jueves, 18 de diciembre de 2014

Llega la 2ª edición de AL FINAL DEL TÚNEL



La 2ª edición de la novela psicológica  y espiritual, Al final del túnel, acaba de publicarse tanto en formato ebook como en libro, el día 25 de noviembre de 2014. Ya está disponible en la librería virtual de amazon desde cualquier lugar del mundo. Si quieres pedir un ejemplar puedes solicitarlo en el  siguiente enlace:


Esta nueva edición contiene algunas novedades con respecto a la edición anterior. Además de las 20 imágenes, que en la versión ebook son a todo color y en la versión de libro en blanco y negro, se ha revisado todo el texto y se han añadido algunas mejoras que proporcionan una mayor calidad a la obra.

Como en la primera edición, esta 2ª edición está basada en hechos y sucesos reales. Narra la historia de un ciudadano occidental que, después de haber conseguido todo cuanto un hombre moderno pudiera desear, el destino se le vuelve en su contra, pierde casi todo cuanto había ganado y termina por ingresar en prisión condenado injustamente por un delito de violencia de género.

La novela incide en la importancia de integrar la dimensión espiritual en el proceso terapéutico de un modo muy práctico. De ahí que, la psicología junguiana y la psicología transpersonal están muy presentes en el desarrollo de los acontecimientos que le sobrevienen al personaje principal. La iniciación a la realidad del alma (de lo "inconsciente colectivo"), de ese mundo interior o microcosmos que habita en el ser humano, es uno de los temas fundamentales de esta novela.

Al final del túnel aborda los mismos conflictos que están presentes en algunas películas modernas de ciencia ficción, como, por ejemplo, Avatar, Matrix o la saga del Señor de los Anillos: la emergencia de la corrupción y del mal en la cultura occidental; la importancia de aceptar e integrar el aspecto femenino de la naturaleza humana; las crisis económica y ecológica mundiales y su relación con el desarraigo espiritual del hombre moderno; o la muerte y el renacimiento de lo divino en el alma del ser humano.

Al final del túnel es una historia de superación, de autorrealización y de experiencia con el misterio que se expresa en la vida de todo ser humano. La meditación, la imaginación creadora y el desarrollo de la capacidad de relación con el mundo de los sueños también están presentes, proporcionándole al lector un ejemplo del modo en que dichas prácticas contemplativas se pueden realizar.

Por último, ha sido prologada por el Dr. Salvador Harguindey Oncólogo, Vicepresidente de la International Society of Proton Dynamics of Cancer y escritor.
 
La página web del autor, el escritor y terapeuta de orientación junguiana José González

Mira el Booktrailer:

miércoles, 15 de octubre de 2014

LA HERMANDAD DE LOS INICIADOS YA VA POR SU 3ª EDICIÓN



José González:

LA HERMANDAD DE LOS INICIADOS



El escritor madrileño José González acaba de publicar la 3ª edición del ensayo novelado titulado “La hermandad de los iniciados”, tanto en formato libro, como en ebook y está disponible en la librería virtual de amazon desde cualquier lugar del mundo. Se trata de la continuación de su novela psicológica, "Iniciación. El estertor del patriarcado"

¿Quién fue Jesús? ¿Cuál fue su mensaje? ¿Quién es María Magdalena? ¿Por qué suscita tanto interés el origen del cristianismo? ¿Qué necesita el cristianismo para renovarse?¿Qué relación tiene la espiritualidad con la crisis económica occidental? ¿Hay relaciones entre la crisis económica, la crisis ecológica y la espiritualidad? ¿Qué es la gnosis? ¿Quiénes fueron los gnósticos? ¿Qué es la alquimia? ¿Qué es la piedra filosofal? ¿Por qué se publican tantos libros sobre espiritualidad? ¿Ha muerto Dios o está emergiendo un nuevo símbolo de la divinidad? ¿Qué es la experiencia mística? ¿Está la humanidad transitando hacia una nueva era? Son algunas de las cuestiones que aborda este ensayo novelado, y el lector encontrará en él una osada y controvertida respuesta.

El libro contiene numerosas mejoras con respecto a las ediciones anteriores. Como novedad, además de la revisión de multitud de capítulos, el autor ha añadido un nuevo prólogo que ayudará a comprender y enmarcar el contenido de la obra: de sumo interés para la comunidad junguiana hispanoparlante lo ha escrito el terapeuta de orientación junguiana Raúl Ortega.

José González es escritor, científico ambiental, graduando en Psicología y experto en Psicología analítica. Ha impartido cursos en diversas universidades de ámbito nacional e internacional. Sus artículos han sido publicados en páginas web de psicología junguiana de prestigio internacional, tales como la Jung's page norteamericana o la Fundación de Psicología Analítica de la República Argentina. Es autor de cuatro libros publicados: El retorno al Paraíso Perdido (Sotabur, 2004), Encuentros en la oscuridad (Nuevosescritores, 2007), La hermandad de los iniciados (Entrelíneas, 2011; Librosmundi, 2011 ; amazon, 2014); Al final del túnel. Una historia sobre el despertar del alma (Entrelíneas, 2013). Como coautor ha participado en otros tres libros: El sentido de la vida ante la crisis (Montecarmelo, 2012), La experiencia mística (Montecarmelo, 2013), Espiritualidad y salud integral (Montecarmelo, en proceso de publicación). En la actualidad imparte seminarios sobre psicología y espiritualidad.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

PETIT PIERRE EN EL TEATRO LA ABADÍA Y LA IMAGEN DE DIOS



Foto proveniente de la web notodo.com

El martes 23 de septiembre de 2014 acudí con mi mujer al Teatro La Abadía para ver la obra de teatro titulada Petit Pierre.  La obra se basa en la sorprendente historia de Pierre Avezard, nacido en 1909 en un pequeño pueblo francés. Pierre nació prematuro, deforme, medio ciego, sordo y mudo.  Como consecuencia de su aspecto, muy pronto la sociedad de su tiempo lo rechaza y deja de estudiar a los siete años para dedicarse al oficio de los inocentes: el cuidado de las vacas. 

Cuando leí un extracto de la biografía del personaje alrededor del cual se había creado esta obra de teatro, apenas unas horas antes de acudir a su representación, como estudioso de la psicología profunda sentí un tremendo interés por la creación del carrusel mecánico, movido por un sólo motor, que Pierre Avezard, el protagonista de la obra, había realizado con sus propias manos y utilizando para ello chapas, maderas y otros materiales de desecho que Petit Pierre tuvo a su alcance.

 Dirigida por Carles Alfaro e interpretada por Jaume Policarpo, director artístico de Bambalina Teatre Practicable, en el papel de Petit Pierre, y por Adriana Ozores, como andrógina narradora de los terribles avatares acontecidos a lo largo del siglo XX (la crisis económica mundial de 1929 (Gran Depresión), la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la lucha por la conquista del espacio, etc.) en contraste con la sencilla y anónima vida de Pierre Avezard. Este, en apariencia ajeno a las transformaciones que jalonaron la sociedad y la cultura occidental, dedicó la mayor parte de sus energías a crear un carrusel mecánico circular, movido por una sola fuente de energía, a modo de mándala compensador del caos que vivía el mundo en aquellos terribles tiempos. Una situación, por cierto, que se asemeja mucho a la que está viviendo occidente en estos momentos. 

«Un bello relato de supervivencia, de arte, de voluntad, de vida», así lo describe el folleto de la obra, que sigue diciendo:  

"Hace unos años, en la otra orilla del Atlántico -sobre el escenario del Teatro Juárez de Guanajuato-, descubrimos un texto peculiar en cuyo seno latían dos corazones: el del mundo y el de su habitante más humilde: Pierre Avezard

«Su autora, la canadiense Suzanne Lebeau, se inspiró en la biografía de este personaje real con una conmovedora historia que pone en evidencia, de manera sencilla, directa y contundente, la injustificable capacidad de nuestra sociedad para marginar a todo aquel que no se ciñe a un patrón de normalidad. La obra nos muestra, al mismo tiempo, la generosidad y la nobleza de este ser inefable que es capaz de responder a ese desprecio construyendo un magnífico poema de amor y gratitud hacia las personas y la naturaleza.

«En este tiempo nuestro de desconcierto e incertidumbre, el proyecto alrededor de Petit Pierre ha conseguido fijar la aguja de nuestra brújula. Tal vez haya contribuido a ello la turbación que brota de esta pequeña historia que ha sido capaz de imantar también a Carles Alfaro, cuya clarividencia y apasionamiento hemos echado de menos durante demasiados años. Y de su mano, Adriana Ozores, actriz inmensa que con su fina inteligencia teatral redondea un equipo, inimaginable hace tan solo unos meses para la compañía."

Jaime Policarpo, Director artístico de Bambalina Teatre Practicable. 

Petit Pierre es una auténtica obra de arte. Y lo digo en el más riguroso de los sentidos. Porque, para que una obra de teatro -como cualquier producto creativo realizado por el hombre- sea realmente "una obra de arte", debe de dar necesariamente la  palabra al Alma (lo que hoy llamamos lo inconsciente) y, de ese modo, dicha obra surge de un auténtico proceso creativo. Al ser el proceso creativo algo vivo, los creadores de una obra de arte saben cómo comienza esta, pero nunca cómo va a terminar, puesto que adquiere autonomía, es decir, vida propia.

Cuando una obra no toma vida propia, ni se desarrolla y desenvuelve como un organismo autónomo, entonces no es el producto de una creación, sino la elaboración de una investigación o de un producto de consumo. Y esto último no es, en sentido estricto, una creación, sino una construcción con un objetivo consciente bien definido. 


El efecto que Petit Pierre tiene en el espectador es el de trasladarle al mundo imaginario que los artistas han creado en su interacción con el alma del mundo. De algún modo se asemeja al estado hipnótico o a la entrada en el mundo de lo inconsciente colectivo durante la práctica de la meditación o imaginación activa. En otras palabras, la consciencia del espectador entra en un estado semejante al duermevela y accede al mágico microcosmos recreado en la obra de teatro.

Dicho todo esto, trataré a continuación de esbozar lo que considero que puede estar en la base del efecto de atracción que esta obra ejerce, primero en los artistas que la han recreado y después en el público que ha asistido a su representación. 

Las personas familiarizadas con la Psicología Analítica o junguiana, y post-junguiana, denominamos "Inconsciente Colectivo" al microcosmos que se encuentra más allá y más acá de la consciencia del individuo, y que trasciende los márgenes de la realidad biográfica que se manifiesta en esa instancia a la que denominamos inconsciente personal. En el inconsciente personal hallamos aquellos contenidos que una vez fueron conscientes pero que dejaron de serlo por diversos motivos. 

Cuando exponemos la cosmovisión de la Psicología Analítica a un público no familiarizado con la realidad del alma, de ordinario encontramos que le resulta muy difícil de comprender qué es eso de que más allá de la realidad sensible, experimentada a través de los sentidos, hay  un microcosmos "interior"; qué es eso de "los arquetipos" o "potencias espirituales" ordenadoras de la realidad física y psíquica, que habitan en ese microcosmos; o, también, qué es lo "inconsciente colectivo".

Pese a estos inconvenientes, a veces la vida nos muestra ejemplos sobresalientes de la actividad del microcosmos interior al que denominamos "inconsciente colectivo" y del modo en que ese mundo trans-individual se manifiesta en la realidad concreta y sensible, perceptible a través de los sentidos. Uno de esos ejemplos conspicuos lo constituye precisamente Petit Pierre.

Semejante situación de aislamiento con respecto al mundo sensible -recordemos que nació deforme, medio ciego, sordo y mudo- incrementada por el rechazo social y la marginación que su aspecto provocaba en la sociedad de su tiempo, fue el acicate para que este hombre, analfabeto, expresara la vida que brotaba desde esa otra realidad, íntima, a la que denominamos  lo "inconsciente colectivo".



Su carrusel mecánico, alimentado por una única fuente de energía, representa la vida que bullía en el "interior" de su alma. En otras palabras, se trata de una expresión del microcosmos al que Pierre tuvo acceso, del mándala que movía toda su vida psíquica y física, como consecuencia del repliegue de la energía psíquica que se encontraba vertida hacia dentro - a esta situación la psicología la denomina introversión.  

Además, dadas las especiales condiciones del mundo en aquellos difíciles y tumultuosos años del siglo XX, Pierre estaba representando, con materiales de desecho, una imagen de la divinidad, un arquetipo que expresa el orden oculto que está allende la realidad en la que vivían la mayoría de los seres humanos de aquella convulsa época.  De ahí que, a través de su carrusel mecánico, Pierre estaba enviando un mensaje al resto de los hombres y mujeres de su época. Una época que es, también, nuestro época. 

Sobre estos y otros temas afines hablaremos en el seminario que impartiremos sobre Sueños y Visiones: Claves para una interpretación simbólica, los días 22 y 23 de noviembre.



martes, 23 de septiembre de 2014

SOBRE EL MANDALA, LA SINCRONICIDAD, EL UNUS MUNDUS Y EL SÍ-MISMO

Mandala extraído del Libro Rojo de C. G. Jung
El mandala, o círculo sagrado que puede expresarse espontáneamente como acto creativo, y que se manifiesta en imagen en el alma del hombre, es el equivalente psíquico o anímico del unus mundus, o sea, del mundo único que conjuga la realidad física y la psíquica.

El unus mundus puede entenderse como un orden psicofísico que trasciende nuestra comprensión consciente. De algún modo, podría decirse que se trata de la imagen de Dios en el alma del hombre; dicho de otro modo, el modo en que la realidad trascendente toma cuerpo en el alma del hombre. Ese Misterio, el misterio de Dios, de lo absolutamente trascendente, se manifiesta en la más íntima inmanencia, y a esa expresión, a ese fenómeno psíquico o anímico, es a lo que Jung denomina con el nombre de Sí-Mismo.

El Sí-Mismo, que es como Jung denomina a Cristo cuando se personifica o se vivencia como presencia imperecedera en lo más profundo del alma, es, por lo tanto, el ordenador, es decir, el eje rector de todo cuanto sucede en el ámbito físico y en el psíquico. De ahí que, en algunos de sus últimos trabajos, Jung dijese que lo inconsciente colectivo (el espíritu de las profundidades) contiene un saber absoluto.

Los fenómenos de sincronicidad son aquellas coincidencias significativas entre un aspecto material de la experiencia y su correlato psíquico como, por ejemplo, cuando una persona ha tenido un sueño y la realidad expresada en el mismo es vivida por el soñante en la vida consciente, en el mundo sensible. 

Por lo tanto, la sincronicidad es, en realidad, el aspecto paranormal del unus mundus; dicho de otro modo, la sincronicidad es el ordenamiento psico-físico de una realidad trascendente que, precisamente por ser trascendente, es una hipótesis de trabajo. Pareciera, por tanto, que, cuando un arquetipo, es decir, cuando una potencia espiritual como lo es el Sí-Mismo irrumpe en la consciencia, lo atemporal se expresa en el tiempo. Los hindúes denominan a esta irrupción de lo atemporal en el tiempo con el nombre de avatar. Un avatar es, de hecho, una encarnación del Espíritu, y tiene su paralelo en la religión cristiana en la persona de Cristo, es decir, en la encarnación de Dios en Jesús el Cristo.  

Para terminar os dejo la entrevista que le han hecho a Pablo d´Ors quien, en términos sencillos, expone ideas de un calado impresionante:

jueves, 17 de julio de 2014

LA SABIDURÍA DE LOS SUEÑOS

Imagen proveniente del Libro Rojo de C. G. Jung.
El pasado fin de semana del 11 al 13 de julio de 2014 impartimos Maribel Rodríguez y un servidor un curso sobre sueños y su interpretación en la Universidad de la Mística de Ávila-CITES titulado Sueños: Un puente entre psicología y espiritualidad, centrado principalmente en aquellos sueños de carácter arquetípico que sirven de puente entre lo psicológico y lo espiritual. 

Presentamos un total de veinte sueños, y su correspondiente análisis e interpretación, provenientes de varias personas contemporáneas, que obtuvimos de cinco fuentes principales:

1. El libro rojo de Carl. G. Jung. 

2. Matoon Mary Ann (1980). El Análisis Junguiano de los sueños. Buenos Aires: Paidós.

3. Delgado González, J.A.(2004). El retorno al Paraíso Perdido. Soria: Editorial Sotabur. 

4. Delgado González, J.A. (2013). Al final del túnel. Una historia sobre el despertar del alma. Fuenlabrada: Entrelíneas Editores. 

5. De una base de datos realizada por Maribel Rodríguez y José Antonio Delgado con sueños recopilados durante varias décadas de varias personas contemporáneas.

En dicho curso, utilizamos como recurso Jung: La Sabiduría de los Sueños, un documental dirigido y producido por Stephen Segaller en 1989, que recoge testimonios sobre la vida y obra de C. G. Jung, realizados por el mismo Jung, por analistas de última generación, por algunos de sus familiares, así como por pacientes y analistas formados directamente por él.

El documental trata de un modo didáctido temas como sus Viajes por África, los Sueños, los arquetipos de la Sombra, la Máscara, el Héroe, lo Inconsciente Colectivo, su relación con Freud, la Ciencia Ficción, las contribuciones de la su teoría en la Ciencia y el Arte, las Curaciones tradicionales, la Psicoterapia o la Psicosis.

Dado el interés que suscitó dicho documental he creído conveniente incluirlo en esta entrada de hoy para todos aquellos que estén interesados en verlo completo.





 

lunes, 30 de junio de 2014

ENCUENTROS ENTRE MIGUEL SERRANO, CARL GUSTAV JUNG Y HERMANN HESSE

Presentamos aquí a Miguel Serrano, amigo de Herman Hesse y Carl G. Jung, ex embajador en la India, y escritor chileno buscador del secreto final de la existencia que resuelva el enigma del amor, la muerte, y la esencia de Chile. Sus libros "Ni por mar ni por tierra" y "Las Visitas de la Reina de Saba", son narraciones, de alta intensidad poética. En esta entrevista, Serrano recuerda con detalle su encuentro con Hesse, revela claves para entender desde su cosmovisión esotérica el mundo actual y recuerda a sus amigos desaparecidos de la generación del 38. Al final, un vídeo sobre la entrevista a Miguel Serrano sobre su encuentro con Carl G. Jung y Hermann Hesse.

MIGUEL SERRANO

..... Son las seis de la mañana del día 8 de junio. Abro las puertas de mi cuarto en Nueva Delhi, que da a una pequeña terracita blanca, que ya refulge con el sol. El calor tremendo de junio comienza temprano. Estoy semidesnudo y empezaré mis ejercicios yogis de adoración al sol, el "Suryanamaskar". El verdor increíble de los árboles, aun en este tiempo, el canto de infinidad de pájaros me saludan. Un sirviente local, con turbante, se acerca con ese andar cadencioso de los indios y me dice: "Salam, Sahib". Es su saludo respetuoso. Me extiende un papel. Es un telegrama. Lo abro sin apuro, casi sin poner atención. Veo que viene de Zurich y me extraña que así sea. Empiezo a leerlo y quedo perplejo. El cable dice así: "El Dr. Jung murió ayer a mediodía, apaciblemente. Recuerdos". Lo firman Beiley y Jaffe. La señorita norteamericana que acompañaba al Dr. Jung, llevándole a su casa, una mujer extraordinaria, y su secretaria privada, de nacionalidad suiza.
..... Una emoción grande me inmoviliza ahí, con los ojos húmedos, tal vez por el sol tan intenso, o quizás no. Hace tan poco que he estado con el Dr. Jung en su casa de Küsnacht, junto al lago de Zurich. Tal vez habré sido el último amigo extranjero que le viera. Esta noticia me ha llegado al alma. Mis relaciones con ese gran hombre, con ese genio extraordinario, han sido en verdad únicas. (...) He tenido la suerte enorme de ser prologado por Jung, siendo la primera vez y la última que él diera un prólogo para una obra puramente literaria.
..... Recibí una carta suya cuando nuestros terremotos del año pasado. Me decía: "Aunque los hombres de ciencia modernos no lo acepten, hay una relación entre el alma y la Naturaleza. La Madre Naturaleza se pone ahora a tono con nuestra civilización y empieza también a destruir. Por desgracia le ha tocado a su país. ¡Cuánto he pensado en Chile últimamente!".
.....
..... El recuerdo vuela, veo su imagen, la tengo presente. Llegué hace muy poco a su casa bajo una fina lluvia. La casa de Jung queda en las afueras de Zurich, en Küsnacht. En el pórtico de la entrada se lee una frase en latín, que dice, más o menos: "Piénsese o no en Dios. El está siempre presente". Adentro hay cuadros y objetos bellos, grabados antiguos, pinturas medievales. Me recibió la señorita Beiley, quien me invitó a pasar a una salita en donde sirvió el té.
..... Hablamos del Dr. Jung. Ella me dijo que no había estado bien los últimos días, sintiéndose muy cansado a causa de un trabajo intenso en un ensayo de ochenta páginas que había escrito a mano, como siempre, directamente en inglés, para una publicación norteamericana que aparecerá próximamente con el título de El hombre y sus mitos. La señorita Beiley está preocupada. Me cuenta que Jung le ha dicho: "Deseo partir, pero usted me sujeta aquí". Ella no lo cree, pues piensa que el Dr. Jung todavía siente atracción por la vida y la tierra: "Tiene aún demasiado sentido del humor, dice, demasiado entusiasmo". (...) Acabo de encontrarme en Montagnola, en la Suiza italiana, con Hermann Hesse y le he preguntado sobre lo mismo. El me ha dicho que "morir es ir al Inconsciente colectivo de Jung, para luego, desde ahí, volver a las formas, a las formas...". Hesse también me ha dicho que "Jung es un gigante, una montaña gigantesca de nuestro tiempo". Y me ha pedido que le lleve sus saludos, "los saludos del Lobo Estepario", ha dicho.
..... Jung no ha estado bien, en verdad, pero no padece de enfermedad alguna. Ese día se ha sentido mejor y se ha levantado para recibirme. La señorita Beiley me pide que subamos, pero me recomienda que no me quede mucho tiempo para no cansarle. Entramos a su cuarto de trabajo. Y allí está Jung, sobre su silla, junto a la ventana que da al lago. Tiene puesta una bata japonesa que le hace parecer un monje del budismo zen, un samurai antiguo o un mago de otros tiempos. Le nimba una luz de atardecer y le rodean grabados de la alquimia y un gran cuadro del dios hindú Shiva, sobre la cima del Monte Kailash. (...)
..... El sonríe con ésa, su sonrisa, llena de malicia, de sabiduría y de bondad. Estira su mano hacia su pipa, pero no la alcanza. Le digo: "Qué bella bata japonesa". Es una bata ceremonial. Saco de mi bolsillo una cajita de Cachemira, que le he traído de regalo. Él la mira y me dice: "Es de turquesa". Y luego agrega: "No he estado nunca en Cachemira, recorrí el sur de la India, Madora, todas esas zonas tan "Interesantes"". Luego me habla de los hindúes y de los chinos, se refiere a un libro de un maestro chino del budismo zen, cuyo nombre no recuerdo ahora, y dice que es lo mejor que ha leído al respecto. Le doy los saludos de Hermann Hesse y le cuento mi conversación sobre la muerte con el escritor. Le explico que le he preguntado si hay importancia en saber si existe algo más allá de la muerte. Jung medita un rato y afirma que la pregunta ha sido mal hecha, que debí preguntar "si hay alguna razón para creer que exista algo más allá de la muerte".
..... Yo le pregunto ahora al Dr. Jung: "¿Y qué cree usted, hay?". Me responde: "Si la mente puede actuar al margen del cerebro, entonces funciona al margen del espacio y del tiempo. Y si la mente funciona al margen del espacio y del tiempo, es incorruptible".

- ¿Y qué cree usted, doctor, qué piensa?
"He visto hombres heridos a bala en el cerebro, durante la guerra, con todas sus funciones cerebrales paralizadas y, sin embargo, tienen sueños y los recuerdan después. ¿Qué es lo que sueñan? Hay niños pequeños, que aún no tienen un yo definido, con su conciencia difusa, repartido en el cuerpo, quienes tienen sueños personales y profundos que les marcan para toda la vida. Ahí no hay yo. ¿Qué es eso otro que sueñan?".

- ¿Cree usted, doctor, que exista algo así como un cuerpo sutil, astral, el "Linga-Sarira", de la filosofía hindú, que se desprenda con la muerte?
"No lo sé; pero he visto materializar objetos y a los mediums mover objetos a distancia sin tocarlos con el cuerpo físico".

El doctor prosigue:
"Hace algún tiempo estuve muy enfermo, en estado casi de coma; todos creían que moriría y tal vez pensaban que sufría mucho, porque en ese estado a menudo el cuerpo hace creer que está sufriendo. Pero en verdad, yo tenía la impresión de flotar y experimentaba una sensación maravillosa de libertad. Después lo recordé.

..... El doctor Jung llevaba siempre en su mano izquierda un anillo con una gema gnóstica. Egipcia. Hablamos del significado de ese anillo y él lo explicó: "Todos estos símbolos, me dijo, están vivos en mí". Era maravillosa su memoria, y su cultura increíble, aún a los 85 años.
..... Hablaba a veces como un poeta, como un mago, como un místico. Una vez me dijo: "Mi mensaje no es entendido plenamente; sólo los poetas me comprenden".

Ahora le pregunto:

- ¿Qué va a pasar con el hombre, en la supercivilización técnica que se avecina? ¿Cree usted que alguien volverá a preocuparse, dentro de veinte años, del espíritu de los símbolos, en plena era de los viajes interplanetarios con los "sputnik", los Gagarin y los Shepard? ¿No llegará a aparecer el espíritu, "démodé"?

El doctor Jung sonríe maliciosamente, y afirma:
- Tarde o temprano el hombre tendrá que volver a sí mismo, aunque desde los astros. Todo esto que está pasando es una forma extrema de escapismo porque es más fácil llegar a Marte que encontrarse a sí mismo. Si el hombre no se encuentra a sí mismo, entonces corre el más grande de todos los peligros: su aniquilación. También en los viajes al espacio exterior hay un inconsciente intento de solucionar el más grave de todos los problemas que el hombre deberá afrontar en el futuro: la superpoblación.

..... El doctor Jung iba a seguir hablando sobre este tema importantísimo cuando la señorita Beiley entró a decir que la hija y el yerno del doctor Jung estaban esperando. Mi promesa de una conversación breve no se había cumplido.
..... Pero ahora sé que no importa, pues mi entrevista iba a ser la última. Y algo tal vez me lo indicaba de este modo, pues al llegar a la puerta me detuve y volví la cabeza. Jung estaba ahí mirándome fijamente, con su suave sonrisa y levantaba su mano para hacerme un gesto de despedida. El último. Su mano con el anillo gnóstico. Me incliné respetuosamente.




jueves, 22 de mayo de 2014

ENCUENTRO ENTRE MIRCEA ELIADE Y CARL GUSTAV JUNG




Publicamos en esta entrada un extracto del libro  El Vuelo Mágico, de Mircea Eliade, disponible en la edición en castellano publicada por la editorial Siruela. Se trata de una entrevista que Mircea Eliade realiza a Jung, con motivo de las conferencias realizadas en el círculo Eranos, y en la que también participó M. Eliade.



Este verano en Ascona se ha hablado mucho de Job y Yahvé; el último libro de Jung se llama, en efecto, Respuesta a Job. Como todos los años desde 1932, el profesor Jung ha pasado la segunda quincena de agosto en Ascona, a orillas del Lago Mayor, para asistir a las conferencias organizadas por el círculo Eranos. Algún día tendrá que escribirse la historia de este círculo tan difícil de definir. Fue Rudolf Otto quien le dio nombre: en griego, eranos significa «comida frugal donde cada uno aporta su parte». Eranos es la creación del entusiasmo, de la voluntad y de la perseverancia de la Sra. Olga Fröbe-Kapteyn, holandesa educada en Inglaterra pero establecida en Ascona desde hace treinta años. Interesada por el simbolismo, apasionada por las investigaciones de jung, la Sra. Olga Fröbe-Kapteyn se ha propuesto invitar todos los años a un cierto número de sabios para discutir un tema común desde la perspectiva de la especialidad de cada uno de ellos. Así, se han tratado temas tan diferentes como El Hombre y la Máscara, la Gran Diosa, la Meditación en Oriente y Occidente, el Tiempo, el Yoga, los Ritos, etc. La intención de Eranos consiste en considerar el simbolismo desde todos los ángulos posibles: psicología, historia de las religiones, teología, matemática e incluso biología. Sin dirigirlo directamente, Jung es el spiritus rector de este círculo al que ha comunicado sus primeras investigaciones sobre la alquimia, el proceso de individuación y, recientemente (1951), sus hipótesis concernientes a la sincronicidad. Un editor con coraje y clarividencia, el Dr. Brody, se ha encargado de publicar los textos de estas conferencias. Hoy en día los veinte volúmenes de Eranos-Jahrbücher constituyen con sus ocho mil páginas una de las mejores colecciones científicas referidas al estudio de los simbolismos.

   A sus setenta y siete años el profesor jung no ha perdido nada de su extraordinaria vitalidad, de su sorprendente juventud. Ha publicado uno tras otro tres libros nuevos: sobre el simbolismo del Aión, sobre la sincronicidad y, finalmente, esta Respuesta a Job que ha provocado ya reacciones sensacionales, sobre todo entre los teólogos.


   -Siempre había pensado en este libro -me confiesa el profesor Jung, una tarde en la terraza de la Casa Eranos-; pero he tardado cuarenta años en escribirlo. Cuando leí por vez primera, aún niño, el Libro de Job, quedé terriblemente conmocionado. Descubrí que Yahvé era injusto, que incluso es un malhechor. Pues se deja persuadir por el diablo. Acepta torturar a Job por la sugestión de Satán. En la omnipotencia de Yahvé, ninguna consideración hacia el sufrimiento humano. Por lo demás, aún subsisten en ciertos escritos judíos rastros de la injusticia de Yahvé: en un texto tardío, Yahvé pide la bendición del gran sacerdote, como si el hombre fuera superior a Él...

   -Pudiera suceder que todo esto fuera una cuestión de lenguaje. Pudiera ser que lo que usted llama «injusticia» y «crueldad» de Yahvé no fueran más que fórmulas> aproximativas, imperfectas, para expresar la total trascendencia de Dios. Yahvé es «aquel que es», por tanto está por encima del Bien y del Mal. Es imposible captarlo, comprenderlo, formularlo; por consiguiente, es a la vez «el misericordioso» y «el injusto». Eso es un modo de decir que ninguna definición puede circunscribir a Dios, ningún atributo lo agota...

   -Yo hablo como psicólogo -continúa el profesor Jung- y, sobre todo, hablo del antropomorfismo de Yahvé¿ y no de su realidad teológica. Como psicólogo compruebo que Yahvé es contradictorio y también creo que se puede interpretar psicológicamente esta contradicción. Para poner a prueba la fidelidad de Job, Yahvé concede a Satán una libertad casi sin límites. Ese hecho no carece de consecuencias para la humanidad: se esperan acontecimientos futuros muy importantes a causa del papel que Yahvé pensó tener que ceder a Satán. Ante la crueldad de Yahvé, Job calla. Ese silencio es la más hermosa y noble respuesta que el hombre haya podido dar a un Dios todopoderoso. El silencio de Job anuncia ya a Cristo. En efecto, Dios se hace hombre, Cristo, para redimir su injusticia con respecto a Job...

    El teólogo protestante Hans Schär, al que ya se debe un bello volumen sobre la psicología religiosa de Jung, se pregunta si dentro de cien años Respuesta a Job no será considerado un libro profético. Cuando Jung había publicado sus primeros estudios sobre el inconsciente colectivo y, por consiguiente, se había despegado del freudismo, parece ser que Freud decía de su antiguo colaborador: «Al principio era un gran sabio, ¡pero ahora se ha convertido en profeta!». ¡En la broma del Maestro algunos ven el mayor de los elogios: en efecto, consideran al profesor Jung como un profeta de los tiempos modernos. Pues si Freud tuvo el gran mérito de descubrir el inconsciente personal, Jung descubrió el inconsciente colectivo y sus estructuras, los arquetipos. Y con ello aportó una luz nueva a la interpretación de los mitos, las visiones y los sueños. Más aún: muy pronto Jung se liberó de los prejuicios cientifistas y positivistas del psicoanálisis freudiano: no redujo la vida espiritual y la cultura a epifenómenos de complejos sexuales de la infancia. Finalmente Jung tiene en cuenta la Historia: mira la psique como naturalista y como historiador; según él, la vida de las profundidades psíquicas es la Historia. Dicen los junguianos que sus descubrimientos cambiarán completamente el universo mental del hombre moderno. Freud no se equivocó: Jung no podía quedarse en ser un simple «sabio», tenía que ampliar cada vez más el horizonte de sus descubrimientos y trazar un camino para que el hombre moderno saliera de su crisis espiritual. Pues para Jung, como para muchos otros, el mundo moderno está en crisis, y esta crisis está provocada por un conflicto aún no resuelto en las profundidades de la psique.

    -El gran problema de la psicología -continúa Jung-, es la reintegración de los contrarios: eso se encuentra por todas partes y en todos los niveles. Ya en mi libro Psicología y alquimia (1944) tuve ocasión de ocuparme de la integración de Satán. Pues mientras Satán no sea integrado, el mundo no se curará y el hombre no se salvará. Pero Satán representa el Mal y ¿cómo integrar el Mal? Sólo existe una posibilidad: asimilarlo, es decir, elevarlo a la conciencia, hacerlo consciente. Eso es lo que la alquimia llama «conjunción de dos principios». Porque realmente la alquimia retorna y prolonga el cristianismo. Según los alquimistas, el cristianismo ha salvado al hombre, pero no a la naturaleza. El alquimista sueña con curar el mundo en su totalidad: la piedra filosofal es concebida como el Filius Macrocosmi que cura el mundo. El fin último de la «obra» alquímica es la apokatastasis, la Salvación cósmica.

    Jung ha comprendido muy bien que la alquimia, desde sus orígenes hasta su fin, no fue sólo una pre-química, una «ciencia experimental» embrionaria, sino una técnica espiritual. El objetivo de los alquimistas no era estudiar la Materia, sino liberar al Alma de la materia. Jung llegó a esta conclusión leyendo los textos de los alquimistas clásicos. Se sorprendió ante la semejanza entre los procesos alquímicos por los cuales se pensaba obtener la piedra filosofal y las imágenes en los sueños de algunos de sus pacientes que, sin darse cuenta, estaban trabajando en la integración de su personalidad. En estudios acerca de la alquimia asiática publicados entre 1935 y 1938, mostramos que las operaciones de los alquimistas chinos e indios perseguían igualmente la liberación del alma y la «perfección de la materia», es decir, la colaboración del hombre en la obra de la naturaleza. Esta convergencia de resultados adquiridos en ámbitos diferentes y por métodos diferentes nos parece una confirmación manifiesta de la hipótesis de Jung.

   -He estudiado alquimia durante quince años, pero no se lo dije nunca a nadie. No quería sugestionar ni a mis pacientes ni a mis colaboradores. Pero después de quince años de investigaciones y de observaciones, las conclusiones se impusieron con una fuerza ineluctable: las operaciones alquímicas eran reales, sólo que esa realidad no era física sino psicológica. La alquimia representa la proyección de un drama en términos de laboratorio que es a un tiempo cósmico y espiritual. El opus magnum tenía como finalidad tanto la liberación del alma humana como la curación del Cosmos. Lo que los alquimistas llamaban «materia» era en realidad el «sí mismo». El «alma del mundo», anima mundi, identificada por los alquimistas con el spiritus mercurius, estaba aprisionada en la materia. Por eso los alquimistas creían en la verdad de la materia: pues la materia era en efecto su propia vida psíquica. Se trataba de liberar esa materia, de «salvarla»; en una palabra, obtener la piedra filosofal, es decir, el «cuerpo glorioso», el corpus glorificationis. Pero ese trabajo es difícil y está sembrado de obstáculos: la «obra» alquímica es peligrosa. Ya en el inicio se encuentra al «Dragón», el espíritu ctónico, el «Diablo», o como lo llaman los alquimistas, el «Negro», la nigredo. Y ese encuentro produce sufrimiento. La «materia» sufre hasta la desaparición de la «negrura»; en términos psicológicos el alma se encuentra en las ansias de la melancolía luchando con la «Sombra». El misterio de la conjunción, misterio central de la alquimia, persigue justamente la síntesis de los opuestos, la asimilación del «Negro», la integración del Diablo. Para el cristiano «despierto» eso constituye un acontecimiento psíquico muy grave, pues es la confrontación con su «Sombra»: ésta representa la «negrura» (nigredo), lo que permanece separado, es decir, lo que jamás podrá ser totalmente integrado en la persona humana. Al interpretar la confrontación del cristiano con su «Sombra» en términos psicológicos, se descubre el miedo secreto de que el Diablo sea más fuerte, de que Cristo no haya logrado vencerle completamente. De otro modo, ¿por qué se ha creído, y se continúa creyendo, en el Anticristo? ¿Por qué se ha esperado, y se espera aún, la llegada del Anticristo? Pues sólo después del reino del Anticristo y después de la segunda venida de Cristo, el Mal será vencido definitivamente en el mundo y en el alma humana. Todos estos símbolos y creencias son solidarias en el plano psicológico: siempre hay que luchar contra el Mal, con Satán, y vencerle, esto es, asimilarlo, integrarlo en la conciencia. En el lenguaje alquímico la materia sufre hasta la desaparición de la nigredo, cuando la «aurora» es anunciada por la cauda pavonis y aparece un día nuevo, la leukosis, albedo. Pero en ese estado de «blancura» no se vive en el sentido propio del término. De algún modo, es una especie de estado ideal, abstracto; para vivificarle se necesita «sangre» y hay que obtener lo que los textos alquímicos llaman la rubedo, lo rojo de la Vida. Sólo la experiencia total del ser puede transformar ese estado «ideal» de la albedo en una existencia humana integral. Sólo la sangre puede reanimar una consciencia gloriosa en la que se ha disuelto el último rastro de la «negrura» en la que el Diablo ya no tiene una existencia autónoma sino que se incorpora a la unidad profunda de la psique. Entonces la «obra», el opus magnum de los alquimistas, ha sido realizada: el alma humana está perfectamente integrada...

    No voy a analizar aquí esta grandiosa reconstrucción de la alquimia emprendida por Jung. Baste con recordar que la integración del «Mal» constituye para él el gran problema de la consciencia moderna. Algunos le han reprochado su esfuerzo orientado a la Unidad Total, a costa de sacrificar las polaridades, la abolición de contradicciones, la integración de Satán. Pero Jung no pretende hacer ni teología ni filosofía de la religión. 

   -Yo soy un psicólogo. No me ocupo de lo que trasciende el contenido psicológico de la experiencia humana. Ni siquiera me planteo el problema de saber si es posible semejante trascendencia, pues en todos los casos lo transpsicológico ya no es asunto del psicólogo. Ahora bien, en el plano psicológico, me enfrento con experiencias religiosas que poseen una estructura y un simbolismo susceptibles de ser interpretados. Yo considero que la experiencia religiosa es real, es verdadera. Compruebo que semejantes experiencias pueden «salvar» el alma, pueden acelerar su integración e instaurar el equilibrio espiritual. Como psicólogo compruebo que el estado de gracia existe: es la perfecta serenidad del alma, el equilibrio creador, fuente de energía espiritual. Sin dejar de hablar como psicólogo, corroboro que la presencia de Dios se manifiesta en la estructura profunda de la psique como una coincidentia oppositorum. Y toda la historia de las religiones, todas las teologías están ahí para confirmar que la coincidentia oppositorum es una de las fórmulas más utilizadas y más arcaicas para expresar la realidad de Dios. Como decía Rudolf Otto, la experiencia religiosa es numinosa, y yo como psicólogo distingo esa experiencia de las otras por el hecho de que trasciende las categorías ordinarias de tiempo, espacio y causalidad. últimamente he estudiado mucho la sincronicidad (brevemente expresado: la «ruptura del tiempo») y he comprobado que está muy cerca de la experiencia numinosa: espacio, tiempo y causalidad están abolidos. No pretendo establecer ningún juicio de valor acerca de la experiencia religiosa. Compruebo que el conflicto interior es siempre fuente de crisis psicológicas profundas y peligrosas; tan peligrosas que pueden destruir la integridad humana. Psicológicamente, ese conflicto interior se manifiesta por medio de las mismas imágenes y por el mismo simbolismo atestiguados en todas las religiones del mundo y utilizados también por los alquimistas. De ese modo he llegado a ocuparme de la religión, de Yahvé, Satanás, Cristo, la Virgen. Comprendo muy bien que un creyente vea en esas imágenes algo diferente de lo que yo, como psicólogo, tengo el derecho de ver. La fe del creyente es una gran fuerza espiritual y es la garantía de su integridad psíquica. Pero yo soy médico: me ocupo de la curación de mis semejantes. Por desgracia, la fe y sólo ella ya no tiene el poder de curar a ciertos seres. El mundo moderno está desacralizado; por eso está en crisis. El hombre tiene que volver a descubrir una fuente más profunda de su propia vida espiritual. Pero para ello tiene la obligación de luchar contra el Mal, de enfrentarse con su «Sombra», de integrar al «Diablo». No hay otra salida. Por eso Yahvé, Job, Satanás, representan psicológicamente situaciones ejemplares: son como los paradigmas del eterno drama humano...

   En toda su obra, que es inmensa, Jung parece obsesionado con la reintegración de los opuestos. A su modo de ver, el hombre no puede alcanzar la unidad más que en la medida en que logra superar los conflictos que lo desgarran interiormente. La reintegración de los contrarios, la coincidencia oppositorum, es la piedra angular del sistema de Jung. Por eso mismo está interesado en las doctrinas y técnicas orientales. El taoísmo y el yoga le han revelado los medios utilizados por el asiático para transcender las múltiples polaridades y alcanzar la unidad espiritual. Pero este esfuerzo orientado a la unidad por la integración de los opuestos se encuentra también en Hegel aunque sea en un plano bien distinto. Uno se podría preguntar si no se debería llevar aún más lejos la comparación entre Hegel Jung. Hegel descubre la Historia y su gran esfuerzo tiene como fin la reconciliación del hombre con su propio destino histórico. Jung descubre el inconsciente colectivo, es decir, todo lo que precede a la historia personal del ser humano, y se dedica a descifrar las estructuras y la «dialéctica» con intención de facilitar la reconciliación del hombre con la parte inconsciente de su vida psíquica y conducirle a la reintegración de su personalidad. A diferencia de Freud, Jung tiene en cuenta la Historia: los arquetipos, estructuras del inconsciente colectivo, están cargados de «historia». Ya no se trata, como en Freud, de una espontaneidad «natural» del inconsciente de cada individuo, sino de una inmensa cantera de «recuerdos históricos»: la memoria colectiva donde en su esencia sobrevive la Historia de toda la humanidad. Jung cree que el hombre debería aprovechar más esa cantera: su método analítico está dirigido justamente a elaborar los medios para utilizarla.

   -El inconsciente colectivo es más peligroso que la dinamita, pero existen medios para manejarlo sin demasiados riesgos. Cuando se desencadena una crisis psíquica, se está mejor situado que cualquier otro para resolverla. Se tienen sueños y «sueños de vigilia»: hay que esforzarse por observarlos. Se podría decir que cada sueño lleva a su manera un mensaje: no sólo te dice que algo no funciona en tu ser profundo, sino que además te proporciona también la solución para salir de la crisis. Pues el inconsciente colectivo, que te envía estos sueños, posee ya la solución. En efecto, nada se ha perdido de toda la experiencia inmemorial de la humanidad. Todas las situaciones imaginables y todas las soluciones posibles parecen estar previstas por el inconsciente colectivo. No tienes más que observar con sumo cuidado el «mensaje» transmitido por el inconsciente y «descifrarlo». El análisis ayuda a leer correctamente esos mensajes...

   Jung concede una importancia capital a la interpretación de los sueños, esa mitología camuflada en el hombre moderno. No deja de ser interesante recordar que el surrealismo, que representa el esfuerzo más sistemático de renovación de la experiencia poética contemporánea, había aceptado la realidad onírica. 0 mejor aún: el surrealismo ha perseguido, entre otras cosas, la integración del estado de sueño para conseguir la «situación total», más allá de la dualidad consciencia-inconsciencia. Por mucho que los freudianos le hayan acusado de ser más «teórico» que práctico, Jung no ha querido abandonar la perspectiva del psicólogo para proponernos una filosofía basada en la dialéctica de la coincidencia oppositorum. Pero es permisible esperar que sus discípulos retomen y prolonguen un día sus esfuerzos por precisar las relaciones entre la experiencia consciente del individuo y la «Historia» conservada en el inconsciente colectivo. Los sueños representan para Jung un lenguaje coherente y, tanto más rico aún por cuanto está libre de las leyes del tiempo y de la causalidad. Fue a consecuencia de sus sueños, que vanamente había tratado de interpretar en términos del psicoanálisis freudiano, cuando Jung llegó a suponer la existencia del inconsciente colectivo. Eso tuvo lugar en 1909. Dos años más tarde, Jung empezaba a darse cuenta de la importancia de su descubrimiento. Finalmente, en 1914, siempre a consecuencia de una serie de sueños y de «sueños de vigilia», comprende que las manifestaciones del inconsciente colectivo son en parte independientes de las leyes del tiempo y de la causalidad. Como el profesor Jung ha tenido a bien autorizarnos a hablar de esos sueños y de esos «sueños de vigilia», que han desempeñado un papel capital en su carrera científica, ofrezco seguidamente un resumen:
   En octubre de 1913, encontrándose en el tren que le llevaba de Zúrich a Schaffhausen, le sucedió este extraño hecho: una vez en el túnel, pierde la conciencia de tiempo y de lugar, y despierta al cabo de una hora oyendo anunciar al conductor la llegada a Schaffhausen. Durante todo ese tiempo fue víctima de una alucinación, de un «sueño de vigilia»: veía el mapa de Europa y veía cómo el mar la iba cubriendo país por país empezando por Francia y Alemania. Poco tiempo después, todo el continente se encontraba bajo el agua, a excepción de Suiza, que era como una montaña muy alta que las olas no podían sumergir. Jung se veía sentado sobre la montaña. Y, al mirar mejor alrededor de él, se dio cuenta de que el mar era sangre: comenzó a distinguir sobre las olas los cadáveres, los tejados de las casas, vigas medio quemadas...

   Tres meses más tarde, en diciembre de 1913, se repite el mismo «sueño de vigilia» a la entrada del mismo túnel. («Era como una inmersión en el inconsciente colectivo», comprendería más tarde.) El joven psiquiatra se preocupa. Se pregunta si no estará «haciendo una esquizofrenia» (según el lenguaje de la época). Finalmente, algunos meses más tarde, sueña lo siguiente: se encuentra con un amigo durante el verano en los mares del sur, cerca de Sumatra. Por los periódicos se enteran de que Europa ha sido invadida por una ola de frío terrible como jamás antes se había conocido. Jung decide partir a Batavia y embarcarse para regresar a Europa. Su amigo le dice que viajará en un velero de Sumatra hasta Hadramaout y que luego continuará su camino por Arabia y Turquía. Jung llega a Suiza. Sólo ve nieve. Una viña inmensa se eleva en algún lugar con muchos racimos. Se acerca y se pone a coger racimos distribuyéndolos entre desconocidos que le rodean pero que no puede ver...

   -A su tercera repetición, el sueño llegó a inquietarme en el más alto grado. Justamente preparaba una comunicación sobre la esquizofrenia para el congreso de Aberdeen y me decía: «¡Hablaré de mí mismo! Probablemente me volveré loco después de la lectura de la comunicación ... ». El congreso tenía lugar en julio de 1914: exactamente en el período en que en mis tres sueños me veía en los mares del sur. El 31 de julio, inmediatamente después de mi conferencia, me enteré por los diarios de que la guerra acababa de estallar. ¡Por fin comprendía! Y cuando al día siguiente el barco me dejó en Holanda, no había nadie más feliz que yo. Ahora estoy seguro de que no me amenazaba ninguna esquizofrenia. Había comprendido que mis sueños y visiones procedían del subsuelo del inconsciente colectivo. Sólo tenía que trabajar para profundizar y dar validez a este descubrimiento. Y es a lo que me dedico desde hace casi cuarenta años...

Poco tiempo después Jung tuvo la alegría de recibir una segunda confirmación a su sueño. Los diarios no tardaron en hablar de las aventuras del capitán de barco alemán Von Mücke, que en un velero había recorrido los mares del sur desde Sumatra hasta Hadramaout y después se había refugiado en Arabia para alcanzar desde allí Turquía...

Extracto de El Vuelo Mágico, por Mircea Eliade. Disponible completo en la edición en castellano publicada por la editorial Siruela.
1ª Edición: "Rencontre avec Jung", en Combat, 9 de octubre de 1952