, pero no contesta o resuelve los problemas planteados por el cristianismo. Ya que ni soy indio, ni chino, probablemente tendré que conformarme con mis presuposiciones europeas, de otra manera yo estaría en el peligro de perder mis raíces por una segunda vez. Esto es algo que yo preferiría no arriesgar, ya que sé el precio que uno tiene que pagar para restablecer la estabilidad [psíquica] perdida”.
     Pero es que, además, Jung se creía investido de una misión: salvar espiritualmente a Occidente. Suficientemente revelador es, al respecto lo que él mismo confiesa en sus Memorias para justificar su actitud ambivalente hacia “lo oriental”. En el hotel de Calcuta, tras su alta en el hospital, Jung tuvo un sueño griálico que interpretó de forma mesiánica: sumergirse en la consecución de Grial y la Piedra Filosofal de la Alquimia era su misión a fin de salvar a Occidente. De hecho su libro de cabecera durante todo este viaje en el barco y en tierra india fue el primer tomo del Theatrum Chemicum (1602) en el que están los mejores textos de Gerardo Dorneo. Jung  habla así de la impresión que sacó de este sueño: “Me sentí arrancado al mundo de la India y se me recordaba que la  India no era mi misión, sino sólo un trecho de mi camino —aunque importante— que debía acercarme a mi objetivo. Era como si el sueño me preguntara: «¿Qué haces tú en la India? Es mejor que busques para tus semejantes la copa sagrada, el Salvator Mundi, del que estáis necesitados urgentemente. Estáis a punto de arruinar todo cuanto ha sido construido a través de los siglos.»...”  A este respecto bueno es subrayar que Jung, en la conferencia inaugural del Club de Psicología de Zürich, patrocinado por el dinero de los Rockefeller, mediante una alegoría señalaba que los allí presentes formaban parte de una Orden Sagrada, como lo habían estado los caballeros del Santo Grial.
      Eugen Bohler, amigo de Jung desde 1955, afirma que “Jung consideraba su vida como una misión, la de hacer a Dios consciente. Tenía que ayudar a Dios a hacerse consciente, y no por nuestro propio bien, sino por el bien de Dios”. Esta declaración tendría que ser matizada en el contexto de la doctrina junguiana, pero a lo que voy ahora es a destacar el mesianismo de Jung. Asimismo, JolandeJacobi, una de sus grandes discípulas, en una entrevista de diciembre de 1969, reconocía que Jung “se comportaba como si su psicología fuese otra religión”.
Libros de mi biblioteca personal junguiana
      Tras todo lo dicho, es fácil entender que Jung no podía postrarse ante los pies de Ramana Maharshi, ni aceptar sus enseñanzas –concordantes con la ancestral doctrina de la No-Dualidad Vedantina-, las cuales son, en muchísimos aspectos, hasta opuestas a los hallazgos psicológicos hermenéuticos de Jung (nuevos en la filosofía dualista y en la psicología occidental dualista). Así, por ejemplo, la famosa técnica de la Imaginación Activa –en el que el ego se sumerge en imágenes y más imágenes buscando luego asociaciones del inconsciente personal y del inconsciente colectivo- es radicalmente opuesta a la técnica de Atma-Vichara o Autoindagación explicada por Ramana Maharshi en 1901 cuando tenía tan sólo 21 años, aunque no se publicaría hasta 1921 con el título de  Nan Yar?  ¿Quién yo soy? (y poco después el mismo Ramana Maharshi convertiría tales preguntas-respuestas en un breve ensayo).
    Ramana Maharshi sabía muy bien qué era él desde su “muerte psíquica” e “iluminación”, acaecida el 17 de julio de 1896. Jung, por el contrario, estuvo toda su vida buscando un sentido pleno a su vida, que quizás le fue otorgado por el Sí-Mismo en las últimas semanas de vida. Así, el 6 de abril de 1954, le confesaba a AnielaJaffé  -su biógrafa, discípula y analista junguiana- lo siguiente: “Me observo en el silencio de Bollingen y me veo obligado a confesar que no he hallado respuesta a la pregunta: “¿Quién soy yo?”. Estoy y sigo inmerso en la duda acerca de mí mismo, sobre todo porque he intentado expresar cosas precisas. Todo sucede como si, al intentarlo, me alejase todavía más del conocimiento de mí mismo”.
Muchas críticas ha recibido Jung de diversos autores por negarse a conocer a Ramana Maharshi. Una de las más críticas proviene del esoterista Titus Burckhardt, en el capítulo IV de Psicología moderna y sabiduría tradicional, escribe: “En realidad, Jung evitó deliberadamente todo contacto con los verdaderos representantes de las tradiciones por él investigadas y explotadas: durante su viaje a la India, por ejemplo, se negó a visitar a un sabio como Shri Ramana Maharshi - aduciendo un motivo que demostró una insolente frivolidad -, quizá porque instintiva e "inconscientemente" - es el momento de decirlo - temía el contacto con una realidad que desmentiría sus propias teorías. La metafísica, es decir, la doctrina de lo eterno y lo infinito, no era para él sino una especulación en el vacío y, en última instancia, simplemente una tentativa de lo psíquico de superarse a sí mismo, comparable al ridículo gesto del barón de Munchhausen que quería salir del barro agarrándose a su propio codo”.
      No soy yo tan rotundo en mi crítica a Jung. Reconozco, por experiencia propia, que su Psicología Profunda sirve de “puente” entre la psicología y el esoterismo, pero igualmente siento que si comparamos a Ramana Maharshi con un gigante, Jung es un enano en muchos aspectos. 
    El Karma de Jung fue el que fue y en ese guión existencial de la vida de cada individuo que está escrito por el Sí.Mismo y que cada “jivatma” interpreta sin ser consciente de ello, no había línea alguna para su encuentro con Ramana Maharshi ni comprensión vivencial íntima del Vedanta Advaita. 

Más libros de mi biblioteca personal junguiana
     Por último es de destacar que –si mis datos no son erróneos- debido a la amistad que mantuvo con el indólogo Heinrich Zimmer, Jung fue el promotor-editor en 1944 — poco después de la muerte de Zimmer — de su obra postuma "Der Weg zum Selbst" (El camino hacia "sí mismo") editado en   Zürich por Rascher Verlag, en la que insertó como prólogo un ensayo suyo ya mencionado por mí en otros posts, parte del cual ha servido a su vez de introducción al libro Enseñanzas Espirituales de Ramana Maharshi. Esta obra de Zimmer recoge las enseñanzas de Ramana Maharshi, y aunque ignoro su contenido exacto, parece que es una traducción de una selección de respuestas que daba a quienes le preguntaban, y que también están incluidos los “Cuarenta versos sobre la Realidad”.

Más libros junguianos de mi biblioteca personal
     Nota adicional: La mayor parte de textos de Jung relacionados con Oriente se encuentran recopilados en el Volumen 11 de sus Obras Completas (editadas en castellano por Trota): ACERCA DE LA PSICOLOGÍA DE LA RELIGIÓN OCCIDENTAL Y DE LA RELIGIÓN ORIENTAL, conformado por los siguientes escritos: “Comentario psicológico al Libro Tibetano de la Gran Liberación (1939/1955)”, “Comentario psicológico al Libro Tibetano de los Muertos (1935/1960)”, “El yoga y Occidente (1936)”, “Prologo al libro de D.T. Suzuki La Gran Liberación. Introducción al budismo zen (1939/1958)”, “Acerca de la psicología de la meditación oriental (1943/1948), “Sobre el santón hindú. Introducción al libro de H. Zimmer Der Weg zum Selbst (1944)”, “Prólogo al I Ching (1950)”. 
Ángel, en varios comentarios que surgieron tras estas declaraciones, escribió:
"No-Dual no es "Unidad" estrictamente, ya que la "Unidad" lleva implícito la "pluralidad"... Lo No-Dual es "previo" a la "Unidad", desde donde surjen "las formas" ("las mil cosas")... Lo Absoluto es lo "No-Dual"... Pero incluso esto que estoy diciendo es conceptual... Puntos ciegos los habra siempre que "analicemos" cualquier cosa de otra persona pues no somos él y, por tanto, carecemos de todos sus datos y experiencias, conceptualizaciones y convicciones."
"El "juego" de la Vida trae consigo diversidad en los estados del ser, que diría Guénon, o ámbitos de conscienciación a niveles distintos, y explicaciones o conversaciones con lenguajes y hermenéusis diferentes si se quiere "participar" en el "reino de la multiplicidad" y no sumergirse en el SILENCIO y en el AISLAMIENTO... Por otro lado, hay fases o etapas en las que "el Flujo de la Consciencia Diurna" te lleva por aquí o por allá... Yo, por ejemplo, tras esta serie última de artículos estoy pensando en dar por cerrado este blog, al menos durante un tiempo... Creo que ha cumplido ya con los objetivos que me propuse al iniciarlo hace casi un año, justamente tras publicarse mi libro PERDIDOS EN EL MUNDO IMAGINAL (que coincidió -sincronisticamente- con la publicación en español del LIBRO ROJO de Jung, donde he visto que realmente Jung estaba PERDIDO en su Mundo Imaginal. Salud"
Agradecemos a Ángel Almazán estas consideraciónes a quien pertenecen los derechos de autor de este texto. 
 
Advertimos al lector que el webmáster de este blog no tiene por qué suscribir todo cuanto diga el autor del ensayo.

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